ABDEL. Nació en Marruecos hace cuarenta años. Ahora vive en Badalona (Barcelona). Asegura que a sus paisan@ s les llega poquísima información sobre el VIH. Él mismo ha sido apartado de su comunidad por falsas ideas sobre las vías de transmisión.
MARCO. Nació en Chile. Es peluquero de profesión y vive en Bilbao. Este año cumplirá los treinta y nueve. Volvería a su país si cambiaran las políticas de acceso al tratamiento.
WILLIAM. ació en Venezuela hace treinta años. Se diplomó en Empresariales en Caracas (Venezuela). Vino a España escapando del caos sanitario de su país. Vive en Barcelona y trabaja para las comunidades VIH españolas y de América Latina en proyectos de cooperación. De momento, no piensa volver.
1. ¿Cuánto tiempo hace que estáis en España?
MARCO: Llevo dos años y medio residiendo definitivamente. Vine desde Chile por la necesidad de tener que entrar en un programa para recibir la medicación y también por el contacto con T4 de Bilbao, donde trabajo como voluntario y soy miembro de la junta. Yo llegué por primera vez el año 98, haciendo viajes cada seis meses para recibir medicación; luego volvía a Chile. En vista de que había muchos casos de personas que venían a realizarse un control y a por medicación y que luego regresaban a sus países, la administración empezó a exigir que las personas residieran en el País Vasco. Así que llegué en julio del año 2000 a Bilbao.
William: Llevo en España unos dos años y medio también. Llegué en octubre del 99 a Zaragoza y estoy en Barcelona desde enero de 2000.
Abdel: Llevo once años y medio en España.
2. ¿Cuál fue vuestra motivación para iros de vuestro país?
A: Yo me fui de mi país para mejorar mi vida, para mejorar económicamente. Tenía trabajo en Marruecos pero no era muy bueno y no estaba asegurado.
W: Mi motivación fue principalmente mi condición de seropositivo, porque en Venezuela no había una política clara de acceso a los tratamientos y a los servicios. Eran y siguen siendo ínfimos y caóticos. Prácticamente todo mi sueldo estaba destinado a comprar la medicación y a pagar los análisis. Eran costosísimos.
M: En mi caso, al igual que William, el deseo de emigrar y venir a buscar la posibilidad de recibir tratamiento fuera de Chile nació de una necesidad. Yo fui paciente terminal y después de haber estado hospitalizado durante tres meses tuve la suerte de que mi familia hiciese una colecta de dinero para poder comprar el tratamiento. Cuando me empecé a recuperar entré a trabajar en activismo en VIH/SIDA en la asociación Vivo Positivo. Siempre buscamos ayuda fuera. Hicimos contactos con México, con EEUU y España. Finalmente contacté con T4 en Bilbao y pude conseguir tratamiento. Vine a España porque se me exigió residir aquí para poder seguir con el tratamiento.
3. ¿Cuándo y dónde obtuvisteis vuestro diagnóstico VIH+?
A: Fue en 1995, en Badalona. Me encontraba mal, tenía fiebre, tos y estaba muy flojo. Fui al hospital, me ingresaron unos días, me hicieron varios análisis y al final me dijeron que no tenía nada. Yo les pedí que me hicieran la prueba del VIH, me la hicieron y salió positivo. Estuve tiempo sin querer saber nada del tema, pasaba de todo. Al cabo de un año fui a otro hospital y lo conté. Entonces me dijeron que tenía que empezar tratamiento.
W: El 19 de noviembre de 1995, en Caracas. Yo ya me lo suponía, pues mi pareja había tenido una mononucleosis y salió positivo. Yo, al principio, no quise hacerme la prueba. Tardé aproximadamente seis meses. Cuando me decidí, fui a la Cruz Roja venezolana y me acuerdo de que fue, más que traumático, cómico. Fui a recoger el resultado y había mucho misterio, sacaron a todo el mundo de la sala y me dejaron a mí encerrado en un cuarto. Entonces ya supe lo que me iban a decir. La doctora le dio muchas vueltas al asunto y al final le dije: «No me dé tantas vueltas que ya sé que soy positivo». Ella se quedó extrañada porque pensaba que rompería a llorar, que gritaría o que me desmayaría, me dijo. Pero eso no fue así. No me deprimí ni lloré, al contrario, creo que incluso lo tomé con buen humor.
M: A mí también me diagnosticaron el año 95 en Chile. Fue a raíz de una cirugía que tuve. En mi caso se hizo la prueba sin informarme. Al mes y medio después de haberme operado fui a visitarme y el médico me dio la noticia. Fue una sorpresa, pero también lo tomé tranquilamente. Mi pregunta fue: ¿y ahora qué hago? Y lo que más me sorprendió es que el médico no supiera darme una respuesta a mi pregunta de cómo afrontaba el problema el sistema sanitario chileno. Así que por iniciativa propia tuve que empezar a buscar información.
4. ¿Qué tipo de información sobre el VIH habíais recibido en vuestro país de origen?
M: Creo que la información más extendida era que el SIDA era una enfermedad que se presentaba en ciertos colectivos: homosexuales, trabajadores/as del sexo, personas promiscuas, etc. En Chile la información siempre se manejó desde el punto de vista estadístico y también bajo un prisma moralista. La información era manejada por la iglesia. El gobierno chileno a su vez era muy poco claro y siempre vinculando la infección a la promiscuidad, a l@s homosexuales y a la prostitución, pero no con un criterio educativo o social. No había mensajes dirigidos a la juventud, ni de prácticas de riesgo, ni de uso de preservativo, ni se hablaba de cómo cada un@ vivía su sexualidad. Al pertenecer a uno de esos colectivos, siempre conté con la hipótesis de que a lo mejor algún día yo también podía estar infectado y por eso quizás no me sorprendió. Tanto el gobierno chileno, como los medios de comunicación, como las políticas de estado referentes al problema del SIDA eran muy ambiguas.
A: Yo no tenía en Marruecos ningún tipo de información. Me enteré de que en el 98 abrieron una asociación en Casablanca, pero no sabía nada más. Allí no se habla de SIDA. Sólo cuando te vas a casar te hacen análisis para saber si estás bien, porque la religión musulmana prohíbe tener relaciones sexuales antes de casarte. Se suele pedir a los dos cónyuges, aunque si tienes mucha confianza no lo haces. Antiguamente no se hacían pruebas de nada. Ahora se comprueba la salud antes de contraer matrimonio, pero información sobre el VIH no hay.
W: En un principio, lo que sabía era que se trataba del ‘cáncer gay’ y que afectaba principalmente al colectivo homosexual, pero como conocía personas vinculadas a organizaciones gays pude obtener algo más de información. A principios de los años 90 en Caracas la información era muy escasa, no se sabía muy bien qué había de tratamientos. La información que yo recibía por parte de mi médico era ínfima. Nos decía, a mí y a mi compañero, que debíamos mantener relaciones sexuales con preservativo para evitar la reinfección y poco más, justo lo básico. Iba consiguiendo información a través de internet, pero definitivamente cuando más he sabido es estando ya aquí en España.
5. ¿Tenéis o habéis tenido dificultades para vivir en España?
A: En el año 90 llegué y no tuve problemas, había trabajo y me arreglaron los papeles muy rápido, sólo presentando mi pasaporte, dos fotografías y un número de cuenta bancaria. Tengo la residencia desde el 91. Los problemas llegaron con el VIH, sobre todo con mis paisan@s. Falta mucha información entre las personas musulmanas, no saben lo que es, creen que se transmite muy fácilmente por las lágrimas, por la saliva, con un saludo, o por un beso. Entonces lo pasé muy mal, además también se me declaró un cáncer. Durante dos años estuve sin trabajo, sin dinero, sin vivienda, sin nada de ayuda. Estuve un tiempo durmiendo en la calle. En Can Ruti, el centro hospitalario en el que me tratan, me mandaron a una asociación de Badalona, Vihda Associació, donde sí pude obtener ayuda.
M: Yo al principio estuve un año y dos meses sin permiso de residencia y sin permiso de trabajo, a pesar de que los papeles estaban en trámite. El problema era la preocupación y el miedo de que me fueran a pillar estando trabajando. En cuanto a mi vida cotidiana en la ciudad de Bilbao, he de decir que no he tenido ningún problema. Yo recibí mucha ayuda en un comienzo; a través de la asociación T4 me incorporé a los programas de ayuda social que tenía el País Vasco. De hecho, en mis primeros viajes yo me hospedaba en el albergue municipal de Bilbao, que está destinado a proporcionar alojamiento en casos de emergencias sociales. Allí recibí ayuda de l@s asistentes sociales y fueron ell@s l@s que me orientaron sobre qué pasos debía dar para poder ir regularizando mi situación. El abogado mismo era del Ayuntamiento de Bilbao y no tuve que pagar nada por su trabajo. Reconozco que tuve ventajas por un convenio que existe entre España y Chile, el tratado de libre-comercio. Recibí del ayuntamiento una ayuda de inserción social de 25.000 pesetas al mes para alimentación durante seis meses. Después entré en un programa en el que se me pagaba un piso compartido, hasta que llegó el momento en que encontré trabajo. Creo que el hecho de pertenecer a una cultura latina con tanta influencia española, no ha hecho que me sienta totalmente fuera de mi cultura; eso también ayuda.
A: En mi caso, a diferencia de William y Marco, hay mucha diferencia cultural, pero en cambio, yo he encontrado a buenas personas. Cuando tuve el cáncer una asociación me consiguió también por seis meses una paga de 18.000 pesetas.
W: Mi experiencia ha sido totalmente distinta. La primera vez que solicité residencia fue en abril de 2000. Lo hice como trabajador por cuenta propia siguiendo las instrucciones de una abogada que me estafó porque a fin de cuentas eso no tenía ningún peso. Me la denegaron. La segunda vez que la solicité fue hace poco tiempo y también se me ha denegado. Ahora me encuentro sin residencia y sin permiso de trabajo. De todas formas afortunadamente me he encontrado con personas que me han ayudado. Tengo mucho que agradecer a muchas personas españolas; en cambio tengo mucho resentimiento contra el gobierno de este país porque después de tres años acá me sigo sintiendo preso en España, porque no puedo salir de viaje, no puedo alquilar un piso, no puedo acceder a ningún programa social de ayuda a la vivienda o pedir un crédito, etc. Solicité una revisión de la segunda solicitud y todavía no me han respondido, llevo esperando desde noviembre del año pasado, y claro esta situación me pone muy mal, me produce un gran estrés, me angustia, me deprime y a diferencia vuestra –de Abdel y Marco- para mí está siendo un calvario. Además, ahora desconfío de cualquier abogad@ y ando con mucho cuidado.
6. ¿Creéis que la infección por VIH os ha hecho u os hace más difícil la vida en España respecto a otras personas inmigradas?
M: Mi vida se ha normalizado más aquí que en Chile, por el hecho de que acá la vivo más libremente. En el trabajo todo va bien y en mi grupo de amistades se sabe mi condición de seropositivo y no he tenido ningún problema.
W: Para mí fue un problema en trabajos anteriores, pues no podía revelar mi condición de seropositivo, sobre todo cuando tenía que ir al hospital. Estar pidiendo constantemente permiso no es lo habitual. Entonces vienen las preguntas y para mí eso era una preocupación muy grande, pues tenía miedo de que me echaran. Ya estaba trabajando ilegalmente, cobrando poco, como si me estuviesen haciendo un favor.
A: Yo he tenido muchos problemas con las personas de mi cultura, pero con l@s españoles/as lo llevo bien, tengo hospital, tratamiento y colaboro en una asociación contra el VIH.
7. ¿Cómo fue vuestro acercamiento al sistema sanitario español?
M:Yo tuve la suerte de que las organizaciones del País Vasco estuvieran muy enfocadas a la ayuda al inmigrante. Fue fácil entrar en el sistema sanitario.
W: Yo llegué primero a Zaragoza y luego me desplacé a Barcelona, donde me dirigí a una asociación de Barcelona y una persona me acompañó a hacer las gestiones. Ahora tengo un número provisional.
A: Yo tuve número de la Seguridad Social desde el principio, con el permiso de residencia y nunca he tenido ningún problema para ser atendido ni para obtener medicación.
8. ¿Estáis en contacto con otras personas inmigradas ya sea de vuestro país o de otros países?
A: Con mis paisan@s de entrada fue muy mal con tod@s. Recibí mucho rechazo de tod@s, tanto en la calle, como en la mezquita, en todos los sitios. Yo no lo dije a nadie pero mi hermano se enteró enseguida a través de una persona que estaba haciendo prácticas en el laboratorio de Can Ruti, también de origen árabe; luego se enteraron tod@s y mi hermano me echó de su casa. Para ell@s es una enfermedad mortal y tienen mucho miedo ‘al contagio’. Ahora hay algun@s que me aceptan, porque están un poco informad@s. Pero me gustaría dejar claro que yo no quiero echar la culpa a mis paisan@s, creo que falta mucha información. Yo antes tampoco sabía nada de esta enfermedad. En su lugar quizás hubiera hecho lo mismo. Para informar a mis compatriotas hay que hacerlo en árabe. Es importante que sepan cómo se transmite esta infección, que sepan cuándo existe riesgo y cuándo no. Algun@s entienden el español, pero son poc@s, muy poc@s.
M: En mi caso me he rodeado más que nada de gente española. Las personas chilenas que conozco son también personas que viven con el VIH que yo he ido trayendo desde Chile, pero con la comunidad chilena residente en Bilbao no he tenido mucho contacto.
W: Igual que Marco, la mayoría de las personas con quien me muevo son españolas. No conozco a nadie con VIH de mi país que esté en España, pero sí a otr@s latinoamerican@s que viven con VIH aquí.
9. ¿Cómo lo lleváis con l@s españoles/as?
A: Muy bien. Yo prácticamente sólo tengo relación con españoles/ as y sobre todo con la gente de la asociación Vihda de Badalona. Son l@s amig@s que ahora tengo.
W: En líneas generales, muy bien. Igual que Abdel yo me relaciono con much@s españoles/as sobre todo personas que trabajan en el campo del VIH, también con l@s amig@s de mi pareja, que es español. Los problemas no los tengo con las personas, los tengo con la administración.
M: Yo, al igual que William y Abdel, he tenido la suerte de que me he rodeado de gente seropositiva y de que entre tod@s nos hemos ayudado para intentar normalizar nuestras vidas lo más posible y en ese sentido hemos generado un vínculo de amistad, de compenetración. Fuera de las asociaciones de lucha contra el SIDA me ha tocado ver dos caras bien distintas. Una de ellas me ha sorprendido mucho, y creo que en general nos ha sorprendido a toda la gente que venimos de fuera, y es descubrir que en España también existe una discriminación de las personas según su procedencia geográfica, ya sea del norte, del sur o del centro. Eso me ha llamado mucho la atención. También el concepto que se tiene del/de la inmigrante latin@, del/de la ‘sudaca’. En ese sentido he tenido la suerte de encontrar en el País Vasco una buena acogida, aquí hay un sentimiento paternalista, protector, al menos hacia l@s chilen@s.
10. ¿Qué creéis que aportáis o podéis aportar vosotros a la sociedad española?
A: En mi cultura, por la religión, las personas deben ser educadas. El Corán dice que tienes que ayudar a l@s demás en todo lo que puedas. Somos más solidari@s, en general. Pero aquí en España hay personas de Marruecos que actúan de otra forma y por eso l@s españoles/as tienen miedo de l@s árabes en general. A mis amig@s les gusto porque soy una persona responsable, en la que pueden confiar, también dicen que soy cariñoso. De todas formas, no es fácil, pues debido a la mala fama que existe sobre l@s árabes yo tengo que demostrar constantemente que soy una buena persona.
W: Entiendo lo que puede sentir Abdel, porque a pesar de ser latino y no tener a nadie de origen árabe en mi familia, por mis facciones la gente tiende a confundirme. Sin ser marroquí he vivido en carne propia lo que puede sentir un marroquí en España. La policía me ha parado en varias ocasiones para pedirme la documentación. Una vez, yendo en el metro me dijeron: "¡Puto moro!". Como Abdel también he tenido que demostrar constantemente que no soy mala gente, que vengo a trabajar y a tener una vida tranquila. Creo que aporto mucho con mi trabajo. Yo vine también con la intención de integrarme, de ser parte de esta sociedad y de contribuir a ir hacia delante.
M: Una de las cosas que he descubierto es que nosotr@s como latin@s quizás tenemos más tolerancia, o tenemos un sentimiento más de hermandad, de ayudarnos, de preocuparnos el uno por el otro. Y creo que la gente que vive cerca de mí lo ha sentido, algo así como un compromiso. También una de las cosas que uno aporta es su historia personal y la de su país. Por ejemplo, a las personas seropositivas con las que me relaciono por mi trabajo, les he hecho ver las diferencias que hay entre países, les he enseñado que en los países donde hoy en día no hay tratamientos la gente se está muriendo. Para algunas personas españolas esta revelación ha sido bastante chocante hasta el extremo de replantearse aspectos importantes de su vida.
11. ¿Qué cambiaríais?
W: Debería haber una mayor apertura de la sociedad española.
A: Debería haber más información sobre cómo es nuestra cultura.
M: Más allá de la tolerancia, deberíamos ser un poco más abiert@s para realmente conocer al individuo, más que la cultura, aunque obviamente las personas traen consigo su cultura.
12. ¿Cuáles son vuestros planes de futuro?
A: Mi futuro está en España, me quiero quedar aquí. Tengo una novia en Marruecos con la que me voy a casar en agosto y vendrá conmigo a España. Me gustaría poder tener hij@s, aunque me falta la información de si eso es posible y cómo se hace.
M: Cuando tomé la decisión de venir a España me puse un plazo. Yo siempre he proyectado a diez años vista. Durante este tiempo quiero estar en España, luego si veo que en mi país existe un cambio palpable en lo que son las políticas del estado respecto a los tratamientos del VIH, yo volvería, pero ya veremos si eso ocurre.
W: A mí me gustaría quedarme en España, si el gobierno me lo permite, claro.