XVII Conferencia sobre Retrovirus e Infecciones Oportunistas, lunes

A lo largo de la conferencia de la CROI, que este año se celebra en San Francisco (EE UU), NAM ofrecerá un boletín especial con los aspectos más destacados.

Lunes, 22 de febrero de 2010

Tratamiento del VIH

Distribución de grasa y pérdida ósea: efectos secundarios de los fármacos antirretrovirales modernos

El uso de Truvada® se vinculó con una mayor pérdida de masa ósea que el empleo de Kivexa®, según evidencia un estudio realizado en EE UU.

La investigación también determinó que la pérdida de grasa constituía un efecto secundario poco frecuente de los fármacos anti-VIH modernos y que el tratamiento tanto con Kivexa® (3TC y abacavir) como con Truvada® (FTC y tenofovir) estuvieron relacionados con un aumento de la grasa en las extremidades.

Los medicamentos antirretrovirales modernos tienen una actividad contra el VIH potente y duradera y, por lo general, sus efectos secundarios son leves.

Algunos datos sugieren que el empleo de los medicamentos más nuevos de la familia de los inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de nucleósido (ITIN) puede ayudar a invertir las pérdidas de grasa en las extremidades provocadas por los fármacos antirretrovirales de esta familia más antiguos, como AZT  (zidovudina, Retrovir®) y d4T (estavudina, Zerit®).

Sin embargo, existe una creciente preocupación porque el tratamiento del VIH pueda causar una disminución de la densidad mineral ósea.

En consecuencia, un equipo de investigadores de EE UU decidió comparar los efectos a largo plazo del tratamiento anti-VIH moderno sobre la pérdida de grasa en las extremidades y la disminución de la densidad ósea.

A los participantes en el estudio se les asignó de forma aleatoria un tratamiento con Kivexa® o Truvada®, en combinación con efavirenz (Sustiva®) o con atazanavir potenciado por ritonavir (Reyataz®).

En general, todos los medicamentos estuvieron relacionados con un aumento de la grasa en las extremidades, pero en algunos análisis estas alteraciones fueron ligeramente mejores con Kivexa® (en comparación con Truvada®) y con atazanavir/ritonavir (respecto a efavirenz).

En cuanto a las pérdidas de densidad mineral ósea, constituyó un efecto secundario de los cuatro medicamentos, aunque estuvieron relacionadas sobre todo con el uso de Truvada®. A pesar de ello, la tasa de fracturas registrada fue baja.

El equipo de investigadores cree que sus resultados ayudarán a que médicos y pacientes puedan elegir la combinación de tratamiento antirretroviral más adecuada de modo que se eviten aquellos efectos secundarios de los que las personas ya presentan otros factores de riesgo.

Tratamiento del VIH y los riñones

Un estudio europeo ha evidenciado que el empleo de tenofovir (Viread®, y también en Truvada® y Atripla®) estuvo relacionado con un mayor riesgo de sufrir problemas renales.

Entre las personas con VIH se observan tasas más elevadas de enfermedad renal que en la población general. El VIH sin tratar constituye un factor de riesgo de desarrollar patología en los riñones; se ha producido mucho debate acerca de la contribución de los medicamentos antirretrovirales en el desarrollo de esta dolencia.

Para intentar responder a esta cuestión, un equipo de investigadores europeos decidió realizar un seguimiento de la función renal en 16.500 pacientes con VIH, a lo largo de un promedio de cuatro años.

Durante este tiempo, algo más del 3% de los participantes desarrollaron problemas renales.

Las tasas de disfunción renal fueron más elevadas entre las personas tratadas con tenofovir.

El equipo de investigadores también descubrió que las tasas de problemas de riñón fueron superiores entre los pacientes que recibieron atazanavir (Reyataz®) e indinavir (Crixivan®).

Asimismo, en relación con los problemas de riñón estuvieron los factores de riesgo tradicionales de sufrir enfermedad renal, tales como la hipertensión y la diabetes. Tener un estado más avanzado de la infección por VIH también constituyó un factor de riesgo.

Uno de los grupos de pacientes a los que se anima especialmente a iniciar el tratamiento antirretroviral de forma temprana es el formado por las personas que presentan factores de riesgo de sufrir problemas renales. Como en la actualidad se dispone de más de veinte medicamentos antirretrovirales distintos, es posible adaptar el tratamiento y evitar el uso de aquéllos que presentan el mayor riesgo de provocar dolencias renales, en el caso de que el paciente muestre signos de disfunción renal.

Tratamiento como prevención del VIH

Tomar el tratamiento antirretroviral reduce el riesgo de transmisión del VIH en un 90%, según evidenció un estudio de larga duración que contó con parejas heterosexuales serodiscordantes en África.

En el estudio participaron 3.381 parejas en las que un componente tenía el VIH y el otro no.

La toma de una terapia antirretroviral disminuye la carga viral tanto en sangre como en los fluidos genitales; esto implica que la capacidad de infección de una persona puede ser menor.

Durante el transcurso del ensayo, 349 personas iniciaron el tratamiento anti-VIH.

Se registraron 151 casos de transmisión del VIH, pero sólo uno de ellos implicó a una persona que estuviera tomando el tratamiento antirretroviral.

En consecuencia, se determinó que el uso de la terapia anti-VIH disminuyó en un 92% el riesgo de transmisión del virus. Los autores señalaron que era un resultado mejor que la reducción del riesgo del 85% relacionada con el empleo del preservativo.

Los miembros de la pareja con VIH que no recibían tratamiento fueron más propensos a transmitir el virus cuando presentaban un recuento bajo de células CD4.

La única transmisión que se produjo cuando la persona con VIH seguía tratamiento fue la de un hombre que había estado siguiendo la terapia antirretroviral durante menos de tres semanas.

Se declaró una mayor utilización del preservativo entre las parejas cuyo componente con VIH estaba recibiendo tratamiento; el equipo de investigadores destacó que las parejas deberían seguir manteniendo relaciones sexuales seguras, aunque la persona con VIH esté tomando los fármacos antirretrovirales.

Niveles de vitamina D

En todas las regiones del mundo, es habitual que las personas con VIH presenten un déficit de vitamina D.

Unos niveles bajos de vitamina D están relacionados con diversas enfermedades potencialmente graves, como problemas óseos, enfermedades cardíacas y una mala salud mental.

Ahora, estudios realizados en EE UU, Europa y África han evidenciado que es frecuente que las personas con VIH muestren déficit de esta vitamina.

Entre el 54 y el 72% de los pacientes presentaron unos niveles insuficientes de vitamina D.

Un factor de riesgo universal de tener unos niveles bajos de vitamina D fue el hecho de pertenecer a otra etnia distinta de la blanca. No obstante, se encontraron indicios de que el déficit también podría estar vinculado con un tratamiento que incluyera fármacos de la familia de los inhibidores de la transcriptasa inversa no análogos de nucleósido (ITINN).

Hubo consenso en que el déficit de vitamina D puede ser fácilmente abordado mediante la toma de suplementos alimenticios. 

VIH y cáncer

El tratamiento antirretroviral junto con la quimioterapia constituyen la mejor opción para los casos graves de sarcoma de Kaposi

El hecho de combinar la terapia anti-VIH con la quimioterapia para tratar los casos graves de sarcoma de Kaposi ofrece mejores resultados de tratamiento que si se usara sólo la terapia antirretroviral.

Un equipo de investigadores de Sudáfrica distribuyó  de forma aleatoria a 59 pacientes con VIH que padecían sarcoma de Kaposi de forma que unos recibieron el tratamiento anti-VIH más la quimioterapia y otros sólo el tratamiento antirretroviral.

La mayoría (89%) de los pacientes presentaban casos avanzados de sarcoma de Kaposi (etapa T1), más de la mitad tenían un recuento de CD4 por debajo de 200 células/mm3 y el 42% mostraban otra enfermedad grave asociada con el VIH.

Se observó una mejor respuesta al tratamiento en los pacientes que recibieron quimioterapia en comparación con aquéllos que sólo tomaron medicamentos antirretrovirales (66% frente a 39%).

Además, los personas que tomaron la terapia anti-VIH y la quimioterapia registraron unas mejoras significativamente mayores en su calidad de vida.

Las tasas de adhesión y de efectos secundarios fueron similares entre los dos brazos del estudio.

Sin embargo, el equipo de investigadores observó que el uso de quimioterapia no pareció afectar a la tasa de supervivencia general. Un año después de empezar el tratamiento, el 76% de los pacientes en ambos brazos del estudio seguían vivos.

Hepatitis C

El VHC puede sobrevivir más de dos meses en las jeringas

Las jeringas pueden contener niveles detectables del virus de la hepatitis C (VHC) hasta 63 días después de haberlas usado.

Un equipo de investigadores depositó sangre infectada por VHC en jeringas pequeñas [del tipo que tienen agujas fijas] y en otras de mayor tamaño (como las utilizadas para la inyección de hormonas o esteroides).

Posteriormente, se desalojó la sangre y se hizo un seguimiento de los niveles de VHC en las jeringas en diversas condiciones ambientales.

El virus desapareció con rapidez en las jeringas de menor tamaño con aguja fija a las temperaturas más frías comprobadas en el estudio.

Sin embargo, en dichas condiciones, el virus fue aún detectable en casi todas las jeringas grandes hasta siete días después de haber desalojado la sangre. Transcurridas cinco semanas, seguía presente en el 50% de las jeringas, y tras nueve semanas, todavía podía detectarse en una pequeña proporción de ellas.

A temperaturas más altas, el virus aún tuvo más propensión a sobrevivir en las jeringas de mayor tamaño.

La cantidad de VHC introducido inicialmente en las jeringas también constituyó un factor importante para su detección en las semanas siguientes.

Los autores afirman que su investigación viene a reiterar la importancia de no compartir jeringuillas y de realizar un consumo de drogas más seguro.

Salud sexual

La mayoría de los casos de neurosífilis se deben a una única cepa de sífilis

Una única cepa de sífilis estuvo vinculada con el 83% de los casos de neurosífilis en Seattle (EE UU).

En los últimos años, las tasas de sífilis han aumentado en muchos países y, con frecuencia, el foco de los brotes de la infección se ha relacionado con la población de hombres gays con VIH.

La infección se puede curar fácilmente mediante la aplicación de antibióticos, pero la neurosífilis requiere más tiempo y el uso de un tratamiento más intensivo.

Un equipo de investigadores de Seattle determinó la cepa de sífilis que presentaron 79 personas entre 1999 y 2008.

Se identificaron 21 cepas diferentes, pero hubo una, la 9, que estuvo relacionada con casi todos los casos de neurosífilis.

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