VIH y fracturas óseas

Dos estudios muestran resultados contradictorios respecto al efecto de la infección por VIH sobre el riesgo de padecer fracturas

Francesc Martínez
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Las personas con VIH de mayor edad podrían tener una mayor probabilidad de sufrir fracturas óseas que aquéllas sin el virus y edades similares, según las conclusiones de un estudio presentado en el I Taller Internacional sobre VIH y Envejecimiento, llevado a cabo en Baltimore (EE UU). Sin embargo, otro estudio presentado en la edición del 20 de septiembre de la revista AIDS no halló la citada asociación entre edad, VIH y fracturas óseas.

En el primero de los estudios, un equipo de investigadores estadounidenses analizó la incidencia de fracturas en una cohorte de más de 200.000 personas que habían sido seguidas durante más de 12 meses entre enero de 1997 y marzo de 2008. En concreto, se examinó la incidencia de fracturas no traumáticas, es decir, no derivadas de causas tales como un accidente.

La mayoría de los participantes en el ensayo (72%) eran hombres, el 25% de los cuales vivían con VIH. En el grupo de pacientes seropositivos se observó un consumo más elevado de alcohol (3% y 1% de las personas con y sin VIH, respectivamente), un porcentaje superior de ellos presentaba bajo peso (8% y 4%, de manera respectiva), así como lipodistrofia o coinfección por hepatitis B ó C.

Después de más de 13.757 persona-años de seguimiento, el 3,8% de los participantes sufrieron fracturas: el 4,2% de las pacientes con VIH (cociente de riesgo [CR]: 2,02) y el 3,7% de las personas sin el virus (CR: 1,77).

La tasa de incidencia de fracturas fue un 14% superior en el grupo de pacientes con VIH.

Tras un análisis multivariable, diversos factores fueron asociados con un riesgo significativo de sufrir fracturas óseas: haber padecido fracturas con anterioridad (CR: 4,49), realizar poca actividad física (CR: 2,59), el consumo elevado de alcohol (CR: 1,90), el uso de bifosfonatos (CR: 1,49) y tener un bajo peso corporal (CR: 1,32).

Cuando se evaluó sólo a personas mayores de 30 años, a los factores de riesgo ya descritos se añadió la infección por VIH sin haber desarrollado sida (CR: 1,18) y en fase de sida (CR: 1,15). En cambio, el hecho de mostrar déficit de vitamina D y/o utilizar suplementos de dicha vitamina o calcio redujo dicho riesgo (CR: 0,72).

Entre las personas mayores de 59 años, los únicos factores de riesgo significativos fueron haber sufrido fracturas con anterioridad (CR: 2,79) o realizar poca actividad física (CR: 2,65).

El riesgo de fractura aumentó con la edad tanto en el grupo de personas con VIH como en el de las no infectadas por el virus.

En el segundo ensayo, un equipo de investigadores del Estudio Interagencias sobre VIH en Mujeres (WIHS, en sus siglas en inglés) evaluó el tiempo hasta el desarrollo de la primera fractura en 2.391 mujeres, de las que 1.728 vivían con VIH.

Al inicio del estudio, la población femenina seropositiva era significativamente mayor que la seronegativa (40 y 36 años, respectivamente). Entre las mujeres con VIH, el promedio en el recuento de CD4 fue de 482 células/mm3 y el 66% tomaban terapia antirretroviral. La mediana del seguimiento fue de 5,4 años.

El 8,6% de las mujeres con VIH y el 7,1% de las que no tenían el virus padecieron fracturas durante el seguimiento, lo que supuso unas tasas de incidencia de 1,8 por 1.000 persona-años de seguimiento en mujeres con VIH y de 1,4 por 1.000 persona-años de seguimiento en aquéllas sin el virus de la inmunodeficiencia humana. No se observaron diferencias significativas en cuanto a la probabilidad de sufrir fracturas entre ambos grupos.

Tras un análisis multivariable, el hecho de tener una mayor edad, ser de etnia blanca, presentar coinfección por hepatitis C ó mostrar niveles elevados de creatinina sérica constituyeron factores de riesgo significativos de sufrir nuevas fracturas.

Entre las mujeres con VIH, una mayor edad, ser de etnia blanca, presentar coinfección por hepatitis C, tener un historial de enfermedades definitorias de sida, el tabaquismo y el uso -pasado o presente- de opiáceos fueron factores significativos de riesgo de fractura.

La infección por VIH y los niveles de CD4 no fueron factores de riesgo significativos de fractura en el estudio, como tampoco lo fue el empleo de ningún fármaco antirretroviral.

La aparente contradicción que se aprecia al comparar las conclusiones de ambos estudios deberá desvelarse por medio de ensayos de mayor tamaño o diseñados de manera que tengan mayor capacidad para evaluar la incidencia de fracturas óseas en personas con VIH y sus causas.

Fuente: HIVandHepatitis.
Referencias: Mundy LM, Li H, St. Laurent S and Bowlin S. Age-stratified risk assessment for fracture among adults with and without HIV infection. 1st HIV and Aging workshop. Baltimore, October 4-5, 2010. Abstract O_07.
Yin MT, Shi Q, Hoover DR, Tien PC, et al. Fracture incidence in HIV-infected women: results from the Women’s Interagency HIV Study. AIDS [Abstract]. September 20, 2010 (Epub ahead of print).

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