Las personas que cambian frecuentemente de terapia tienen menor calidad de vida y mayor índice de suicidios

Las personas con VIH que cambiaron con frecuencia de tratamiento, y aún más los pacientes que lo interrumpieron, fueron significativamente más propensas a tener depresión o suicidarse, según ha descubierto un estudio británico. Los pacientes que cambiaron de tratamiento con más frecuencia también tuvieron una menor adhesión, independientemente de si cambiaron por fracaso del tratamiento o por efectos secundarios.

Gus Cairns

Los hallazgos fueron presentados este mes en la VIII Conferencia sobre el Impacto del SIDA, celebrada en Marsella, Francia.

En este estudio británico, la profesora Lorraine Sherr del Hospital Royal Free y la Universidad College de Londres, dio un cuestionario a 778 pacientes consecutivos que acudieron a cinco clínicas del VIH en Londres y Brighton, para examinar las decisiones de tratamiento del VIH, la satisfacción frente al tratamiento, las tasas de cambio y sus desencadenantes, la adhesión al tratamiento, los síntomas, la calidad de vida, el comportamiento de riesgo y la satisfacción médico-paciente.

La calidad de vida se midió mediante el cuestionario SF-36 (una versión ampliada del SF-12), el dolor físico mediante la escala MSAS y también se midió la adhesión (no sólo las dosis tomadas, sino el momento de la toma y las restricciones alimentarias).

Dos tercios de los pacientes eran hombres gay y dos tercios de raza blanca, la cuarta parte era de origen negro africano y la cuarta parte eran mujeres. Los hombres heterosexuales supusieron un 10%.

El cuestionario obtuvo una alta tasa de respuesta: un 85% de los pacientes elegibles y el 77% de todos los pacientes que lo completaron.

El 21% de los pacientes no había tomado TARGA, el 22% (28% de pacientes que habían tomado TARGA) estaba en su primer régimen TARGA, el 18% (23% de los que tomaban TARGA) había cambiado de régimen una vez, el 26% (33% de los que tomaban TARGA) había cambiado más de una vez y el 13% (16% de los que tomaban TARGA) había interrumpido el tratamiento.

En el cuestionario, los pacientes pudieron elegir más de un motivo para el cambio de terapia y, en realidad, el número medio de motivos citados fue de 2,76. Los motivos más habituales para el cambio fueron una pobre respuesta viral y “futuras preocupaciones” sobre los efectos secundarios (aproximadamente un 25% cada uno), cambios de aspecto corporal, resistencia y malestar/náuseas (aproximadamente, un 20% cada uno).

En general, los pacientes estaban contentos de haber cambiado: el 96% dijo que había sido una “sabia” decisión y el 90% que había sido una decisión compartida con su médico, aunque el 63% dijo que la idea del cambio había sido planteada por el médico y sólo el 21% por ellos mismo. Sin embargo, el 19% temía que su decisión hubiera sido “arriesgada”.

Los hombres gay fueron más propensos a realizar varios cambios y las mujeres heterosexuales fueron más propensas a no haber recibido tratamiento previamente. Los hombres heterosexuales fueron menos propensos a no haber recibido tratamiento previamente y con más frecuencia a no haber cambiado. Las personas de raza blanca, nacidas en Reino Unido o que llevaban viviendo allí más de cinco años fueron más propensas a realizar varios cambios.

El hallazgo más sorprendente fue probablemente la diferencia en lo que se refiere a los suicidios. El 31% de todos los pacientes declaró tener ideas suicidas: el 43% de los pacientes que interrumpieron TARGA declaró esto, el 35% de los que habían cambiado una vez, el 30% de los que cambiaron varias veces y el 27% de los que estaban en su primer régimen.

Los pacientes que no habían recibido tratamiento con anterioridad o estaban en su primer o segundo régimen declararon una menor carga de síntomas y una mayor calidad de vida. Los que realizaron varios cambios declararon una mayor carga de síntomas físicos (p=0,003) más síntomas psicológicos (p=0,03) y una mayor puntuación general de sufrimiento psicológico (p=0,002).

Otro hallazgo sorprendente fue que, a pesar de haber tenido que cambiar posiblemente muchas veces, los pacientes que realizaron múltiples cambios manifestaron una adhesión considerablemente menor que los que no cambiaron nunca o lo hicieron 1 vez.

El 78% de los pacientes con TARGA tuvo una adhesión superior al 95%, pero sólo el 55% de los que cambiaron muchas veces. Esto fue así cuando se calculó la adhesión simplemente en términos de dosis al día. Sin embargo, sólo el 41% de los pacientes en TARGA consiguió tomar más del 95% de las dosis en el momento adecuado y siguiendo las restricciones alimentarias. Al ser preguntada si, con los regímenes TARGA modernos, esto era realmente importante, Sherr declaró que una alta proporción de pacientes aún seguía en regímenes “antiguos, rígidos”.

Referencia: Sherr L et al. Treatment Switching – impact on the patient. Eighth AIDS Impact Conference, Marseille. Abstract 520. 2007.

Traducción: Grupo de Trabajo sobre Tratamientos del VIH (gTt).

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