Bienvenido ECAB-XX


Mª José Vázquez

Durante el último fin de semana del pasado febrero se celebró la segunda edición de la reunión del ECAB (siglas en inglés de Comité Comunitario Asesor Europeo) específicamente dirigida a temas relativos al tratamiento en mujeres (ECAB-XX). Doy la enhorabuena a esta iniciativa del grupo de trabajo europeo pues no es fácil encontrar foros de trabajo de este tipo en los que el eje central es el funcionamiento de los tratamientos ARV en las mujeres, pues como comentó uno de los asistentes «las mujeres suelen estar más presentes en encuentros de trabajo social».

Quiero resaltar la importancia de la primera intervención del encuentro, que estuvo a cargo del Dr. Per Nilsson, presidente del grupo de productos ARV de la EMEA (Agencia Europea del Medicamento), en la que abordó la actual situación de los productos médicos en Europa en relación con temas de sexo/género y en la que solicitó la colaboración de l@s participantes en la reunión para realizar aportaciones al borrador de la próxima actualización del documento Notas para orientar la investigación clínica de medicinas para el VIH, que está a punto de publicar la mencionada agencia. 

Se optó por el trabajo en grupos para analizar el documento propuesto por la EMEA y se hicieron desde todos los grupos aportaciones que esperamos sean tenidas en cuenta para hacer de ese documento una herramienta más útil y más comprometida con las necesidades de la comunidad. 

Kathy Anastos, investigadora principal del Estudio Interagencias sobre VIH en Mujeres (WIHS en sus siglas en inglés) realizó una extensa presentación sobre diferencias de sexo en los marcadores subrogados, la eficacia del tratamiento ARV en mujeres y los últimos resultados del estudio WIHS. 

Empezó realizando una comparación entre hombres y mujeres en cuanto a mortalidad y puso de manifiesto una situación que podría resultar paradójica: en Estados Unidos, la infección por VIH ha pasado de ser la primera causa de muerte en hombres entre 25 y 44 años en 1994-95 a la quinta en 2000. Al desglosar los datos por poblaciones resultó que estos datos eran ciertos para los varones de raza blanca, aunque no era así en el caso de las mujeres negras, para las que el VIH sigue siendo en 2000 la segunda causa de muerte detrás del cáncer, y tampoco en el caso de los hombres de raza negra, para quienes sigue siendo la primera causa de muerte. 

Hallazgos procedentes de diversos estudios recientes confirman que no existe ninguna razón biológica que justifique una respuesta inferior de las mujeres con VIH al tratamiento antirretroviral en términos de progresión de la infección y tampoco en cuanto a la supervivencia a largo plazo, por lo que podemos deducir que si las mujeres presentan un periodo de supervivencia menor que los hombres, puede deberse a la influencia de las desigualdades entre géneros, que colocarían a las mujeres en una situación de inferioridad en cuanto a acceso a tratamiento y atención sanitaria, así como a otros factores sociales derivados de una mayor pobreza y vulneración de sus derechos. Podríamos decir que no es un asunto de sexo sino de género. 

En este mismo sentido abundan los resultados del estudio SEROCO que indican que, en presencia de valores equivalentes de CD4 y de carga viral, no existen diferencias entre hombres y mujeres en cuanto a progresión de la infección, tanto en presencia de  tratamiento como en historia natural, aunque es necesario seguir controlando la prognosis a largo plazo debido a factores relacionados con patologías ginecológicas, adhesión y susceptibilidad a toxicidades farmacológicas. 

En un principio se creyó que estas diferencias en la evolución de la infección se debían únicamente a la desigualdad de acceso al tratamiento de cada una de las poblaciones, pero tras un análisis más detallado se concluye que hay además otros factores que es preciso estudiar y comprender mejor, como son: la adhesión a los tratamientos y los factores que la dificultan, otras etiologías determinadas culturalmente y también algunos aspectos biológicos, incluyendo inmunopatogénesis, farmacogenética, hormonas, etc., temas que durante todos estos años han quedado relegados a un segundo término en la gran mayoría de estudios realizados. 

En relación con la posible influencia de las hormonas endógenas (producidas por el propio organismo) o exógenas (administradas de forma externa) en la progresión de la infección, la farmacocinética, la aparición de efectos secundarios o la transmisión de la infección, la Dra. Patricia Reichelderfer realizó una espléndida presentación de lo que se conoce en este sentido, o más bien de lo que es necesario seguir estudiando. 

Uno de los aspectos que más destacó fue la incidencia de las hormonas exógenas (por ejemplo, anticonceptivos hormonales, como la píldora) en el aumento del riesgo de contraer el VIH, y también de la posible aceleración de la progresión de la infección, al estar relacionada la contracepción hormonal con la adquisición de poblaciones virales genéticamente más complejas. 

Un estudio de 102 mujeres realizado en Kenia sobre la presencia de VIH-1 en el tracto genital femenino se centró en los factores que influyen en la presencia de una mayor diversidad viral en las primeras fases de la infección y observó que el 60% de las participantes presentaba una población vírica heterogénea inicial, lo cual está asociado con una más rápida progresión de la infección medida en términos de carga viral y recuento de CD4 a lo largo de 5 años. Otros estudios también apuntan a que esa diversidad no se produce en hombres, aunque no se ha podido establecer si ello es debido a diferencias de sexo o a la acción de las hormonas sexuales. Al igual que no se ha podido determinar si las hormonas influyen en las diferencias en la carga viral entre ambos sexos tras la seroconversión

FUENTE:
EUROPEAN COMMUNITY ADVISORY BOARD. REUNIÓN FEB. 2003 (ECAB-XX).H. KREMER, U. SONNENBERG-SCHWAN (EUROPEAN JOURNAL OF MEDICAL RESEARCH).