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  1. Lo+Positivo 32, otoño 2005
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Atención a pie de calle: Comité Ciudadano anti-SIDA de Lugo

SIDA y prisión

Marisa y Tito forman parte del Comité Ciudadano anti-SIDA de Lugo. Desde su asociación atienden y asesoran a personas con VIH, algunas de ellas en prisión. Ambos saben lo que es vivir con VIH y lo que significa estar privad@ de libertad. El discurso de Marisa sobre SIDA y prisiones se asienta sobre la sólida base de un profundo conocimiento del reglamento penitenciario y los derechos que debe tener cualquier persona con independencia de su situación penal.

L+P: ¿Cuándo se creó el Comité de Lugo?
Marisa:
Fue en año 91. No teníamos sede social. Estábamos tod@s en casa del presidente. Se creó por la misma razón que en otros sitios: l@s enferm@s tenían necesidades, la gente se moría. Apareció también el miedo. La gente se hacía la prueba por miedo. No había otro sitio adonde acudir. La gente entonces quería saber qué es lo que tenían, cuánto iban a vivir, qué enfermedades iban a tener. En el comité también había en aquel entonces gente muy implicada. Y personas en fase terminal que no sabían qué hacer. Nosotr@s les dábamos apoyo y les ayudábamos a salir a la calle. Ahora no hay tantas enfermedades ni hospitalizaciones, pero sí efectos secundarios, y aspectos como la salud mental que no se están tratando.

L+P: ¿Qué programas tenéis?
Marisa:
Tres específicos. Uno que es un programa integral, donde englobamos todo lo que es prevención, atención a la perso­na que vive con VIH, atención social y atención a presos, es decir, ofrecemos prevención, asistencia social y jurídica. Luego hay otro proyecto dedicado a usuari@s de drogas en activo o en programas de metadona. Luego tenemos un tercero de mujeres y prisión. Podríamos entrar en la prisión de Bonxe y hacer alguna actividad con las presas. Al ser tan pocas no se les puede ofrecer los cursos del INEM. Fuimos allí a hablar con el director para poderles dar una espe­cie de charla. Pero si queremos entrar a hacer un proyecto definido durante un tiempo concreto, tenemos que contratar un seguro de responsabilidad civil por si ocurre algo dentro. En tal caso, tendría que pagar nuestra asociación, por lo que hemos de tener en cuenta con qué presupuesto contamos cada año para poder tirar adelante con este proyecto. Lo vamos a intentar porque ellas mismas nos lo pidieron: estas mujeres no tienen acceso a nada. No es una cárcel de mujeres. No llegan ni a 40 y las tienen en un módulo aparte.

El acceso a las mujeres es más difícil. La mujer, tanto la de la calle como la de prisión, siempre está marginada. En este caso doblemen­te: por ser presa y por ser mujer. Y si encima vive con VIH, peor. Ni te cuento si tienes que ir al ginecólogo a una visita… igual tardas ocho meses en poder salir. Much@s pres@s no exigen derechos que les corresponden. En Lugo, por ejemplo, gracias a sus reivindicacio­nes consiguieron que no los tuvieran en el 'canguro' (furgón policial) mientras esperaban la consulta. Pero no siempre es así.

L+P: ¿Por qué no los reclaman?
Marisa:
Hay mucha desinformación todavía. Hay un nivel de analfabetismo grande. Las mujeres en prisiones pequeñas no tení­an acceso a la escuela hasta hace poco. O iban a la de los hombres o no tenían. Hace un año o dos las mujeres dijeron que estaban hasta las narices de no poder hacer ninguna actividad. La población también ha cambiado mucho en las prisiones. Ahora hay muchas personas extranjeras que no entienden el idioma o que son analfa­betas. Imagínate, entonces, si la mayoría de pres@s de aquí no conoce sus derechos, l@s de fuera peor aún. Nosotr@s l@s asesora­mos en este sentido. Much@s pres@s están trabajando en los talle­res y no saben que pueden estar sin­dicados, que un representante de los presos pueda formar parte de la pro­gramación de actividades, talleres. Y esto está en el reglamento, un regla­mento estupendo. Sería maravilloso que se hicieran las cosas tal y como figuran en él, pero muchas de estas cosas que recoge o no están o no se aplican. Una persona que esté en primer grado olvídate de que algún día lo vaya a superar. Éste es un tío irrecuperable, por mucho apoyo que tenga en la calle, por mucho que él lo lleve bien o que lo saquen de per­misos. Ese tío ya está destrozado de por vida. A la gente que pasa mucho tiempo en la cárcel le cuesta mucho adaptarse una vez fuera. Si facilita­ran las cosas dentro, por ejemplo el acceso a talleres para todos, y no sólo para los veinte que se les conce­de un curso, todo sería diferente. No puede ser que los cursos los puedan hacer sólo unos 40 internos. ¿Y qué pasa con el resto? Matan el tiempo todo el día en el patio. En algunas prisiones, hay reclus@s catalogad@s a l@s que se les impide la participación en talleres.

L+P: ¿Qué opináis sobre el papel de l@s agentes de salud en las prisiones?
Marisa:
Es positiva para ell@s porque están dentro de la prisión haciendo algo durante el día. Para l@s que l@s necesitan también es positivo, porque tienen a alguien que l@s acompaña, que está pen­dientes de ell@s. Pero la percepción que tiene el resto de pres@s no siempre es buena. Piensan que podría haber dentro de prisión gru­pos de autoapoyo que se reuniesen al menos una vez por semana. También está el problema de la seguridad; por ejemplo, a un preso con un cuadro depresivo, que no puede salir del hospital, se le manda un/a psicólog@ para que hable con él. El preso no quiere bajar a la consulta y por consiguiente, el médico no ha conseguido nada. Si se pudiera subir a la celda, a lo mejor se lograría algo, pero es que no te dejan subir. Si el preso no baja, no existe opción de ayuda. Tanto l@s agentes de salud como l@s médic@s están muy coartad@s, dependen del establecimiento penitenciario, y la seguridad prima ante todo.

Con las mujeres es mucho peor. En cárceles pequeñas no tienen ni guardería. Al no tener con quién dejar al/la niñ@ fuera de prisión se lo tienen que entregar al departamento de custodia de menores. Y si una vez que salen no están rehabilitadas, menores no le devuel­ven a su hij@. Si están tomando metadona, tampoco se lo devuelven. Entonces muchas prefieren tenerlo consigo en prisión.

L+P: ¿Cómo ayudáis a las personas con VIH que están en prisión?
Tito:
Preparamos los recursos para las personas que están en pri­sión, les damos cobertura hasta el nivel que podemos. Cuando tiene que entrar un/a abogad@ o un/a procurador/a, miramos de buscárselo de oficio si es necesario, pero normalmente intentamos seguir el caso nosotr@s. El tema de prisiones nos interesa porque los problemas más graves se dan ahí. Las personas privadas de libertad son l@s que tienen más carencias de todo tipo. En prisión no se están tratando correctamente las patologías psiquiátricas y deberían tener­se en cuenta, ya que en prisión suelen agravarse. Pero al psiquiatra apenas se le ve en prisión. Esperan a tener a unos cuantos reclusos para evitar que el psiquiatra tenga que desplazarse día sí, día no. La misma mañana pasa consulta a todos; si hay diez, pues la mañana se la tiene que repartir entre todos estos.

L+P: ¿Piensas que debería haber un psiquiatra dentro del equipo?
Tito:
Por supuesto, es un especialista que debería estar integrado en el equipo médico de la prisión. Además, es una espe­cialidad a la que no tienes acceso extrapenitenciario.

L+P: ¿Cómo se podría exi­gir?
Marisa:
Pues con el tema de la transferencia de las competen­cias todavía pendiente habrá que esperar, y de momento no lo han hecho porque no saben cómo articular la sanidad pública den­tro de prisión. En mi opinión, hacer un hospital de la sanidad pública dentro de prisión sería la solución. Pero si el hospital forma parte de la institución penitencia­ria, l@s médic@s, aunque vengan de la calle, van a seguir depen­diendo de la cárcel.

La atención del VIH varía de una prisión a otra. En Pontevedra, por ejemplo, en A Lama, pasa consulta el especialis­ta de VIH de vez en cuando den­tro de prisión. En Lugo, l@s reclus@s salen del centro peniten­ciario cada tres meses, van a la consulta y salen con la próxima visita fijada, para que no sea la cár­cel la que tenga que hacerlo y se pueda perder el seguimiento del paciente.

La atención ginecológica para las mujeres es todavía peor. Pueden pasar meses sin que te vea un/a ginecólog@. Es una atención primordial que debería ofrecerse a las reclusas, pero sucede lo mismo que con psiquiatría. No tienen nada, ni aparatos de obstetricia. La enfermería de Bonxe es una celda, con una camilla, un armarito con cuatro cosas y nada más. Ahí no pueden visitar a una mujer emba­razada. No hay nada. Sólo hacen placas a los hombres. El módulo de mujeres no tiene enfermería, es una celdilla. Hay muchas carencias en cuanto a instalaciones en las prisiones para poder atender correc­tamente a l@s reclus@s. Se destina mucho dinero a seguridad y poco a sanidad.

L+P: ¿Creéis que se sigue transmitiendo el VIH dentro de las prisiones?
Marisa:
Yo creo que está pasando lo mismo que en la calle, que está aumentando entre la población heterosexual. La reducción de daños con los PIJ en prisión ha sido eficaz, que era donde estaba el peligro más grande, en el intercambio de material de inyección infec­tado. La recomendación de la lejía no resultaba efectiva. Los PIJ en prisiones –además de la circular de Instituciones Penitenciarias de que no se pusiera un parte a un/a reclus@ por llevar una jeringuilla de intercambio– han facilitado las cosas. Antes estaba prohibido lle­var jeringuillas. Yo no sé hasta qué punto están utilizando los PIJ los presos. Desde la institución se dice que es un éxito; reclus@s con l@s que hablo me comentan que no se atreven a ir al PIJ antes de un per­miso por miedo a que se lo anulen. L@s funcionari@s podrían utilizar la excusa para decir que el recluso está consumiendo, no está reha­bilitado y entonces prohibirle la salida. Desconozco si van muchos o pocos.

La gente de prisión busca otras maneras de conseguir la jeringui­lla limpia. También se consume por otras vías: se fuma mucho, hachís, heroína, base... La vía que más se usa es la plata, porque es la más fácil de utilizar, por encima de inyectarse y esnifar.

L+P: ¿Y el tema de las pensiones no contributivas y el des­cuento de la manutención?
Tito:
Es un tema que aunque se da en el contexto carcelario atañe a la Xunta de Galicia, que es la que realiza el descuento de la pensión. Y no sabemos qué se está haciendo con el dinero que se descuenta de las pensiones no contributivas.

L+P: ¿Y cómo se reclama todo esto?
Tito:
Normalmente, al preso cuando le llega el descuento, como no se lo comunican previamente, no sabe por qué se lo hacen. Si pide explicaciones, le contestan con una resolución que dice que el descuento es en concepto de la manutención que se le da en prisión. Una vez te notifican por qué te lo han quitado, tienes derecho a una reclamación. Nosotr@s nos dedicamos a hacer estas reclamaciones, que se las mandamos a l@s pres@s y ell@s la tramitan desde allí. Nos ponen como representantes para llevar el tema fuera de prisión, ver el expediente si lo necesitamos, llevar la demanda hasta el juzgado de lo social si hace falta y ahí defenderlo, y si hay que ir al Tribunal Superior, pues también. De entrada estamos ganando casi todas las reclamaciones. Y en casi todas las resoluciones, el juez dice que se ha de devolver el dinero que se les ha retenido a l@s pres@s.

L+P: ¿Pero no es un poco absurdo que por un lado la admi­nistración les quite una parte de la pensión no contributiva y que luego un juez se la devuelva?
Marisa:
Es que l@s jueces no pueden quitar a una persona una prestación a la que tiene derecho por ley, por ser minusválid@. Es como si tú entras al hospital y te quitan tu prestación, porque es el hospital el que te da de comer. Es lo mismo.

L+P: ¿Por qué lo hace la Xunta?
Marisa:
Al principio les negaban las no contributivas en prisión porque afirmaban que estando en prisión las personas presas tenían sus necesidades básicas cubiertas. Como este argumento no les sir­vió y además empezamos a recurrirlo y ganarlo en los tribunales, lo único que consiguieron fue que un juez dijera que, en todo caso, se podría descontar la parte correspondiente a la manutención. Y les faltó tiempo para empezarlo a hacer. Lo que no sabemos es adónde va a parar el dinero que sacan de las pensiones no contributivas de l@s pres@s, si se emplea en crear más pensiones, en mejorar las pres­taciones para l@s minusválid@s o en qué. Éste es el problema, que nadie sabe adónde va ese dinero. 

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