Hola a todos, soy de Argentina y tengo 28 años. Llevo muy poquitos meses con esta enfermedad, que inesperadamente se cruzó en mi vida.
Digo inesperadamente porque, después de tener una pareja estable durante más de cinco años, no pensé que debiera preocuparme por este tema.

Pero la irresponsabilidad (mía, pero sobre todo de mi ex) y mi confianza en el amor que decía sentir por mí hacen que crea que se trata de una persona increíblemente mentirosa, manipuladora y fría en su manera de actuar.
No puedo entender que, en 2010, aún se siga hablando de tasas tan elevadas de infección, ni por qué todas las campañas de prevención están abocadas a concienciar más a los seronegativos que a quienes somos portadores del VIH (y tenemos la responsabilidad de no transmitirlo).
Digo, ¿no sería mejor que quienes somos portadores asumiéramos que este tema se termina si nosotros nos los proponemos? Es un asunto netamente conductual; no entiendo cómo se puede hablar de epidemia cuando el virus, en realidad, ni siquiera es contagioso, sino transmisible.
Falta conciencia sobre este tema en toda la sociedad, pero me parece que no debemos esquivar la cuestión y la responsabilidad que cada persona seropositiva tiene sobre este asunto. Yo jamás expondré a nadie a una posible transmisión, JAMÁS. Y creo que personas como mi ex, que deciden con tanta frialdad sobre la vida del resto de la gente, merecen la cárcel.
Es fácil enterarse hoy si estás infectado o no, así que la excusa del “yo no lo sabía” tampoco es válida. Si corro riesgos y luego decido seguir favoreciendo la transmisión, entonces asumo que también sería responsable de contribuir a la expansión de la enfermedad en el mundo.
Mi ex sabía que le habían transmitido el VIH en una relación sexual clandestina, tuvo la posibilidad de contármelo (lo sospechó y tuvo síntomas), y me mintió y tergiversó la verdad. Como resultado, seis meses después me transmitió el virus a mí.
Personas tan dañinas e irresponsables como esta hacen que el colectivo viva todavía hoy (en el 2010) el flagelo social que rodea el VIH. Es una lástima, pero creo que la gran responsabilidad de que esto siga creciendo no está en la falta de cuidado y protección, sino en la inconsciencia, la mentira, el odio y los resentimientos de unos pocos a quienes les cuesta muy poco decidir sobre la vida del resto de la gente.

Pero la irresponsabilidad (mía, pero sobre todo de mi ex) y mi confianza en el amor que decía sentir por mí hacen que crea que se trata de una persona increíblemente mentirosa, manipuladora y fría en su manera de actuar.
No puedo entender que, en 2010, aún se siga hablando de tasas tan elevadas de infección, ni por qué todas las campañas de prevención están abocadas a concienciar más a los seronegativos que a quienes somos portadores del VIH (y tenemos la responsabilidad de no transmitirlo).
Digo, ¿no sería mejor que quienes somos portadores asumiéramos que este tema se termina si nosotros nos los proponemos? Es un asunto netamente conductual; no entiendo cómo se puede hablar de epidemia cuando el virus, en realidad, ni siquiera es contagioso, sino transmisible.
Falta conciencia sobre este tema en toda la sociedad, pero me parece que no debemos esquivar la cuestión y la responsabilidad que cada persona seropositiva tiene sobre este asunto. Yo jamás expondré a nadie a una posible transmisión, JAMÁS. Y creo que personas como mi ex, que deciden con tanta frialdad sobre la vida del resto de la gente, merecen la cárcel.
Es fácil enterarse hoy si estás infectado o no, así que la excusa del “yo no lo sabía” tampoco es válida. Si corro riesgos y luego decido seguir favoreciendo la transmisión, entonces asumo que también sería responsable de contribuir a la expansión de la enfermedad en el mundo.
Mi ex sabía que le habían transmitido el VIH en una relación sexual clandestina, tuvo la posibilidad de contármelo (lo sospechó y tuvo síntomas), y me mintió y tergiversó la verdad. Como resultado, seis meses después me transmitió el virus a mí.
Personas tan dañinas e irresponsables como esta hacen que el colectivo viva todavía hoy (en el 2010) el flagelo social que rodea el VIH. Es una lástima, pero creo que la gran responsabilidad de que esto siga creciendo no está en la falta de cuidado y protección, sino en la inconsciencia, la mentira, el odio y los resentimientos de unos pocos a quienes les cuesta muy poco decidir sobre la vida del resto de la gente.
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