Un informe norteamericano señala la necesidad de desestigmatizar el lenguaje en torno al uso de drogas

Las percepciones negativas que se transmiten sobre las drogas y su consumo pueden alimentar políticas punitivas sobre las personas que las utilizan

Jordi Piqué
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Un Informe titulado ‘El problema mundial de la percepción de la droga’, publicado la semana pasada por la Comisión Global sobre Políticas de Drogas –integrada por 25 miembros entre los cuales se incluyen 12 exjefes de estado o gobierno, un exsecretario general de Naciones Unidas y tres Premios Nobel–, pone de manifiesto cómo las percepciones sesgadas sobre las drogas y las personas que las usan afectan de forma negativa tanto a la salud como a la atención médica de los usuarios de drogas, al alimentar políticas prohibicionistas dañinas y, a veces, directamente afectando a su atención sanitaria. El nuevo informe internacional apunta a contrarrestar tales prejuicios.

La presidenta de la comisión y expresidenta de Suiza apuntó que la estigmatización de las personas que usan drogas conduce a la discriminación y a respaldar leyes regresivas sobre las drogas que se basan en el juicio moral. Si se piensa en alguien y para referirse a él se indica que es un ‘yonqui’ o un ‘drogadicto’, esto entrañará una gran discriminación que incidirá en el trato que le dispensaremos tanto nosotros como la sociedad. Se trata de un círculo vicioso que se ha alimentado durante décadas y que debe romperse.

El informe llega en unas circunstancias en que Norteamérica lidia con una crisis de sobredosis provocada por el uso ilícito de fentanilo (un analgésico consumido fuera del ámbito médico y que es 50 veces más potente que la heroína) [véase La Noticia del Día 14-07-2017]. Se calcula que el número de víctimas mortales en Canadá por sobredosis relacionadas con los opioides superará los 4.000, con aproximadamente un tercio de esas muertes ocurridas en la Columbia Británica.

En medio de los informes de los medios sobre la escalada de la crisis y los debates apasionados en torno a posibles soluciones, se ha advertido contra el uso de un lenguaje que estigmatiza el uso de drogas o retrata a las personas que las utilizan como moralmente imperfectas o inferiores. Más bien, el lenguaje debería priorizar a las personas y reflejar la perspectiva médica cuando se hace referencia al uso de sustancias. Para referirnos, por ejemplo, a una persona con un problema asociado al consumo de drogas se debería hacer señalando que se trata de una ‘persona con un trastorno por consumo de sustancias’, en vez de utilizar la expresión ‘adicto’ o ‘yonqui’; o decir “sala de consumo supervisado” en lugar de “sala de chutes”.

El libro de estilo de la prensa americana (American Press Stylebook), una guía de gramática y uso para periodistas en EE UU, publicó el año pasado una actualización recomendando no usar palabras como alcohólico, adicto y consumidor abusivo (toxicómano) a menos que estén entre comillas. “.

El informe señaló que la estigmatización puede tener un impacto directo en la atención clínica, citando un estudio de EE UU en el que los especialistas en salud mental recibieron estudios de casos idénticos sobre personas en programas de tratamiento de drogas ordenados por un tribunal. Se hizo referencia a la persona como un “consumidor abusivo de sustancias (toxicómano)” o “alguien con un trastorno por uso de sustancias”. Los profesionales especialistas en salud mental que leían acerca de un “consumidor abusivo de sustancias (toxicómano)” tenían más probabilidades de creer que la persona en cuestión era personalmente culpable de su situación y que debían tomarse medidas punitivas hacía él.

Por otra parte, las percepciones negativas sobre las drogas y su consumo también pueden alimentar políticas como la de imponer sentencias mínimas obligatorias en delitos menores relacionados con drogas y programas de tratamiento obligatorio que no solo son ineficaces, sino que violan los derechos humanos, según sugiere el informe.

Un líder experto en reducción de daños del Centro para el Control de Enfermedades de la Columbia Británica emitió un informe el año pasado alentando el empleo de un lenguaje no estigmatizador al describir los trastornos por consumo de sustancias, la adicción y las personas que usan drogas. Su informe también destacó el estigma interiorizado (vergüenza, pensamientos negativos de autoevaluación y miedo) que puede desarrollarse cuando una persona que usa drogas se identifica con un grupo estigmatizado.

Se indicó, asimismo, que las personas que experimentan el estigma interiorizado tienen menos probabilidades de buscar empleo, les resulta difícil desarrollar contactos íntimos y es más probable que eviten el tratamiento. Cuando [las personas que usan drogas] adoptan términos [estigmatizadores] para sí mismos, es probable que experimenten estigma interiorizado y acepten que no pueden recuperarse.

Una defensora de las políticas de drogas y exmiembro de la junta directiva de la Red de Usuarios de Drogas del Área de Vancouver ha reflexionado sobre el efecto del lenguaje en la percepción de las personas sobre el consumo de drogas. Ha planteado la idea de volver a redefinir la crisis por sobredosis del centro médico antes citado como una crisis por envenenamiento, con el fin de reflejar el hecho de que la mayoría de las personas no eligen usar cantidades letales de fentanilo. Hay que remarcar que algo les estaba sucediendo a esas personas y que no se trataba de que ellas hicieran un consumo abusivo de fentanilo. Algo les estaba ocurriendo que hacía que no tuvieran ningún control sobre la dosis consumida.

El informe de la Comisión Global concluye con seis recomendaciones, entre ellas que los responsables de las políticas se esfuercen por cambiar las percepciones sobre las drogas y las personas que las usan proporcionando información fiable y consistente; y que los estados miembros de las Naciones Unidas revisen el lenguaje mientras negocian acuerdos políticos internacionales sobre control de drogas.

Fuente: The Globe and Mail / Elaboración propia (gTt).
Referencia: Woo A. Report Highlights the need to clean the conversations around drug use. Vancouver. The Globe and Mail.  January 9, 2018.

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