No sería muy fiel a mi memoria si dijera que fue fácil en aquel entonces (otoño del 97) decidirme a darle el sí a Maite Suárez, miembro fundacional de LO+POSITIVO, sparring con tragaderas en tiempos más duros y encargada de redactar el reportaje. El miedo a las consecuencias negativas que pudiera tener en mi vida y el daño que pudiera hacerles a personas que quiero (familia, básicamente) me hacían dudar, me inquietaban. Supongo que se impuso esa parte que creía con firmeza que la visibilidad es una necesidad a contemplar para las personas que vivimos con VIH y que con esta acción podía, de alguna manera, contribuir a ello. Esto y la rabia, aquella rabia que te lleva a gritar a los cuatro vientos para que se entere todo el mundo que estás jodido y que no vas a aceptar quedarte a un lado, que estás aquí y que pretendes VIVIR renunciando a lo mínimo...
No tengo conciencia de haber sufrido discriminación alguna a raíz de hacer pública mi seropositividad. De hecho, lo que más recuerdo de esta historia es la reacción de otras personas, no necesariamente seropositivas, que al verse reflejad@s en alguno o varios pasajes de mi historia se animaban a hablar, exteriorizando experiencias y sentimientos que estaban por ahí, en algunos casos, bastante anquilosados... Reconfortante, estimulante y grato recuerdo, por cierto. Reconfortante por la cercanía que sentí, estimulante por el poder que genera y grato por sentir haber logrado algo.
De esto han pasado casi seis años, la convicción de que para luchar contra los miedos y los prejuicios es importante que l@s que vivimos con VIH no nos resignemos, busquemos apoyo, denunciemos discriminaciones y defendamos necesidades, continúa ahí. Respecto a la rabia, como de miedos, haberla hayla pero con el tiempo uno va aprendiendo que conviene canalizarla bien, sin dejar que te desborde porque si no pierdes los papeles y puedes llegar a conseguir todo lo contrario de lo que pretendes. Por otro lado, la situación ha cambiado y uno no siente esa imperiosidad por defender su supervivencia, al menos en el terreno de lo físico, en lo social ya no me atrevería a decir tanto.
Paradoja interesante y para pararse a darle unas vueltas, el que haya sido el mundo de las multinacionales globalizadoras (farmacéuticas en este caso) el que nos haya traído ese cambio en formato de combinaciones de pastillas y que a la vez nos enfrente con ese mismo mundo al negárselas a millones de seropositiv@s, provocando una masacre más silenciosa que la de las bombas que caen sobre Irak pero no por ello menos abominable... ¡Qué harto estoy de este mundo, y digo Dios!