Alta prevalencia de enfermedad cardiovascular asintomática en personas con VIH

Un estudio analiza su conexión con TARGA y los factores de riesgo tradicionales

Gonzalo Mazuela
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Un grupo de investigadores de EE UU ha encontrado una alta prevalencia de enfermedad cardiovascular (ECV) latente en personas con VIH. El estudio, en el que participaron personas de origen afroamericano, reveló que el 15% de los participantes tenía un estrechamiento de las arterias coronarias. Los resultados han sido publicados en la edición de 15 de febrero de 2008 de Clinical Infectious Diseases.

Los investigadores definen enfermedad cardiovascular como “latente” cuando una persona presenta un estrechamiento de las arterias que suministran sangre rica en oxígeno al corazón –lo que se conoce como estenosis coronaria–, pero las otras típicas mediciones de ECV, como la presión sanguínea y los niveles de colesterol, están dentro de los rangos normales.

En la población del estudio que ahora se publica hubo una alta prevalencia de factores de riesgo tradicionales de ECV, como por ejemplo el hecho de que muchos de los participantes hubiesen consumido cocaína durante varios años. Los expertos sólo pudieron atribuir un 1,6% de los casos de enfermedad cardiovascular latente al uso de terapia antirretroviral (TARV).

Con la ayuda de la TARV muchas personas con VIH viven más tiempo y con una salud mejor. Sin embargo, los fármacos anti-VIH se han asociado con diversas complicaciones metabólicas. Hay evidencias de que el tratamiento antirretroviral podría causar un incremento en los niveles de lípidos y azúcares que pueden elevar el riesgo de enfermedad cardiovascular; asimismo, diversos estudios han mostrado un aumento en la incidencia de acontecimientos cardiovasculares, como infartos y derrame cerebral, en personas que están tomando TARV.

No obstante, pocos estudios han observado la relación entre el uso de los fármacos anti-VIH y el riesgo de ECV asintomática o latente. Tampoco existen investigaciones que exploren la conexión entre la cocaína, cuyo uso se ha incrementado en algunas personas con VIH, y el riesgo de enfermedad cardiovascular asintomática.

Shenghan Lai, de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore (EE UU), y su equipo de colaboradores inscribieron en el estudio a 165 personas con VIH, de origen afroamericano y con un historial de uso de cocaína (todos ellos factores de riesgo tradicionales bien conocidos), pero que tenían una presión sanguínea, un índice de masa corporal (IMC) y niveles de colesterol dentro de los parámetros de la normalidad.

Los participantes del estudio tenían una media de edad de 45 años y casi todos eran fumadores; el 36% eran mujeres y un 24% tenía antecedentes familiares de enfermedad cardiovascular. El 90% eran usuarios de cocaína, de los cuales un 35% lo fue durante más de 15 años. Los investigadores no especifican en su estudio la frecuencia y la cantidad de consumo de dicha droga.

El equipo de Lai realizó a los participantes una tomografía axial computarizada (TAC) en las arterias coronarias para detectar la presencia de estenosis. En su conjunto, la TAC reveló que un 15% de ellos tenía estenosis coronaria, de los cuales sólo un 7% era naive al  tratamiento antirretroviral y un 25% había tomado terapia para el VIH durante seis meses o más (p=0,03).

Pese a la diferencia, la conexión entre terapia antirretroviral y enfermedad cardiovascular asintomática no fue del todo clara.

Los expertos hallaron que los factores de riesgo tradicionales de riesgo cardiovascular se asociaron con firmeza con estenosis cardiovascular, como por ejemplo sexo masculino, presión sanguínea alta y colesterol LDL elevado. Las personas que habían consumido cocaína durante 15 años o más eran casi tres veces más propensas a desarrollar estenosis coronaria que aquéllas que lo habían hecho durante menos de 15 años.

Cuando los investigadores controlaron por uso de cocaína y otros factores de riesgo, encontraron que el empleo de los antirretrovirales se asoció también con estenosis coronaria, y el resultado fue estadísticamente significativo. El uso de zidovudina/lamivudina (AZT/3TC, Combivir®) y estavudina (d4T, Zerit®) se relacionó con más frecuencia con estenosis coronaria (p=0,02 y p=0,043, respectivamente).

Cuando el equipo del Dr. Lai calculó la proporción de ECV causada por cada uno de los factores de riesgo significativos, halló que el tratamiento antirretroviral durante seis meses o más fue responsable sólo de un 1,6% de los casos y que el resto se atribuía a los factores tradicionales de riesgo o al empleo de cocaína.

Los autores advierten de que no se deben extrapolar estos resultados a todas las personas con VIH, en primer lugar, porque los participantes tomaron combinaciones de antirretrovirales y resulta difícil individualizar la contribución de cada uno de los medicamentos en la aparición de estenosis coronaria. Además, la muestra estaba compuesta por personas que presentaban un alto riesgo de estenosis –fumadores afroamericanos con una significativa historia de uso de cocaína- y no se comparó con personas con VIH que estuviesen tomando tratamiento antirretroviral sin dichos factores de riesgo.

Fuente: Aidsmeds / Aidsmap / Elaboración propia.
Referencia: Lai S, et al. Long-term cocaine use and antiretroviral therapy are associated with silent coronary artery disease in African Americans with HIV infection who have no cardiovascular symptoms. Clin Infect Dis 46 (online edition), 2008.

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