Las estrategias de prevención deben dirigirse tanto a la fase aguda de la infección por VIH como a la crónica

Un análisis de las pautas de transmisión en Lilongwe (Malaui) evidenció que, aunque se consiguiera llevar una prevención del VIH altamente efectiva al 75% de las personas con infección crónica, nunca se podría eliminar la epidemia en ese lugar.

Roger Pebody

Así pues, también son necesarias intervenciones que reduzcan la transmisión durante la fase aguda de la infección, según manifestó Kimberly Powers el pasado viernes en el curso de una sesión de última hora durante la XVIII Conferencia Internacional del Sida, que tuvo lugar en Viena.

Llevar a cabo intervenciones preventivas en personas que se encuentran en la fase aguda de la infección plantea diversos retos. Se trata de un período de tiempo relativamente corto en el que las personas –normalmente- no son conscientes de que están infectadas. Las estrategias de detección actuales no son capaces de identificar a todas las personas que se encuentran en la fase temprana de la infección.

El concepto fase aguda de la infección –también llamada infección primaria o primoinfección- se refiere a los primeros meses tras la infección. Después de este período se llega a la fase crónica de la infección.

Durante la fase de infección primaria, especialmente durante las primeras semanas tras la adquisición del VIH, las personas tienen una capacidad excepcional de transmitir el virus. Aunque se sabe que una proporción significativa de la transmisión del VIH tiene lugar en este momento, modelos diseñados en estudios previos habían proporcionado resultados muy diferentes a nivel comparativo en relación a la contribución de la infección en fase aguda. Además, la proporción varía en función del lugar por causa de las pautas de elección de las parejas sexuales, el número de personas con VIH y el número de personas tratadas.

Kimberly Powers y su equipo de colaboradores decidió comprobar si podría ser efectiva aplicar una estrategia preventiva de la transmisión del VIH si sólo se llevaba a cabo con personas en la fase crónica de la infección.

Así, aplicaron un modelo matemático, usando datos sobre la prevalencia del VIH, la carga viral y el comportamiento sexual en Lilongwe (Malaui), un área semiurbana con una epidemia generalizada. Se considera que la transmisión heterosexual tiene lugar con o sin parejas estables. La capacidad de transmisión del virus de una persona se consideró variable en el tiempo, incluso dentro de la fase aguda de la infección.

Mediante el uso de estos datos, se calculó que la proporción de transmisiones del VIH en Lilongwe atribuible a personas con infección primaria fue del 38% en 2010 (intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 19 – 58%). En anteriores fases de la epidemia esta proporción había sido mayor, pero ha ido cambiando a medida que más personas viven con la infección en fase crónica.

Los investigadores también intentaron predecir las reducciones en la prevalencia del VIH que podrían lograrse por medio de mejoras en las estrategias de prevención y diagnóstico durante la primoinfección. Así, partieron de suponer la existencia de una intervención preventiva que podría prácticamente eliminar el riesgo de transmisión en quienes se sometieran a ella.

Los autores del estudio examinaron diversos escenarios en los que la intervención tenía lugar en diferentes proporciones de personas con infección en fases aguda y crónica. Asumieron que las personas con infección primaria no participarían en ninguna intervención durante los primeros tres meses de infección. Por otro lado, su análisis se centró en escenarios en los que una intervención alcanzaría al 75% de la población y, probablemente, considerar una cobertura tan amplia como esa no resulta realista.

Los investigadores hallaron que si únicamente las personas en fase aguda de la infección eran objeto de la intervención, la prevalencia del VIH podría ser reducida, pero nunca eliminada. Si el 75% de las personas con primoinfección pudieran participar en las intervenciones, la prevalencia podría caer del 14% actual a un 8% en el año 2030. Las reducciones serían más pequeñas si un menor número de personas pudieran participar.

Una reducción ligeramente mayor podría alcanzarse si el 75% de las personas con infección crónica y ninguna con primoinfección pudieran ser incluidas en la intervención.

Sin embargo, si la intervención llegara al 75% de las personas en fase crónica y al 50% de aquéllas en fase aguda, la prevalencia caería hasta cerca del 1% en el 2030. Se obtendrían resultados similares si la intervención pudiera llegar al 75% de las personas de cada grupo.

Powers concluyó que la primoinfección juega un papel importante en la epidemia de la infección por VIH en Lilongwe (Malaui). “Nuestros resultados sugieren que es el momento de determinar la mayor manera de identificar casos de primoinfección que permitan el desarrollo de estrategias de prevención optimas a iniciar durante la fase aguda de la infección”, afirmó.

Referencia: Powers K et al. The contribution of early HIV infection to HIV spread in Lilongwe, Malaui: implications for transmission prevention strategies. Eighteenth International AIDS Conference, Vienna, abstract FRLBC105, 2010.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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