Que la infección por VIH afecta de forma desproporcionada a ciertos colectivos es una realidad aplastante que cada año nos confirman las estadísticas. En diferentes números de LO+POSITIVO hemos intentado analizar las causas de por qué, pese a los esfuerzos preventivos, el VIH sigue ensañándose en los hombres gais y bisexuales y las personas transexuales. Santiago Redondo, coordinador del Área de Salud integral y VIH/sida de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), hace un repaso de la historia de la epidemia contextualizando el papel de esta publicación.
Los colectivos de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (LGTB), desde el comienzo de la pandemia, fueron señalados con el dedo por una sociedad que ni entendía, ni podía entender, qué estaba pasando. Las respuestas sencillas siempre han sido más fáciles de digerir, y tener a los “gais”, a los consumidores de sustancias o a las prostitutas y los” viciosos” como chivo expiatorio acalló las alarmas durante un tiempo. Y esa creencia generó una impronta en el subconsciente colectivo, un estigma, que seguimos arrastrando hoy.
Y nosotros mismos, quienes vivimos con VIH, no fuimos ajenos a estos mensajes. Muchos creímos que el VIH nos lo merecíamos, que era el resultado de nuestra vida “desordenada” y fuera de la norma. Creímos que la muerte había tocado a nuestra puerta. Lamentablemente, para muchas personas fue así y no podemos perder su memoria. Sirvan estas líneas de recuerdo y homenaje a quienes ya no nos acompañan.
Hubo que organizarse y muchos colectivos LGTB crearon grupos de apoyo. Los hombres que practican sexo con otros hombres fueron, y siguen siendo, uno de los colectivos más vulnerables a esta infección; por eso, el VIH ha sido uno de los ejes vertebradores de muchas de nuestras asociaciones. En ellas la respuesta organizada y la reivindicación social y política han sido una constante desde la aparición del virus.
Y en medio de todo esto, con escasa información y sin saber muy bien dónde buscarla, surge LO+POSITIVO. Para muchas y muchos de nosotros esta revista supuso un soplo de aire fresco, una ventana abierta a la información, a otras realidades, al encuentro con grupos y con personas.
LO+POSITIVO fue un espacio donde aprender a vivir mejor con el VIH y en el que descubrir que había otras personas, en la distancia, con las que poderse identificar y a las que poder recurrir. Sus portadas, llenas de valientes, ponían cara al VIH, siendo un ejemplo de vida. En el emergente mundo de internet, el papel impreso de esta revista llegó donde no llegaban otros medios, gracias a su lenguaje cercano, su pedagogía y sus sabios consejos.
LO+POSITIVO ha sido también una gran escuela de activistas. Muchas de las personas que llegaban a nuestros grupos se enriquecieron en lo personal y dieron el paso de compartir sus experiencias con otros, iniciando así una militancia desde el apoyo y la visibilidad. Una visibilidad que es nuestra principal herramienta y que, con la desaparición de LO+POSITIVO, se queda un poco huérfana.
Son muchas las tareas que tenemos por delante, como colectivos dedicados al VIH y como personas que vivimos con el virus. No soplan vientos favorables para la salud, la igualdad y la justicia social. El cierre, esperemos que temporal, de LO+POSITIVO es una buena muestra de ello. No solo perdemos una revista, perdemos un compañero, un altavoz, una visibilización y una manera de responder al VIH.
Y estas pérdidas han de encontrar respuesta, porque todas y todos los que hemos crecido con LO+POSITIVO, los que hemos dado el paso adelante para organizarnos y visibilizarnos, tenemos que seguir en la brecha. Para que la respuesta al VIH no se recorte, para que las cosas que funcionan, no se eliminen, y para que, mejor antes que después, consigamos desterrar el estigma, la discriminación y la ‘serofobia’ de nuestra sociedad.
Gracias a LO+POSITIVO por ser escuela de vida y germen de cambio social.