La fundación ArtAids es una organización sin ánimo de lucro que utiliza el arte en la lucha contra el sida, invitando a artistas reconocidos a crear piezas que traten sobre la enfermedad y cuestiones relacionadas. Estas obras de arte son usadas para sensibilizar y mejorar la actitud de la sociedad hacia las personas con VIH. Hablamos con el escritor y coleccionista de arte holandés Han Nefkens.

De la práctica. En el año 2004, durante la celebración de la Conferencia Internacional del Sida en Bangkok, conocí al presidente de la organización y le dije que debería haber algo de arte en la conferencia. Me fui a Bangkok, conecté con personas de allí, preparamos una exposición en esa ciudad e invitamos a distintos artistas de Tailandia, Singapur y de países del sureste de Asia para que produjeran obras sobre el VIH y el sida.
Vimos que, para muchos artistas, era la primera aproximación al VIH y que debían pensar de una forma bastante concreta porque tenían que tener un resultado después de ese pensamiento. Ese fue el primer objetivo: los artistas mismos; después vimos que muchas personas iban a la galería a ver arte, y que para ellas, también era la primera vez que se ponían a hablar de manera abierta sobre el sida, que lo podían ver, que surgían las preguntas.
Por eso pensé en crear la Fundación ArtAids, precisamente para causar este efecto: que la gente pueda hablar del VIH, que las personas se den cuenta, porque hoy en día ya no es tan obvio como lo era en los años ochenta y principios de los noventa. Se sabe que existe, que no hay que excluir a gente que vive con VIH y que hay que tener cuidado, por supuesto.
¿En qué medida el arte puede ayudar en la respuesta frente al sida?
Lo bueno del arte es que, con una imagen, se transmite toda una historia; lo mismo ocurre con el VIH. Una persona ve una imagen y empieza a preguntarse qué tiene que ver esto con el VIH, qué quiere decir. Comienza a cuestionar cosas. El mero hecho de pensar en el VIH ya es un avance, dado que para mucha gente no existe. Lo hemos vivido en todas las exposiciones que hemos hecho tanto en Tailandia como en Holanda, Francia y España. Las personas empiezan a hablar del tema.
En vuestro historial figuran artistas de todo el mundo; ¿funcionan las obras igual en un sitio que en otro?
Quizá no, porque hay países que no tienen tantas oportunidades de ver arte contemporáneo. La gente me pregunta cómo se mira el arte contemporáneo —me parece una gran pregunta—. Les digo: ‘lo ves con el corazón, con tu estómago’. Toda obra de arte causa una reacción y no hay ninguna reacción equivocada.
En perspectiva, en la década de los 80 y 90 del siglo pasado vemos ese arte de la urgencia, por ejemplo, en los libros de Hervé Gibert o en las pinturas de Basquiat. ¿Cómo ves la tendencia del arte actual, en artistas que viven con VIH o que estén implicados en el tema?
En los años ochenta y noventa era realmente un estado de sitio para las personas con VIH, veíamos a nuestro alrededor a gente que moría de sida. Era una situación dramática y requería un arte dramático, que llamara la atención. Por eso, hubo un gran desarrollo de muchos aspectos relacionados con el VIH. En la actualidad, está médicamente bajo control para los afortunados que vivimos en Occidente, y hemos visto que eso se nota: Ha desaparecido el arte que tenía que ver con el VIH y se aprecia que las obras son menos fuertes que en los años ochenta y noventa; diría que ahora son más estéticas.
Se habla de la cronificación de la enfermedad, de cierta apatía social; ¿crees que eso se plasma en el arte?
Tal vez un poquito, es muy diferente ver a la gente enferma, con la cara chupada, que ver a la gente saludable aunque sea seropositiva; es casi una cosa abstracta y se acaba notando también en el arte.
Respecto a la temática, ¿crees que las reivindicaciones que pueden plantear algunas de las obras están condicionadas por la realidad del país de donde proceden? Es decir, donde no hay acceso al tratamiento o donde hay vulneraciones claras de los derechos humanos, por ejemplo, ¿queda esto reflejado en el arte?
Sí, y también existe toda una tradición y cultura del arte diferente según el país. Por ejemplo, en África se hacen cosas muy distintas que en Tailandia o que en España, y eso tiene que ver otra vez con la cultura, pero también con la vida que lleva la gente. Está relacionado con una realidad mucho más dura en África que la nuestra.
Como artista y coleccionista de arte, ¿qué artista te ha impresionado más o qué obras nos recomendarías?
Me encanta la obra de Félix González-Torres, porque sabe expresar tantas cosas… Me identifico mucho con su obra: su manera de plasmar el vacío después de que muera alguien, como por ejemplo cuando murió su pareja; le dio forma artística a la ausencia con una foto de dos sillas vacías, de los relojes que van juntos. Lo que me gusta también mucho de González-Torres es su generosidad: hace arte que se puede llevar, como las montañas de caramelos, o los pósteres; cada persona se puede llevar un póster. Es arte para compartir y eso me gusta mucho.
En julio, presentáis en la Fundación Joan Miró de Barcelona la exposición You are not alone, que también podrá verse en Vigo; ¿qué vamos a encontrar?
Vamos a ver nueve obras que hemos encargado a diferentes artistas de diferentes sitios del mundo. Hay artistas de origen vietnamita, marroquí, inglés… lo que supone tener un amplio abanico cultural y unas formas de expresión muy diversas. Y luego tenemos obras que ya formaban parte de mi colección y que tenían que ver con el VIH. Yo creo que se concentra una gran variedad, hay diferencias culturales, de edad, de artistas, de enfoque, y todo ese conjunto pienso que puede constituir una experiencia muy enriquecedora para las personas que se acerquen a ver la exposición.

Si algún artista nos está leyendo y quiere colaborar con ArtAids, ¿cómo puede hacerlo?
En general, no trabajamos así, tenemos un proyecto y nosotros mismos escogemos a los artistas: los elegimos por nuestras experiencias previas o porque ya los conocemos, pero no hacemos una convocatoria abierta.
Buscamos un artista cuya trayectoria nos resulte conocida; también, que sea una persona a la que le guste trabajar siendo comisionado. Que le agrade estar en exposiciones con otros artistas y, de esta forma, colaborar con colegas y, sobre todo, que se sienta involucrado con la temática; esto no suele ser así en todos los artistas.
¿Cómo crees que el arte puede utilizar las nuevas tecnologías de la comunicación?
Pienso que, gracias a estas nuevas tecnologías, el arte se vuelve más cercano a la gente, porque si quieres ver una obra, no hace falta que vayas a un museo o a una galería, lo puedes ver en tu ordenador o en tu teléfono, y en el momento que quieras. Incluso puedes reaccionar y dar tu opinión, puedes dejar tus comentarios. Podríamos decir que, de este modo, hay más diálogo entre artista y espectador/a y el arte se hace más cercano.
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