Tendencias de tipos de cáncer en personas con VIH en EE UU

Se necesitan más estudios que expliquen la persistencia de mayor riesgo

Joan Tallada
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El virus de inmunodeficiencia humana se replica utilizando preferentemente unas células del sistema inmunitario conocidas como linfocitos T CD4+, cuya función es activar las defensas en caso necesario. Los CD4 son especialmente útiles para alertar de la presencia de patógenos que provocan enfermedades oportunidades o bien del desarrollo de cánceres, sobre todo los de origen viral. Por ello, una caída de estos linfocitos supone habitualmente un aumento del riesgo de experimentar las dolencias mencionadas.

Hay tres tipos de cáncer (o malignidades) de origen viral que se han asociado tradicionalmente a la inmunosupresión por VIH y que forman parte de la definición oficial de SIDA: el cáncer cervical invasivo, causado por ciertas cepas del virus del papiloma humano (VPH); el sarcoma de Kaposi, que se cree generado por el virus del herpes humano 8 (VHH-8); y el linfoma no de Hodgkin, que al parecer tiene su origen en una sobre-estimulación de las células B infectadas por un herpes denominado virus Epstein-Barr.

Se podría suponer que la introducción de la terapia antirretroviral de gran actividad (TARGA) a partir de 1996 significó una caída en la incidencia de las malignidades en general, y muy especialmente en estas tres de origen viral. Sin embargo, los estudios publicados hasta ahora no son concluyentes y se contradicen entre sí. Una nueva investigación estadounidense a gran escala ofrece más resultados paradójicos y hasta sorprendentes.

Expertos del Instituto Nacional Americano del Cáncer han analizado datos sobre casos de cáncer en 375.933 personas con SIDA a partir de los registros de grandes ciudades del país. Al hacerlo, dividieron el período de evaluación en tres: entre 1980 y 1989, cuando no había apenas tratamiento antirretroviral; entre 1990 y 1995, cuando había acceso a uno o dos medicamentos para el VIH; y entre 1996 y 2002, la denominada era de TARGA, que todavía perdura.

Lo primero que observaron es un cambio en el perfil de las personas con SIDA en EE UU, ya que hay menos hombres (que practican sexo con hombres) y más mujeres y personas negras.

En el total del periodo analizado, los dos cánceres más comunes en personas con SIDA fueron el sarcoma de Kaposi y el linfoma no de Hodgkin, y el riesgo de experimentarlo era muy superior entre esta población que entre personas sin VIH.

No obstante, el riesgo de tener sarcoma de Kaposi empezó a declinar en los ochenta, mucho antes de que TARGA estuviera disponible. Este declive prosiguió durante los noventa y se aceleró en la era TARGA. Posteriormente, con todo, el riesgo de sarcoma se mantuvo estable en hombres que practican sexo con hombres, mujeres y hombres que se identifican como heterosexuales.

El patrón de cambio del linfoma no de Hodgkin fue similar al del sarcoma de Kaposi, con un descenso comenzado en los ochenta que continuó en los noventa. A destacar que el riesgo de desarrollar linfoma no de Hodgkin en cerebro y espina dorsal bajó espectacularmente con la disponibilidad de TARGA.

En cuanto al cáncer cervical invasivo, el riesgo de experimentarlo no varió a lo largo de todos los años que abarca el estudio, que incluía la evaluación de 71.564 mujeres con SIDA a cuyos datos se tenía acceso. En términos generales, un 1% de mujeres en este estudio desarrolló este tipo de cáncer.

Por otro lado, se descubrió que hubo un aumento del riesgo de experimentar cánceres no asociados al SIDA, como el linfoma de Hodgkin, el cáncer de riñón y el cáncer de pulmón.

En sus disquisiciones, el equipo de investigadores manifestó que no tenía claro por qué el riesgo de desarrollar sarcoma de Kaposi o linfoma no de Hodkin comenzó a ser menor incluso antes de la era TARGA, aunque sí vieron que dejaron de descender con la introducción de la terapia combinada. Piensan que tal vez el beneficio de TARGA es limitado a causa de las resistencias, o bien que el sistema estadounidense impide el acceso a asistencia médica a amplias cantidades de personas con VIH y un sistema inmunológico muy deteriorado.

Tampoco tienen clara la razón del riesgo mayor de tener linfoma de Hodgkin, que además se ha incrementado con el tiempo, ni del cáncer de pulmón, aunque éste puede tener que ver con una mayor proporción de fumadores, pero no están seguros de ello. En cuanto al cáncer renal, se muestran aún más preocupados y extrañados, ya que sólo pueden especular que pueda ser el propio VIH o la medicación el origen de la alta tasa, pero sin pistas claras al respecto.

En general, este estudio de grandes proporciones, que podría adolecer de ciertas deficiencias al recopilar datos de decenas de registros diferentes con sistemas tal vez no homogéneos, parece apuntar a que el uso de terapia antirretroviral reduce la prevalencia de ciertos cánceres, pero no de otros, un fenómeno que requiere nuevos esfuerzos de investigación.

Fuente: CATIE news / Elaboración propia.

Referencia: Engels PA, et al. Trends in cancer risk among people with AIDS in the United States 1980-2002. AIDS 2006 Aug 1;20(12):1645-54. 

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