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  1. Lo+Positivo 32, otoño 2005
  2. Opinión

El hilo que nos une

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Soy una lectora de LO+POSITIVO, estoy encantada con vuestra revista y la espero cada trimestre con mucha ilusión, pues a través de vuestra revista hacéis que me sienta cerca de vosotr@s ya que de alguna manera sois el hilo que nos une a la información más reciente sobre el VIH. Me gustaría que publicarais mi testimonio y a través de éste, recordar y hacer un homenaje a tantísimas personas que ya no están, que murieron víctimas de las drogas y el SIDA. 
 
Mi nombre es Esperanza, vivo con VIH hace ya dos décadas, y considero que soy muy afortunada a pesar de estar muy herida en lo más profundo de mí.
 
Todo comenzó a mediados de los años setenta; mi barrio es un barrio de la zona sur y empezábamos a tener nuestras ideas propias, much@s ya andábamos metid@s en organizaciones políticas que luchaban por las libertades de este nuestro país; vivíamos llen@s de esa valentía que crece a raudales cuando tienes esa edad.
 
Crecimos en barrios obreros donde se luchaba cada día por subsistir en una España recién salida de una dictadura que duró nada menos que cuarenta años.
 
Éramos muy valientes, pensábamos que podíamos cambiar el mundo, pero qué paradoja, el mundo nos cambió a nosotr@s, más que cambiarnos nos anuló completamente. ¿Por qué? Pues bien, llegaron las drogas y con ellas llegó otra forma de vida. Esta forma de vida consistía, en que ya no nos hacíamos escuchar, estábamos tan ocupad@s que nunca imaginamos que aquello sería lo peor que podía pasarnos, nos estábamos convirtiendo en lo que nunca quisimos ser: ¡esclav@s!
 
Familias enteras se resquebrajaban, se hundían con nosotr@s en aquel mundo oscuro; nadie reparaba en lo que estaba ocurriendo, éramos la lacra para una sociedad que sólo tenía tiempo para las cosas superfluas, materiales, etc.
 
Con muy pocos años comenzamos a sufrir nuestras equivocaciones y siendo aún muy jóvenes perdimos la libertad que no recuperaríamos nunca. Primero batallamos para salir de las drogas y cuando pensábamos que habíamos ganado tan dura batalla llegó el SIDA. Entonces, hace veinte años, SIDA era igual a muerte, no había información y no sabíamos a qué atenernos. Creo que a gran parte de aquella generación se la llevó el miedo, la incertidumbre de no saber qué podía pasar. Empezaron a medicarnos con [dosis demasiado altas de] AZT y much@s no lo resistieron.
 
¡Cuánta gente maravillosa se ha marchado en lo mejor de sus vidas! Personas a las que gran parte de la sociedad recuerda el 1 de diciembre sin más.
 
Por eso, veinte años después me pregunto: ¿por qué se permite que l@s chavales sigan enganchándose a las drogas? ¿Cómo es que la gente se sigue infectando por el SIDA? Esto no es más que otra forma de terrorismo. Está claro que si la solución no da beneficios económicos, NO HAY NADA QUE HACER.

 

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