LO+POSITIVO 50. Edito. Este año se conmemoran 30 años de la notificación de los primeros casos de sida, una de las peores pandemias de la historia de la humanidad. El impacto que esta enfermedad ha tenido en todos los ámbitos de la sociedad ha sido de tal magnitud que probablemente ninguna otra patología o problemática social ha logrado activar un movimiento de solidaridad tan importante como el que se ha dado alrededor del VIH.
El hecho de que desde sus inicios el VIH haya estado relacionado con estereotipos y actitudes negativas que todavía provocan el estigma y la discriminación, implica la necesidad de seguir trabajando por la defensa y promoción de los derechos de las personas afectadas como una condición irrenunciable para la normalización real del VIH y de las personas que lo padecen.
A lo largo de estos años, el activismo y la participación de las personas infectadas y afectadas han condicionado de forma significativa las respuestas frente a esta enfermedad. De hecho, los principios sobre los que se fundamentó el activismo contra el VIH/sida y que defendían el derecho de las personas con VIH a ser representadas y poder participar en todas las decisiones que afectan a su bienestar, han servido de modelo e inspiración para otras enfermedades o problemas de salud que comparten con el VIH características similares.
La revista que tienes en tus manos y la ONG que la publica son herederas de esa tradición de activismo e implicación comunitaria. Nuestro compromiso con la lucha contra el VIH/sida se ha basado en valores y principios que hemos tratado de compartir con todos vosotros, lectores y lectoras, en estos 50 números de LO+POSITIVO.
Hemos querido dedicar este número, tan especial para todo el equipo que hace posible esta revista, a recordar la historia de estos 30 años de VIH/sida y a pensar en cómo debería ser la respuesta frente a esta enfermedad en los próximos años. Para ello, hemos contado, una vez más, con el testimonio de las y los protagonistas: personas que viven o conviven con el VIH, activistas de largo recorrido que han estado al frente de la epidemia desde sus inicios y jóvenes que, apenas recién llegados al movimiento asociativo, probablemente se conviertan en los activistas del mañana.

Con este número 50 cerramos una etapa de LO+POSITIVO. Es evidente que no ha sido fácil llegar hasta aquí. Con gran esfuerzo e ilusión por parte de un equipo de gran valía humana y profesional; gracias al apoyo de nuestros lectores y lectoras y de las ONG del VIH/sida, que han considerado esta revista un proyecto informativo de gran interés comunitario; y gracias a la confianza de los financiadores públicos y privados, hemos logrado consolidar una publicación en español que aborda la complejidad de la infección por VIH desde un punto de vista comunitario.
El futuro que está por venir se presume incierto. La actual coyuntura económica está poniendo en peligro la sostenibilidad de los programas nacionales e internacionales de respuesta frente al VIH a pesar de que los problemas asociados al VIH/sida persisten o podrían agravarse en los próximos años, sobre todo si las administraciones continúan considerando los recortes en salud, educación y asuntos sociales como una estrategia eficaz para contener el gasto público.
Aunque la historia está por escribir, los nuevos movimientos sociales emergentes, que reclaman nuevas formas de activismo y participación comunitaria, y la crisis económica mundial, que está provocando un profundo cambio estructural, nos obligan a las ONG del ámbito social y de la salud a repensar y redefinir el lugar y el papel que ocupamos en la sociedad de este convulso siglo XXI.
Si las ONG somos capaces de ver esta crisis económica y sus consecuencias como una oportunidad para el cambio; si somos capaces de entender y abordar la enfermedad que defendemos como parte de un todo en el que también están incluidas otras problemáticas sociales y de salud que crean desigualdades entre las personas que las padecen; y si somos capaces de establecer sinergias con otras entidades, asociaciones, plataformas de distinta índole que nos permitan crear redes de activismo social en salud basadas en la solidaridad, la reivindicación y la defensa de los derechos humanos, probablemente entonces las ONG habremos cruzado el umbral del siglo XXI.
No podemos cerrar este editorial sin recordar y agradecer a todas aquellas personas con VIH que, a lo largo de estos 50 números, han tenido la generosidad de dar la cara y contribuir a la visibilidad y la normalidad de todo el colectivo. Muchas gracias a todas y todos.
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