AZT provoca daño genético en niños: se desconoce el riesgo de cáncer a largo plazo

Los fármacos antirretrovirales empleados para prevenir la transmisión del VIH de madre a hijo pueden provocar un daño genético en los niños que podría aumentar el riesgo de desarrollar cáncer en el futuro, según revela una nueva investigación.

Adam Legge

Los autores del estudio no están recomendando que se interrumpa el uso de antirretrovirales durante el embarazo, pero afirman que los niños necesitan un seguimiento más estrecho y se han de desarrollar nuevos fármacos más seguros.

Las combinaciones, que típicamente incluyen el análogo de nucleósido zidovudina (AZT), han reducido la transmisión del VIH de madre a hijo de aproximadamente un 25% a menos de un 2% en niños que no reciben lactancia materna. Las mujeres con VIH embarazadas en países desarrollados reciben tratamiento antirretroviral como cuidado estándar durante el embarazo y a los niños se les administra zidovudina durante seis semanas tras el nacimiento.

Los análogos de nucleósido (ITIN) funcionan inhibiendo una enzima viral denominada transcriptasa inversa e incorporándose ellos mismos al ADN viral, bloqueando la capacidad del virus para duplicarse.

Pero los ITIN también pueden incorporarse al ADN de las células humanas, lo que suscita preocupaciones sobre si esto podría tener futuras consecuencias para la salud.

Ahora un grupo de investigadores que trabajan en este campo ha publicado dos estudios con animales y dos con humanos en un número especial de la revista Environmental and Molecular Mutagenesis.

En el primer estudio con animales, el grupo de investigadores administró varias dosis de AZT a ratones y ratas hembras durante la última semana de embarazo y examinó el tejido de su descendencia dos años más tarde.

Descubrieron un claro aumento del desarrollo de un cáncer que afecta a las células que recubren los vasos sanguíneos (denominado hemangiosarcoma) en los ratones macho y leucemia en las ratas hembra (Walker 2007). También hubo algunos indicios de un mayor riesgo de cáncer hepático y glioma (cáncer del sistema nervioso central).

El segundo estudio con animales estudió las crías de ratones a los que se les administró AZT durante el embarazo. El equipo de investigadores descubrió mutaciones genéticas en dos genes (K-ras y p53) que están relacionadas con cáncer de pulmón en humanos. Las tasas de cáncer de pulmón fueron significativamente mayores en aquellos ratones a cuyas madres se les administró la dosis más altas de AZT (Hong 2007).

Los autores de este estudio afirmaron que sus datos sugieren que los niños expuestos a AZT en el útero podrían tener un mayor riesgo de cáncer con la edad.

Los dos estudios con humanos examinaron la existencia de daño del ADN en la sangre de niños cuyas madres habían recibido terapia antirretroviral.

En el primero, sus autores estudiaron las células sanguíneas inmaduras en la sangre tanto de recién nacidos como de sus madres, buscando la presencia de micronúcleos – pequeños fragmentos dañados de ADN desprendido.

La prueba de micronúcleos se emplea habitualmente para estudiar los potenciales efectos dañinos sobre el ADN de los productos químicos.

Se descubrió un aumento de 10 veces del número de células sanguíneas micronucleadas, tanto en niños como en las madres que habían estado tomando antirretrovirales. Pero la frecuencia de estas células sanguíneas disminuyó a niveles normales en los primeros seis meses tras el nacimiento (Witt 2007).

En el segundo estudio con humanos, el equipo de investigadores examinó un gen implicado en la formación de las paredes de los glóbulos rojos (glicoforin A [GPA]) en la sangre de niños nacidos de madres que habían estado tomando tanto zidovudina como lamivudina (Epivir).

Descubrieron que el daño en GPA fue más probable en los niños cuyas madres habían tomado ambos fármacos y que estas mutaciones seguían estando presentes un año después del nacimiento (Escobar 2007).

La autora de este último estudio, la doctora Patricia Escobar del departamento de salud medioambiental y ocupacional de la Universidad de Pittsburgh (EE UU), afirmó que los resultados eran “problemáticos”, pero recalcó que: “Existe la necesidad de realizar un seguimiento cuidadoso de la salud futura de los niños que recibieron terapias basadas en AZT [en el útero], del desarrollo de nuevos ITIN más seguros y de la identificación de fármacos que mitiguen los efectos secundarios de la terapia antirretroviral”.

Referencias: Walker DM et al. Transplacental carcinogenicity of 3’-Azido-3’Deoxythymidine in B6C3F1 mice and F344 rats. Environmental and Molecular Mutagenesis 48:283-298, 2007.

Hong H-H L. Genetic alterations in K-ras and p53 cancer genes in lung neoplasms from Swiss (Cd-1) male mice exposed transplacentally to AZT. Environmental and Molecular Mutagenesis 48:299-306, 2007.

Will KL et al. Elevated frequencies of micronucleated erythrocytes in infants exposed to zidovudine in utero and postpartum to prevent mother-to-child transmission of HIV. Environmental and Molecular Mutagenesis 48:322-329, 2007.

Escobar PA et al. Genotoxicity assessed by the Comet and GPA assays following in vitro exposure of human lymphoblastoid cells (H9) or perinatal exposure of mother-child pairs to AZT or AZT-3TC. Environmental and Molecular Mutagenesis 48: 330-343, 2007.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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