El voluntariado cambió mi vida


Helena Aulina

Mi historia se remonta al año 1986, cuando me diagnosticaron que era portadora de los anticuerpos del SIDA. Además tenía un problema de adicción a las drogas y ya lo había intentado todo para salir de él. Después de muchas tentativas fracasadas y de tanto sufrimiento, empezaba a pensar que mi vida ya no tenía sentido. 

No sabéis lo mucho que deseaba morir, estaba harta de mi vida, vacía del todo, sin motivación para nada… No tenía miedo a la muerte pero tenía un pánico atroz a perder la conciencia y el autocontrol, ya que en estos años viví muy de cerca la transformación y posterior muerte de vari@s de mis amig@s. 

He de decir que esta enfermedad lleva consigo algunos comportamientos inhumanos e injustos por parte de algunas personas, que he vivido en primera persona y en la piel de mis amig@s. Estoy convencida de que esto ocurrió así porque la situación de mis compañer@s y la mía propia era de total falta de autoestima, aparte de que nuestro auténtico "yo" andaba vagando por otra galaxia. Si por algo hoy me alegro de estar viva y de seguir aquí, es porque nunca más permitiré que delante de mí se repitan estas injusticias, falta de respeto y discriminación hacia ninguna persona de este planeta. 

Pero un buen día las cosas cambiaron para mí pues un familiar vinculada a una ONG anti-SIDA me ofreció la oportunidad de hacer un taller vivencial de cuatro días sobre "muerte y transformación" destinado a personas con VIH-SIDA. Como al fin y al cabo lo que buscaba era el descanso eterno, pensé que no tenía nada que perder y decidí apuntarme. 

Aquella experiencia me sirvió para sacar muchos sentimientos que se encontraban depositados en lo más hondo de mi corazón y que no creía poder desenterrar. También conseguí vencer el miedo a morir y empecé a encontrar la paz. En mi interior se habían movido muchas cosas y me propuse seguir dándome una oportunidad y trabajar más a fondo mis emociones con el convencimiento de que eso podría hacer que encontrara sentido a mi vida, una vida que pocas cosas buenas me había dado, aunque algunas sí eran inolvidables. 

Meses más tarde empecé a trabajar como voluntaria en una ONG de lucha contra el SIDA, en la que actualmente estoy contratada. Al principio pensé que todo aquello era una tontería pues yo nunca en la vida había hecho nada sin cobrar; sin embargo, cada vez me gustaba más lo que hacía y me sentía cada día mejor conmigo misma al ver que podía llegar a mucha gente con problemas iguales o semejantes a los míos. He tenido la oportunidad de conocer otros "mundos", como el de las cárceles, por donde tant@s compañer@ s habían pasado y fallecido, sin que ello me haya ayudado a comprender, sino que por el contrario me he cuestionado aún más, si cabe, el porqué de toda esta "tumba de libertad", que no sirve en absoluto para reinsertar a una persona. 

Después de estos cinco años puedo decir que el voluntariado ha supuesto un gran cambio en mi vida, que me ha dado la oportunidad de conocer otras asociaciones, de asistir a jornadas y encuentros por España y lo más importante, poder conectar con tanta gente en una situación igual o similar a la mía. He tenido el placer de sentirme útil y observar la vida desde otra perspectiva, de realizarme en mi trabajo y de crecer como persona. Ya podéis imaginar lo mucho que me ha aportado ser voluntaria y formar parte de una ONG. 

Desde aquí quiero dar las gracias (GRACIAS, en mayúscula) a toda la gente que forma parte de la asociación anti-SIDA de Girona junto con sus tres subsedes (Olot, Figueres y Sant Feliu de Guixols ) y a todas aquellas personas que confiaron en mí desde el primer momento. 

A TOD@S, GRACIAS DE VERDAD