Un estudio examina la comunicación verbal y no verbal en la práctica de sexo sin protección entre hombres

Los hombres gays con VIH que mantienen relaciones sexuales anales sin protección perciben que se encuentran en entornos donde “todo el mundo conoce las reglas del juego”, pero esta consideración no la comparten todos los hombres homosexuales, según informa Barry Adam y un equipo de colaboradores en el ejemplar de noviembre de 2008 de la publicación Culture, Health and Sexuality. Los fallos en la comunicación tácita, los supuestos erróneos y las diferencias en los procesos de toma de decisiones son extremadamente habituales y plantean cuestiones respecto a cómo desarrollar mensajes de prevención del VIH orientados a unas microculturas específicas, escriben los autores.

Roger Pebody

El equipo de expertos de la Universidad de Windsor y el Comité del Sida de Toronto (Canadá) realizaron una serie de entrevistas en profundidad con 34 hombres que practicaban sexo con hombres [HSH]. Todos ellos declararon que sus relaciones sexuales fueron sin protección en todos o la mayoría de los casos, aunque hubo uno que utilizó el preservativo de forma constante, si bien con cierta dificultad. Diez de los hombres no tenían VIH y 24, sí. Las entrevistas se centraron en el sexo sin protección y examinaron “las secuencias narrativas, la comunicación verbal y no verbal, y las reglas de decisión tácitas” que rodean esta práctica.

Como ya se había visto en muchos otros estudios, se comprobó que numerosos encuestados con VIH expresaron su firme deseo de evitar transmitir el virus a terceros. Uno de los hombres afirmó: “No quiero hacer que nadie pase por lo que yo pasé cuando descubrí que era seropositivo”.

Aunque los encuestados sin VIH tuvieron muy poco que decir respecto al hecho de revelar el estado serológico, “ya que disfrutan del lujo de que no es un problema para ellos”, los que estaban infectados sí que debatieron sus dilemas en profundidad. Al plantear un debate directo y explícito, se corre el riesgo de sufrir hostilidad o de desbaratar una experiencia potencialmente placentera. En su lugar, los hombres dejaron caer insinuaciones y estuvieron al tanto de las pistas. Si bien éstas pudieron ser fáciles de interpretar por otros hombres con VIH, es posible que no siempre fueran evidentes para los que no estuvieran tan metidos en el tema.

El hecho de revelar indirectamente el estado serológico siguió siendo habitual en la búsqueda de pareja por internet, un entorno que, en ocasiones, se considera que alienta a desvelar el estado respecto al VIH. Muchos encuestados se mostraron reacios a marcar la casilla de “positivo al VIH” en su perfil, dado que aparece en una página accesible al público en general.

Un hombre con VIH expuso su opinión manifestando que todos los hombres sin el virus de la inmunodeficiencia humana estarían encantados de declarar abiertamente su estado serológico, lo que, para él, implicaba que cualquier persona que no revelase su estado en realidad tendría el virus: “Siempre he considerado que una persona sin VIH vería esto, que de algún modo se lo imaginaría”.

Otros encuestados pensaron que marcar la opción de ‘sólo sexo seguro’ era un claro indicativo de que se tenía VIH, ya que sugería que era necesario tomar precauciones. Además, una vez que un hombre de ‘sólo sexo seguro’ hubiera determinado que su pareja tenía también el virus, existía la posibilidad de practicar sexo sin protección.

Dado el riesgo y la complejidad que entraña el hecho de revelar el estado serológico, lugares como saunas y clubes sexuales resultaron atractivos para los hombres con VIH, precisamente, porque allí no se percibía que se esperase el desvelado de esta información. El mismo encuestado citado anteriormente respecto a su deseo de evitar la transmisión a terceros también habló sobre ir a una sauna: “El revelado no fue un problema porque todos están allí más o menos para practicar sexo y algunas personas desvelan su estado serológico y otras no, pero no hay demasiada presión al respecto”.

Por otro lado, el equipo de investigadores menciona unas ‘normas de conducta que se dan por supuestas’, descritas por un subgrupo de los encuestados. Por ejemplo, hablando sobre las saunas, varios encuestados con VIH manifestaron su opinión: “Si empiezan a tener sexo contigo [sin condón], probablemente pienses que, bueno, a menos que sea idiota, él también será seropositivo”. No obstante, ninguno de los encuestados sin VIH mencionó esta suposición.

Además, varios hombres con VIH describieron las interacciones no verbales donde el no presentar un condón o interrumpir una penetración se considera como un consentimiento informado. Uno de ellos afirmó: “Bueno, empiezas a hacerlo y, si no te paran, pues sigues adelante”.

Otra persona describió una relación: “Cuando sacó el lubricante, puso un par de condones en la mesa, así que se me dio la opción (…). Sin embargo, nunca hablamos en realidad sobre preservativos y, a medida que progresó el encuentro sexual, simplemente lo cogimos sin decir nada al respecto, ni si estaría bien o si iba a pasar”.

Estos hombres articularon una visión general en la que todos los presentes eran adultos que entendían a la perfección los riesgos que estaban adoptando. Los expertos comentan que la retórica de los hombres “recurre a una mezcla particular de individualismo, responsabilidad personal, consentimiento entre adultos e interacciones contractuales”. Sus versiones “racionales” de los motivos por los que un hombre estaría dispuesto a practicar sexo sin protección con una pareja casual no tienen en cuenta una gran variedad de otros posibles motivos, como problemas de erección con los condones, uso de drogas recreativas, lapsos momentáneos, negociaciones, confusión personal o depresión.

El equipo de investigadores destaca que los encuestados con VIH deseaban evitar la transmisión del virus. No obstante, se percibieron a sí mismos como en entornos donde sus posibles parejas sexuales mantendrían las mismas presunciones y comprenderían de igual modo lo que estaba pasando. En la población más extensa de hombres que practican sexo con hombres existen distintas microculturas y Barry Adam señala: “El encuentro entre hombres que poseen estas visiones divergentes del juego sexual puede originar situaciones de alto riesgo para la transmisión del VIH”.

Referencia: Adam BD, et al. Silence, assent and HIV risk. Culture, Health and Sexuality. 2008; 10: 759-772.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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