Con esta contundencia titularon la sesión, que, muy probablemente, será la más recordada de la VI Conferencia sobre Patogénesis, Tratamiento y Prevención del VIH de la Sociedad Internacional del Sida (IAS, en sus siglas en inglés), celebrada el pasado mes de julio en Roma (Italia).
No era para menos. Los resultados del estudio HPTN 052 así lo indicaban. Este ensayo prospectivo y de reparto aleatorio, que realizó el seguimiento de 1.763 parejas serodiscordantes de tres continentes durante una media de 1,7 años, concluyó que el inicio inmediato del tratamiento antirretroviral por parte del miembro con VIH de la pareja reducía en un 96% la transmisión sexual del virus a la otra persona (es decir, el miembro de la pareja sin VIH).
Desde que en 2008 un grupo de expertos suizo introdujo el tema en el debate científico de la prevención, no han dejado de sucederse resultados que confirman lo que desde ahora es ya un hallazgo sólido: Mantener la carga viral indetectable gracias a la terapia antirretroviral reduce de forma drástica la posibilidad de que la persona con VIH transmita el virus.
El tratamiento ya es prevención y, en este momento, es muy importante que esta nueva herramienta se incorpore, sin cortapisas morales ni de otra índole, a las actualmente disponibles. Como ya apuntan las directrices españolas de tratamiento antirretroviral —que elabora el Plan Nacional sobre el Sida junto al Grupo de Estudio del Sida (GESIDA)— de entrada, sería deseable que a las personas con VIH que integran una pareja serodiscordante se les ofreciera comenzar la terapia antirretroviral independientemente del nivel de linfocitos CD4 u otros criterios clínicos. Es fundamental que este nuevo abordaje se plantee combinando una perspectiva de salud pública con el respeto a la libertad individual. No proporcionar el tratamiento en estas circunstancias plantea serios interrogantes éticos; pero coaccionar para que se tome, también.
Ahora, es preciso y justo que esta información llegue a las personas con VIH para que la hagan suya y, así, puedan tomar decisiones respecto a su sexualidad y la relación con los demás. Al mismo tiempo, es prioritario que también se transmita con eficacia a la población general. Se trata de una herramienta muy poderosa que puede contribuir seriamente a reducir la percepción social de esta enfermedad y el estigma y la discriminación con los que se asocia.
Para abordar todo ello es importante que se establezca un diálogo valiente y constructivo entre las diferentes partes implicadas y que se cuente con las personas con VIH, sobre todo a la hora de tomar decisiones.
Desde que en 2008 un grupo de expertos suizo introdujo el tema en el debate científico de la prevención, no han dejado de sucederse resultados que confirman lo que desde ahora es ya un hallazgo sólido: Mantener la carga viral indetectable gracias a la terapia antirretroviral reduce de forma drástica la posibilidad de que la persona con VIH transmita el virus.
El tratamiento ya es prevención y, en este momento, es muy importante que esta nueva herramienta se incorpore, sin cortapisas morales ni de otra índole, a las actualmente disponibles. Como ya apuntan las directrices españolas de tratamiento antirretroviral —que elabora el Plan Nacional sobre el Sida junto al Grupo de Estudio del Sida (GESIDA)— de entrada, sería deseable que a las personas con VIH que integran una pareja serodiscordante se les ofreciera comenzar la terapia antirretroviral independientemente del nivel de linfocitos CD4 u otros criterios clínicos. Es fundamental que este nuevo abordaje se plantee combinando una perspectiva de salud pública con el respeto a la libertad individual. No proporcionar el tratamiento en estas circunstancias plantea serios interrogantes éticos; pero coaccionar para que se tome, también.
Ahora, es preciso y justo que esta información llegue a las personas con VIH para que la hagan suya y, así, puedan tomar decisiones respecto a su sexualidad y la relación con los demás. Al mismo tiempo, es prioritario que también se transmita con eficacia a la población general. Se trata de una herramienta muy poderosa que puede contribuir seriamente a reducir la percepción social de esta enfermedad y el estigma y la discriminación con los que se asocia.
Para abordar todo ello es importante que se establezca un diálogo valiente y constructivo entre las diferentes partes implicadas y que se cuente con las personas con VIH, sobre todo a la hora de tomar decisiones.
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