La mayor parte de los efectos secundarios se deben a que el organismo se está adaptando a un nuevo fármaco y, por lo general, desaparecen tras unas pocas semanas. Los efectos secundarios graves a largo plazo son mucho menos habituales. Por lo general, si un fármaco te provoca problemas, tu médico podrá proporcionarte otro distinto.
Es mucho mejor empezar a tomar el tratamiento antes de que el sistema inmunitario esté dañado, ya que así se prevendrán enfermedades en el futuro. Para saber cuándo es un buen momento para iniciar la terapia antirretroviral se emplea un análisis de sangre denominado recuento de CD4.
Esto no sucede cuando abrazas o hablas con alguien o cuando empleas el mismo tenedor, taza, plato, toalla o baño que otra persona. Por tanto, no hay riesgo de transmisión del VIH en esas situaciones.
El tratamiento antirretroviral puede hacer desaparecer la mayor parte del VIH en el organismo, pero el virus nunca desaparece por completo. Sigue presente en algunas partes del cuerpo, como el intestino. Si dejas de tomar fármacos antirretrovirales, el VIH comenzará a extenderse de nuevo por todo tu cuerpo.