Los países que integran la región de Lationamérica y el Caribe están viviendo una de las peores crisis de sus sistemas penitenciarios. Algun@s expert@s califican la situación de ‘bomba de relojería’ y prueba de ello es el aumento de numerosos motines de prisioneros y otros episodios de violencia que afectan a los centros penitenciarios del continente latinoamericano.
La situación de las personas que viven privadas de libertad en las cárceles latinoamericanas es precaria en todos los ámbitos, siendo la atención sanitaria uno de los que más se resiente y en especial la escasa o nula que reciben las personas que viven con VIH/SIDA.
Para much@ s el problema principal que viven las cárceles latinoamericanas es el aumento desproporcionado que se ha producido en la población penitenciaria en los últimos años. Según Elías Carranza, director del Instituto Latinoamericano de las Naciones Unidas para la Prevención del Delito y el Tratamiento del Delicuente (ILANUD), «mientras no se resuelvan los problemas de sobrepoblación y hacinamiento son inútiles todos los esfuerzos que se realicen». Se estima que la población reclusa ha aumentado en un promedio de 50% de 1990 a 2000 en Argentina y Colombia. Incrementos similares se observan en el resto de países, siendo Brasil y México los países que presentan la mayor población penitenciaria.
“Una sobrepoblación carcelaria del 120% o más es considerada como crítica y en América Latina hay 26 países con niveles de sobrepoblación superiores al 120%, un fenómeno que altera todas las funciones del sistema y provoca serias violaciones de los derechos humanos de los privados de libertad”, advierte Elías Carranza.
Daniel Barberis, de la Fundación por los Detenidos Sociales (FUNDESO), una ONG argentina que forma parte de la Coordinadora Regional de ONG con trabajo en SIDA y cárcel, califica la situación de las personas que viven con VIH en las prisiones de Lationamérica de “desesperante”: a los problemas de hacinamiento, falta de medidas higiénicas y sanitarias, y violación de los derechos humanos, se añade el grave problema de la falta de acceso al tratamiento y cuidados, y a la prevención del VIH, una situación insostenible que está poniendo en riesgo de muerte a personas afectadas por VIH privadas de libertad.
La situación es bastante similar en los centros penitenciarios de toda la región. Un nefasto modelo que se repite por doquier y de muy difícil manejo para las organizaciones comunitarias que trabajan en este campo. El problema principal es que no existe un modelo único comunitario para abordar el tema del VIH/SIDA en prisión y las intervenciones que se llevan a cabo en esta área dependen de los gobiernos que estén en ese momento en el poder. Y el abanico es muy amplio y plural: desde países con gobiernos muy conservadores para los que hablar, por ejemplo de los programas de intercambio de jeringuillas, sería prácticamente un anatema; hasta países más receptivos a las demandas de la comunidad del VIH y que incluso desarrollan políticas de reinserción laboral de las personas privadas de libertad y de prevención del VIH en los centros penitenciarios. En esta corriente, parece que se alinea Argentina.
Ante la precaria situación en la que viven las personas con VIH privadas de libertad, en 2003 se constituyó la Coordinadora Regional de ONG con trabajo en SIDA y cárcel, que en la actualidad está formada por 10 entidades de Latinoamérica y el Caribe que trabajan en este campo específico.
En noviembre de 2005, Peter Piot, director ejecutivo de ONUSIDA, acudió al III Foro Latinoamericano y del Caribe de VIH/SIDA/ITS celebrado en El Salvador.
Era una oportunidad única para poder explicar a Piot, el representante de las Naciones Unidas a través de su agencia especial para el SIDA, la situación en la que viven las personas con VIH/SIDA en las prisiones de la región. Peter Piot accedió a reunirse con la Coordinadora Regional de ONG con trabajo en SIDA; sin embargo, sólo les concedió dos minutos de su tiempo.
Dos minutos pueden parecernos muy poco tiempo cuando queremos y necesitamos explicar la constante vulneración de derechos que viven la personas con VIH privadas de libertad; sin embargo, la Coordinadora consideró que dos minutos era tiempo más que suficiente para transmitir a Peter Piot los mensajes clave que durante tanto tiempo llevaban cocinando:
La Coordinadora Regional de ONG con trabajo en SIDA tardó minuto y medio, menos del tiempo concedido, para comunicar a Piot sus dos preciados mensajes, lo cuales, de hecho, produjeron el efecto deseado, y ONUSIDA ha comenzado a trabajar con la Coordinadora temas relacionados con el SIDA en prisión en la región a través de la directora regional de ONUSIDA para América Latina y el Caribe, la Sra. Nancy Andrade Castro.
Un ejemplo más de que a veces lo bueno, si breve, dos veces bueno.