Algunas dolencias asociadas a la edad conllevan una peor capacidad física en pacientes con VIH

Algunas enfermedades propias de la edad están relacionadas con una peor capacidad física en pacientes con VIH, en comparación con las personas sin el virus, según han publicado unos investigadores estadounidenses en la edición de enero de AIDS Patient Care and STDs.

Michael Carter

Los autores compararon la función física de personas con y sin VIH de la misma edad. La mayoría de los participantes eran mayores de 50 años, lo que los investigadores destacaron como “una edad a menudo considerada como el umbral a partir del cual se habla de adultos mayores con VIH”.

Los resultados de la investigación evidenciaron que el declive anual de la función física fue más abrupto entre las personas con VIH que entre las no infectadas. No obstante, la diferencia fue modesta: Una persona con VIH de 50 años presentaba el mismo nivel de función física que una no infectada de 52.

Sin embargo, los investigadores indicaron que “la magnitud de la tasa de declive de la función (…) fue mayor en personas con VIH”.

Algunas de las enfermedades habituales con la edad se relacionaron con una peor función física en los pacientes seropositivos.

Estudios realizados antes de la introducción de la terapia antirretroviral eficaz revelaron que muchas personas con infección por VIH avanzada presentaban una mala función física.

Aunque las tasas de enfermedades graves asociadas con el VIH han disminuido en los últimos años, existe la preocupación respecto a si los pacientes seropositivos pueden ser más propensos a padecer enfermedades cardiovasculares, enfermedad pulmonar obstructiva y baja densidad mineral ósea. En personas sin VIH estas enfermedades propias del envejecimiento se han asociado con una peor función física, lo que a su vez constituye un factor de riesgo más elevado de muerte.

En consecuencia, un equipo de investigadores del Estudio de Cohorte sobre Envejecimiento del Departamento de Asuntos para Veteranos (VACS, en sus siglas en inglés) decidió poner en marcha un ensayo para comparar el estado físico de pacientes con y sin VIH y observar si las enfermedades propias de la edad estaban asociadas con un deterioro de la capacidad física de los pacientes.

Entre 2002 y 2006, se inscribió un total de 3.227 personas con VIH y 3.240 personas no infectadas. Alrededor del 50% de las personas seropositivas tenían, como mínimo, 50 años. Los participantes cumplimentaron cuestionarios que evaluaban su capacidad para desempeñar sus necesidades físicas cotidianas, el trabajo y el ejercicio.

También se recogió información sobre las características demográficas y de salud de los pacientes, lo que evidenció que más del 80% de las personas con VIH tomaba terapia antirretroviral, y que aproximadamente el 25% tenía unos niveles de CD4 superiores a 500 células/mm3.

Se observaron diferencias importantes entre los dos grupos de pacientes. Un menor número de personas con VIH tenía más de 55 años (27% y 32%, respectivamente) y estas fueron menos propensas que las no infectadas a haber sido diagnosticadas de insuficiencia cardíaca, enfermedad coronaria, hipertensión, enfermedad pulmonar crónica, enfermedad vascular o apoplejía. No obstante, los pacientes con VIH practicaban ejercicio con menor frecuencia, sobre todo aquellos mayores de 55 años (p= 0,05).

En conjunto, el 35% de los participantes no manifestaron ningún problema debido a su capacidad física. Además, una mayor frecuencia de práctica de ejercicio se relacionó con una mejor función física.

Durante el estudio fallecieron el 18% de los pacientes con VIH y el 7% de aquellos no infectados. El hecho de presentar una mala función física casi duplicó el riesgo de muerte (cociente de riesgo [CR]: 1,96; intervalo de confianza del 95% [IC95%]: 1,60 – 2,39).

Tras tener en cuenta diferencias demográficas y factores clínicos tales como la presencia de comorbilidades, los investigadores comprobaron que la función física fue significativamente inferior en personas con VIH (p= 0,02).

Cuando se compararon personas con y sin VIH, aquellas infectadas por el virus presentaron un mayor declive anual de la capacidad física.

Al comparar por grupos de edad, se apreció que las personas con VIH más jóvenes (menores de 44 años) tenían una mejor función física que aquellas sin VIH de la misma edad (p <0,01). Sin embargo, el efecto fue contrario en el caso de los mayores de 55 años (p <0,01).

Un análisis más en profundidad mostró que el paciente medio con VIH de 50 años tiene el mismo nivel de capacidad física que aquel sin VIH de 51,5 años.

La presencia de enfermedad cardiovascular e hipertensión se asoció con unos descensos similares en la función física en pacientes tanto con VIH como sin el virus.

En pacientes que padecían enfermedad pulmonar obstructiva crónica, la infección por VIH se relacionó con una peor capacidad física. “Una persona con VIH de 50 años presentaba un nivel de capacidad equivalente a la de una de 68,1 años no infectada”.

Los investigadores indican que este hecho podría ser debido a una progresión acelerada o a una mayor duración de la enfermedad en pacientes con VIH. “Los resultados sugieren una interacción asociada con la edad relacionada con comorbilidades que justificaría una investigación más a fondo”, comentaron los autores del estudio.

También creen que la relación entre la presencia de enfermedad pulmonar crónica y una peor función física tuvo implicaciones en la atención médica de los pacientes con VIH, especialmente en la provisión de apoyo para dejar de fumar.

Pese a todo, en algunos casos, las personas con VIH presentaron una mejor capacidad física, como en el caso de las personas con diabetes. Un paciente seropositivo de 50 años con dicha dolencia tenía el mismo nivel de capacidad física que un paciente diabético de 36 años sin VIH.

“La mayoría de los participantes con VIH en el estudio de VACS reciben una terapia antirretroviral combinada y muestran unos niveles elevados de CD4”, declararon los investigadores. Y añaden: “Nuestros hallazgos demuestran que las comorbilidades relacionadas con la edad deberían ser consideradas como un factor de riesgo importante de tener una mala capacidad física en este ámbito clínico”. De este modo, concluyeron: “El estudio apoya una mayor integración de la atención primaria y la específica de la infección por VIH, prestando más atención a las comorbilidades asociadas con la edad”.

Referencia: Oursler KK, et al. Association of age and comorbidity with physical function in HIV-infected and uninfected patients: results from the Veterans Aging Cohort Study. AIDS Patient Care and STDs, 25: 13-20, 2011 (En esta dirección podrás acceder al abstract gratuito del estudio).

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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