Conocimos a María José Vázquez cuando fue entrevistada para un reportaje de nuestra revista, que por aquel entonces iniciaba su andadura. Su caso constituye un buen ejemplo de activismo autodidacta, pues pronto empezó a colaborar con nosotros en la revista y a implicarse en distintas organizaciones comunitarias. Actualmente, defiende la causa de los derechos de las mujeres con VIH en distintos foros nacionales e internacionales.
Y es aquí donde LO+POSITIVO nació, con la intención de promover una normalidad que no fuera la del abandono. Recuerdo que, ya desde que apareció, la publicación perseguía un doble objetivo: dar una visibilidad digna a las personas con VIH y aportar la información más fiable, contrastada y relevante posible.
Creo que ambos objetivos se cumplieron con creces. El papel que LO+POSITIVO ha venido realizando en los últimos 15 años ha sido determinante para que muchas personas con VIH pudiéramos sentir que había alguien a quien acudir tras soledades que a veces duraban años. Acercaba a nuestras vidas las noticias científicas más relevantes; contribuía a la formación de una opinión crítica que nos permitía tomar decisiones sobre nuestra salud y nuestro tratamiento. Y también nos sirvió de herramienta para andar nuestro camino activista; un camino que no solo consistiera en reclamar, pedir o denunciar, sino que nos permitiera aportar una mayor conciencia social sobre la epidemia y el empoderamiento de la comunidad.
En mi caso, LO+POSITIVO fue la primera ventana a la que asomé mi rostro de mujer que vive con VIH. No era fácil en 1998 ‘dar la cara’, pero tras un proceso de reflexión sobre las posibles consecuencias (¿qué pasaría si alguien conocido me veía?; ¿qué le estaba cargando a mi familia?; ¿y si un día tuviera que buscar trabajo?; ¿cómo sería eso de exponerte a lo público, sabiendo que ya no hay marcha atrás?), decidí que una parte importante de mi activismo implicaba colaborar con aquellas personas que también se habían lanzado a luchar por quienes vivíamos con el virus. Así que, muy arropada por Maite Suárez y el resto del equipo, accedí a dar ese paso y ser entrevistada para el número 3 de la revista.
A partir de entonces, LO+POSITIVO fue para mí un referente continuo. Empecé a escribir sobre mujeres y VIH, traducía artículos, reflexionaba con el equipo, intercambiábamos saberes… Daba y recibía, en igual medida.
Fue inquietante que el último número no hubiera salido en papel (aunque las dificultades financieras siempre han estado ahí, a la vuelta de la esquina). Pero saber que es posible que ya no se publique más me produce una enorme tristeza, por la cantidad de personas para las que todavía resultaría necesaria, y también bastante indignación, porque a estas alturas ya se debería haber aprendido que algunas cosas valen más que el dinero que cuestan.
Mi reconocimiento para todas las personas que aportaron tanto de su tiempo, conocimientos y energía para que LO+POSITIVO fuera una realidad. Y también para todas aquellas que, leyéndola y aportando sus opiniones, hacían que eso valiera la pena.