jardín de infancia
Hace tiempo que lo indican los datos de todo el mundo: la mitad de las nuevas infecciones por VIH se produce en personas que tienen entre 15 y 24 años. Lo cual nos lleva a hablar de una de las más discutidas y polémicas actividades de prevención para gente joven: la educación sexual.
En el mundo adulto hay un gran mito que conmociona a las personas que tienen adolescentes y jóvenes a su cargo. Este mito cuenta que la información, los conocimientos y el saber conducen directamente a la actividad sexual. Algunos padres y madres, y otras personas adultas, se resisten a dar a la gente joven la información sexual que necesitan porque temen que estos conocimientos les impulsen a una actividad sexual prematura, o que hablar de ello abiertamente estimule las relaciones sexuales casuales.
Así, se ha establecido una buena batalla campal: abstinencia sexual frente a educación sexual. Las personas partidarias de cada una de las opciones se esmeran en presentar estudios, teorías y datos que justifiquen su posicionamiento, pero parece que a veces olvidamos lo que es real para la gente joven, cómo lo viven y lo que necesitan de nosotr@s, las personas adultas.
Nos guste o no, la información sexual tiene lugar, y la gran mayoría de adolescentes serán sexualmente activ@s en un momento u otro. Nos guste o no, nuestr@s chic@s aprenderán sobre sexo. No tengáis ninguna duda de que reciben información constante y abundante sobre sexo. Si no, echad un vistazo a vuestro alrededor y observad la cantidad de información con contenido sexual que hay en las series de televisión, en las canciones, en las revistas de moda...
Esta educación sexual informal casi siempre provoca confusión y malas interpretaciones.
Tod@s l@s jóvenes tienen derecho a la educación y a la salud, vivan con VIH o no. Tienen derecho a una educación sexual fiable y equilibrada, incluida la información sobre métodos anticonceptivos y de prevención.
Parte de las diferencias de posicionamiento ideológico sobre la educación es una visión estereotipada que define a la juventud en términos de hedonismo e irresponsabilidad: tod@s son amantes del riesgo porque sólo viven el presente y tienen unas carencias inherentes a la edad que han de remediar las personas adultas. Por eso se ve su sexualidad como algo que hay que controlar y restringir, por lo que se acaba dificultando su acceso adecuado a la información, los servicios y los recursos. ¿Alguien se atreve a pensar que esto es una vulneración de sus derechos?
Es hora de aplicar una perspectiva más inspirada en la heterogeneidad y la responsabilidad. La experiencia de cada joven varía en función de su bagaje cultural, género, sexualidad y situación socioeconómica, entre otros factores. Por tanto, aunque algun@s jóvenes asumen riesgos, la mayoría son, como mínimo, tan responsables como sus padres y algun@s, más. Son precisamente estos factores estructurales e individuales los que hacen que l@s jóvenes sean más vulnerables al VIH y al SIDA. Construir respuestas para paliar esta vulnerabilidad específica significa tener en cuenta que cada persona joven tiene diferentes experiencias sociales, diferentes esperanzas y diferentes aspiraciones.
Ya no podemos seguir dudando de que l@s jóvenes sean capaces de protegerse. Sin embargo, encontramos en su desarrollo algunos obstáculos clave, como: dificultad de acceso a la información y los recursos; los servicios no suelen estar diseñados de acuerdo con sus necesidades; y l@s profesionales no reciben suficiente información especializada en temas de adolescentes.
Vista desde aquí, la abstinencia no deja de ser una opción responsable más: siempre que haya opciones habrá reflexión, y si hay reflexión habrá educación.
Estamos hablando de una educación sexual para todo el mundo sin dar por supuesto que lo normal es ser negativo al VIH; de una educación sexual que incluya la conciencia sobre el estigma, la discriminación y los derechos humanos. Hablamos de una educación sexual que propicie el pensamiento crítico y responsable: una manera de vivir.
Hay otra evidencia que se produce en todos los países del mundo: jóvenes y adult@s hablamos de sexo con muy poca frecuencia. Hablar de sexo cuesta. ¿Qué podemos hacer las personas adultas para ayudar a construir esta comunicación? Éstas son algunas pistas:
- Infórmate. Mucha gente se siente más cómoda hablando de temas delicados, como la sexualidad, si dispone de información válida y actualizada.
- Aclara tus propios valores. Es difícil hablar con los adolescentes de temas relativos a la sexualidad si tú no tienes claras tus creencias y valores. Piensa en tus propias opiniones sobre la sexualidad.
- Habla con la gente joven compartiendo tu información, creencias y valores. Se dice que es importante empezar a hablar de sexo con l@s niñ@s de una manera adecuada a su edad. De esa forma se borra un poco el fantasma de la gran charla cuando llega la adolescencia. Para iniciar la conversación puedes utilizar «pequeños momentos educativos» aprovechando un mensaje de la tele, acontecimientos o cosas que ocurren en la escuela. Interesarte por lo que piensan ell@s y sus amig@s también permite iniciar un diálogo y evaluar la validez de su información al tiempo que ofreces nuevas ideas u opiniones.
- Escúchales. Aunque tengamos acceso a mucha información sobre la edad de las primeras relaciones sexuales, sobre cuándo utilizan condones, etc, la verdad es que sabemos muy poco sobre lo que piensan l@s adolescentes sobre la sexualidad y por qué toman las decisiones que toman.
- Escucharles facilitará la comprensión de cómo darles el apoyo y la dirección que necesitan.
- Ayúdales a encontrar respuestas a sus preguntas. Queremos ayudarles a ser buen@s consumidor@s de información válida y real sobre temas de salud sexual. Trabajar con la juventud para que encuentren recursos informativos y lleguen a ser consumidores crític@s de información puede beneficiarnos a tod@s, además de contribuir a construir una relación basada en el respeto y el cuidado.
- Anímales a buscar ayuda. Además de darles información y ayudarles a ser sexualmente responsables, podemos enseñarles a buscar ayuda y solicitar atención cuando la necesiten. La gente joven suele creer que puede manejar sus problemas, que no necesita a nadie y no demuestra que necesite ayuda. Si nosotr@s hablamos de cómo buscamos la ayuda que necesitamos, ell@s pueden integrarlo dentro de sus estrategias para negociar en relación a sus problemas y necesidades de información.
- Dales la oportunidad de hablar de sus intereses, sentimientos y asuntos relacionados con la salud sexual y reproductiva, así como de practicar las habilidades para tomar decisiones y negociar. Si l@s jóvenes están desarrollando su propio marco ético y de valores sobre sexualidad y se preparan para tomar sus propias decisiones, necesitan disponer de oportunidades para usar esta información, tener en cuenta diversas perspectivas y utilizar diferentes estrategias para negociar con sus parejas y tomar decisiones. Procuremos ofrecer espacios en los que puedan hablar con libertad y poner en práctica sus respuestas.
L@s chic@s no se convertirán en responsables de manera automática al cumplir los 18 años. Un pensamiento independiente requiere experiencia en el uso de habilidades para la toma de decisiones. Cuando promocionamos un pensamiento independiente, les damos la oportunidad de adoptar aquellas decisiones para las que sí tienen capacidad.
Las personas adultas que tratan de proteger a la juventud de la información que necesita para hacerse responsables de su sexualidad, pueden empujar a l@s jóvenes sexualmente activ@s a una sexualidad menos responsable. En cambio, hablar sobre temas de sexo abiertamente ayuda a construir la responsabilidad.
Los datos también indican que una educación sexual oportuna y eficaz, en lugar de poca información facilitada demasiado tarde, ayuda a posponer el primer encuentro sexual, ayuda a prevenir embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual, como el SIDA, y sobre todo, desarrolla el crecimiento del respeto por un@ mism@ y por l@s demás.
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