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Un folleto para médic@s de primaria sobre el VIH, contraproducente
La Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria (SEMFYC) es la organización profesional que agrupa a l@s médic@s de familia, también conocid@s como médic@s de primaria, y todavía por algun@s como médic@s de cabecera. La SEMFYC también ha querido poner su granito de arena para afrontar la problemática derivada del diagnóstico tardío del VIH. Lo ha hecho editando un folleto de intenciones educativas para que cuando vayamos al ambulatorio, el personal que nos atiende pueda saber, intuir o sospechar quién tiene VIH y quién no. El problema no es querer ayudar, sino que al hacerlo se incurra, por dejadez reflexiva, en tópicos y estereotipos que refuerzan imágenes estigmatizantes.
El folleto en cuestión se presenta como Diagnóstico precoz de la infección por el virus de inmunodeficiencia humana. Un reto para la atención primaria. Como es costumbre en el ámbito de la salud, su grafismo es tirando a pobre, como un cuento infantil barato.
«¿Por qué es importante diagnosticar precozmente a las personas infectadas por el virus de inmunodeficiencia humana?»
«Porque nos sirve para saber si una persona tiene anticuerpos del virus de inmunodeficiencia humana (VIH), si es portadora, lo que facilita la adopción de medidas preventivas.»
Explicado de otra manera: las medidas de prevención las debe adoptar quien reciba un diagnóstico positivo, según este folleto. Resulta cuando menos paradójico, porque de lo que se trataría, supone una, es de evitar que la persona sin VIH lo adquiera (o dicho en lenguaje común, impedir que el seronegativo deje de serlo), por lo que una creería que la intervención debería centrarse también en éste o ésta, y no sólo en quien recibe un diagnóstico positivo. De hecho, un diagnóstico positivo es uno de los pocos mensajes que hace que una persona se replantee seriamente sus prácticas sexuales.
Este enunciado “desresponsabiliza” a las personas sin VIH de seguir siéndolo, ya que indica que será la prueba del VIH la que establecerá quién es positiv@, y por tanto deba utilizar preservativo o jeringuillas limpias. El resto, al parecer, no tendrá que hacerlo.
«Porque podremos ayudar a modificar hábitos y comportamientos y ofrecer apoyo emocional.»
Los hábitos y comportamientos a modificar tendrían que ser los que suponen riesgo de transmisión del VIH, lo que debería ser independiente de si a la persona se le hace la prueba o no, y de si esta da negativo o positivo. De hecho, una persona con diagnóstico negativo y prácticas de riesgo debería recibir tanto soporte para la adopción de medidas preventivas como otra que reciba un resultado positivo. ¿No sería mejor formar y entrenar en comunicación sobre prácticas de riesgo y sus consecuencias en vez de en intentar adivinar quién pudiera ser positivo y quién no?
«Porque contribuiremos a evitar la transmisión de la infección.»
El insistente discurso de que al identificar a las personas con VIH que no saben que lo tienen estaremos evitando la transmisión de la infección constituye la idea-fuerza principal que está detrás de las iniciativas actuales de promoción del diagnóstico precoz. Esto es, que quienes tienen VIH y no lo saben son los propagadores contemporáneos de la enfermedad. Esta idea, además de ineficaz, resulta estigmatizante, y si a algo contribuye es al refuerzo en el imaginario social de la culpa respecto a ser portador/a del virus, lo que a su vez deriva en variadas formas, algunas muy sutiles, aunque no por ello menos dañinas, de prejuicio, discriminación y exclusión social.

«Porque el tratamiento disminuye la carga viral y eso reduce la capacidad de transmitir el virus a otras personas.»
Esta afirmación no puede sustentarse desde el punto de vista científico. Está probado que la cantidad de virus que se encuentra en la sangre periférica (de la que te extraen una muestra para hacerte la prueba; del brazo, por ejemplo) es inferior a la cuantificable en los llamados reservorios (partes del organismo donde el VIH almacena mayor cantidad de copias de sí mismo), uno de los cuales es el semen. Son múltiples las investigaciones que demuestran que una carga viral indetectable en sangre periférica se corresponde con virus detectable en semen.
Pero es que, además, la desafortunada frase va en contra del asesoramiento en prevención para personas con VIH. Después de leerla, no sería extraño que personas con VIH que creen tener la carga viral indetectable pensaran que pueden tener relaciones sexuales sin necesidad de preservativo. Un verdadero sinsentido.
Para no cansaros, reproducimos un último fragmento digno de figurar en la historia universal de la infamia:
«¿A quién realizar la prueba?»
«Personas con comportamientos de riesgo: hombres y mujeres que hayan tenido relaciones sexuales sin preservativo, con parejas esporádicas y/o diversas, con personas que ejercen la prostitución, con consumidores de drogas inyectadas, personas infectadas por el VIH, personas que compartan material de inyección.»
No sabemos si a l@s expert@s que redactaron el desdichado folleto les traicionó el inconsciente o realmente creen que la transmisión del VIH depende de con quién y cuántas veces tienes relaciones, y no cómo las tienes. Aquí pensamos al revés: es la ausencia de preservativo lo que supone el riesgo, no las personas. En realidad, esa forma de escapar de la realidad que es el uso del concepto de grupo de riesgo, aunque no se nombre explícitamente, como es el caso, nunca dejó de ser parte del discurso público, y en este caso oficial.
Mientras, el VIH sigue expandiéndose en nuestra sociedad mayoritariamente entre quienes no han tenido la percepción de haber estado en riesgo. Será porque nunca se dieron por aludid@s. Ante este tipo de documentos, no sorprende.
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