Una de cal y otra de arena


William Mejías

La Rusia de Putin es un país de contradicciones sociales, gobernado “como cuando se saca el perro a pasear”, al que se tira de la correa para imprimir control absoluto, a la vez que se le suelta un poco para que olisquee por los rincones. Esta denigrante analogía refleja una señal más del creciente autoritarismo en Rusia. Primero, deniega visados a activistas y líderes comunitarios que asistirían a una conferencia sobre el sida en Moscú. Segundo, crea leyes que estrangulan el trabajo comunitario. Y finalmente, aunque no sea lo habitual en su política social, deroga la prohibición que existía sobre el colectivo gay de donar sangre. ¿Cuál será la siguiente orden?
Image: La Rusia de Putin, cal y arena

Cal, la obstrucción social

La asociación Human Rights Watch (HRW), en un informe público, fechado el 28 de febrero, denunció que una reciente nueva legislación otorga poderes al Estado para interferir en la labor de las organizaciones no gubernamentales (ONG). El informe de 72 páginas de HRW Estrangular mediante la burocracia: Obstáculos oficiales al activismo de la sociedad civil independiente explica cómo estos reglamentos han afectado a varias ONG que se ocupan de cuestiones controvertidas, intentan promover la disidencia pública o reciben financiación extranjera.“Con las nuevas reglas, las ONG viven bajo la amenaza constante del hostigamiento”, señaló Kenneth Roth, director ejecutivo de HRW. “Y esto supone una grave amenaza contra la libertad de expresión en Rusia”, agregó.

Los nuevos reglamentos incluyen una ley de 2006 por la que el Servicio de Registro ostenta el control sobre las ONG. Este Servicio puede rechazar las solicitudes de las mismas, realizar inspecciones intrusivas en las operaciones de estas organizaciones y solicitar numerosa documentación interna, que incluye documentos confidenciales. Según el informe de HRW, uno de los principales problemas de las inspecciones es que son un prolongado suplicio burocrático, durante el cual las actividades de la entidad se ven estancadas hasta que se resuelva el proceso. Y éste puede durar, en algunos casos, varios meses, y también puede costarle mucho dinero a la asociación si el gobierno decide penalizarla por cualquiera de las supuestas infracciones recogidas en el nuevo reglamento. Con este informe, HRW insta al Gobierno ruso a que modifique la ley sobre las ONG de 2006 mediante la implementación de reglamentos que eliminen sus disposiciones más restrictivas e intrusivas.     

Asimismo, pretende dar la voz de alerta a los aliados de Rusia, especialmente la Unión Europea y el Consejo de Europa, para que aprovechen todas las oportunidades con el fin de pedir al gobierno ruso que adopte medidas concretas al comienzo de este nuevo ciclo político, para fomentar un entorno en el que la sociedad civil pueda funcionar con libertad.

Arena, la fuerza de la masa

Aunque parezca contradictorio, Rusia se ha puesto, por vez primera, a la cabeza de países como Canadá, EE UU, Australia o Andorra en materia de derechos civiles del colectivo de gays, lesbianas, bisexuales y transexuales (GLBT). Por ello, los activistas gays rusos están de enhorabuena, pues celebran su primera gran victoria en dos años de lucha para conseguir derogar la prohibición de donación de sangre del colectivo homosexual.

Según la editorial británica UKGayNews, el pasado 16 de abril, la nueva ministra de Salud y Desarrollo Social, Tatyana Golikova, firmó un decreto que enmienda las normas sobre las donaciones de sangre que fueron implementadas en septiembre de 2001. De acuerdo con la enmienda, se derogaban las disposiciones para la prohibición absoluta de las donaciones de sangre de personas de los llamados grupos de alto riesgo (homosexuales, drogadictos y prostitutas). Los activistas gays rusos han hecho campaña contra la prohibición desde abril de 2006, cuando enviaron una carta al Ministerio de Salud y Desarrollo Social, así como al fiscal general de Rusia, pidiéndoles la derogación de la prohibición, ya que contradice la Constitución de Rusia y la legislación federal.

Un año después, volvieron a repetir la acción. El Ministerio respondió dos veces a los activistas diciendo que la enmienda se implementaría, y que el asunto se estaba discutiendo. Un mes más tarde, se envió una tercera carta al Ministerio. Dos activistas, Nikolai Alekseev y Nikolai Baev, recordaron a los funcionarios que, «desde mayo de 1993, las relaciones homosexuales consentidas entre adultos en privado no son consideradas un delito en Rusia. Desde 1999, la psiquiatría rusa no considera la homosexualidad como una enfermedad mental, así como el conjunto de la clasificación internacional de enfermedades mentales.

Fuente:
www.hrw.org
www.ukgaynews.org.uk/Archive/08/May/2302.htm
Elaboración propia.