Grasa corporal y niveles de lípidos en mujeres con VIH

Un estudio pone de relieve el impacto negativo de la carga viral sobre el colesterol y los triglicéridos

Juanse Hernández
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Las mujeres con VIH, sobre todo las de etnia blanca, tienen más probabilidades que las mujeres sin el virus de experimentar acumulación de grasa en el abdomen y sufrir cambios en los niveles de colesterol y triglicéridos, lo que implica un aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular y derrame cerebral. Ésta es la conclusión a la que llega un estudio publicado en la edición de 1 de mayo de 2008 de The Journal of Acquired Immune Deficiency Syndromes. Aunque algunos fármacos antirretrovirales pueden tener un impacto sobre el perfil lipídico, el VIH, por sí mismo, podría ejercer un efecto importante sobre la grasa corporal de las mujeres y, en particular, sobre los niveles de triglicéridos.

Sin embargo, hasta la fecha, muy pocos estudios han examinado la relación entre las mediciones de la grasa corporal y los niveles lipídicos en mujeres con VIH en comparación con mujeres no infectadas por este virus.

Los resultados de un estudio reciente revelaron que las mujeres con VIH podrían experimentar cambios anómalos en la composición corporal (véase La Noticia del Día 07/03/08). Con todo, este estudio, que se basó en la simple medición del índice cintura-cadera, no distinguió entre el tejido adiposo subcutáneo (la grasa más ligera situada justo debajo de la piel) y el tejido adiposo visceral (la grasa más densa que yace en el interior del cuerpo entre los órganos). En personas sin VIH, el aumento del tejido adiposo visceral en el tronco superior, más que el subcutáneo, se ha asociado claramente con un aumento del riesgo de enfermedad cardiovascular.

Judith Currier, del Departamento de Medicina de la Universidad de California en Los Ángeles (EE UU), y su equipo de colaboradores del estudio FRAM (siglas en inglés de Redistribución de la Grasa y Cambios Metabólicos en la Infección por VIH) llevaron a cabo mediciones más precisas de la grasa corporal utilizando la técnica de imagen por resonancia magnética; asimismo, se realizaron análisis de los niveles de lípidos en mujeres con y sin VIH. De las 129 mujeres sin VIH inscritas en el estudio, el promedio de edad fue de 42 años, un 49% eran de origen afroamericano y un 11% eran fumadoras. En comparación, las 157 mujeres con VIH tenían un promedio de edad de 39 años, un 53% eran afroamericanas y un 11%, de origen hispano. Por otra parte, un 48% de las mujeres con VIH eran fumadoras, un 73% tomaba tratamiento antirretroviral, y su recuento medio de CD4 fue de 359 células/mm3.

Los investigadores hallaron que, entre las mujeres con VIH, las de origen afroamericano tenían menos tejido adiposo visceral que las de etnia blanca. Sin embargo, entre las mujeres sin VIH, la situación fue inversa, es decir, se observó mayor acumulación del tejido adiposo visceral en las mujeres afroamericanas que en las de etnia blanca.

Las mujeres con VIH de ambos grupos –afroamericanas y de etnia blanca- tuvieron niveles de triglicéridos más elevados que las participantes sin el virus, y esta diferencia se mantuvo constante cuando los investigadores controlaron por una variedad de factores, entre los que se incluyó la composición de la grasa corporal. El hecho de tener más tejido adiposo visceral en el tronco superior y menos del subcutáneo en las piernas se asoció con niveles más elevados de triglicéridos, así como también con una carga viral más alta.

El estudio evidenció, como cabía esperar, que los medicamentos antirretrovirales tuvieron cierto impacto sobre el perfil lipídico: por ejemplo, tomar un inhibidor de la proteasa (IP) o efavirenz (Sustiva® y Atripla®) se asoció con niveles más elevados de triglicéridos; recibir ritonavir (Norvir® y coformulado con lopinavir en Kaletra®), con un aumento del colesterol LDL; y nevirapina (Viramune®), con una elevación del colesterol HDL. Sin embargo, el estudio también pone de relieve el impacto negativo de la carga viral sobre los niveles de lípidos, lo que podría explicarse, según los investigadores, por una posible relación entre inflamación crónica y alteraciones en el metabolismo de los lípidos en la infección por VIH. Además, los expertos sugieren la hipótesis de que controlar la replicación del VIH podría contribuir a la disminución del riesgo de enfermedad cardiovascular y derrame cerebral en mujeres con VIH.

Por otro lado, en este estudio, las mujeres con VIH tenían aproximadamente cinco veces más probabilidades que las participantes sin el virus de ser fumadoras, factor que se ha asociado con la acumulación de grasa corporal y los cambios en los niveles lipídicos en los estudios llevados a cabo en población general. De cualquier modo, los autores no señalan en este estudio el impacto del tabaco en el grupo de mujeres estudiadas.

Fuente: Aidsmeds.com.
Referencia: Currier J. Scherzer R. Baccetti P, Et al. “Regional Adipose Tissue and Lipid and Lipoprotein Levels in HIV-Infected Women”. J Acquir Immune Defic Syndr. May 1, 2008; 48(1): 35-43.

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