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  1. Lo+Positivo 47, otoño 2010
  2. Opinión

Se acabaron las barreras

¡Hola a todos y todas! Os deseo lo mejor de lo mejor, dentro de las posibilidades de cada uno/a. Soy José Ángel y os conozco desde el año 2008, cuando cayó en mis manos, por casualidad, vuestra revista que, por cierto, me ha ayudado bastante para mejorar tanto mis conocimientos sobre el VIH como de otras enfermedades y, sobre todo, para poder contactar con otras personas que se hallan en mi misma situación y que, como yo, sufren en silencio esta enfermedad.

Imagen: Sin barreras
Muchos años he pasado solo ante la adversidad, frente a tantos obstáculos y personas ignorantes que me he encontrado en mi camino.

Tenía 17 años en 1985 y, por circunstancias de la vida, ya fumaba porros y
tomaba reinoles. Una cosa te lleva a otra; hasta que me enganché a la heroína, que por entonces se pinchaba. Conocí a una chica 6 meses mayor que yo, que se convirtió en mi mujer con el tiempo, y junto a ella empecé a compartir jeringuillas. A esa edad nos dio por colgarnos la mochila, el saco de dormir, nos fuimos de Badajoz y nos dirigimos a muchas partes de España. Conocimos a bastante gente, de todo tipo… La ignorancia nos hizo compartir jeringuillas con más personas; nos metíamos por la vena toda clase de drogas. Entonces, en 1987, yo entré en prisión para cumplir mi primera condena: 2 años, 7 meses y 1 día.

Una vez en la cárcel, me hicieron mi primera analítica. Me llamó el médico, a solas, para que fuera a una habitación de la enfermería, y me soltó, de pronto, que tenía sida y hepatitis C. Se me cayó el mundo encima, pues pensaba que me quedaban unos años de vida –cinco como máximo–, y entré en un laberinto del cual no podía salir. Para colmo, mi cuerpo rechazaba el único medicamento que entonces se utilizaba. Solamente se lo dije a mi mujer, Loreto, y le comenté que se hiciera la prueba del VIH; también le diagnosticaron lo mismo.

Pasé unos meses muy, muy mal. Por la cabeza me pasaba de todo menos cosas buenas. Al final, rechacé toda clase de medicamento y dejé de pincharme de forma radical, empecé a alimentarme bien, a hacer deporte y me metí en la cabeza que al ‘bicho’ me lo comía yo y no él a mí.

En 1989, por causas que aún están por aclarar, mataron a mi mujer en la cárcel de Badajoz. Yo me encontraba en Ocaña II, y ante la noticia, me derrumbé. Pero pasaron los años y tuve más relaciones, incluso tengo un hijo con casi 18 años totalmente sano. Salí en libertad y, con 19 años, pensando en lo que tenía y en el palo tan grande que había pasado, recurrí de nuevo a las drogas para así olvidarme de todo, pero ignoraba, por entonces, que seguía haciéndome aún más daño.

Ya con 23 años, entré otra vez en prisión, hasta la actualidad; ahora tengo 42. Me quedan sólo unos meses para salir en libertad y, en todo este camino, de prisión en prisión, he aprendido muchas cosas, especialmente el valor de la amistad y lo mucho que vale la pena vivir la vida: Cada día que veo amanecer, doy las gracias por seguir vivo.

A lo largo de todos estos años, he dejado por el camino a muchos seres queridos y a cantidad de chavales y chavalas de mi edad y más jóvenes que yo, que ahora están en algún lugar ahí arriba, pero sobre todo he aprendido a decir NO a las drogas. Valoro mucho la vida, saboreo todo lo sano que hay en ella, y tengo unas enormes ganas de salir en libertad, contando con el apoyo de mi familia, que antes ‘no tenía’, y de mi hijo.

No tomo medicación alguna por iniciativa propia, ya que los médicos me la aconsejan; llevo desde el año 1987 con VIH y VHC. Para la hepatitis C hice el tratamiento de un año con interferón y, en la actualidad, me encuentro bastante bien.

Por lo que respecta al VIH, mi recuento de CD4 es de 400 células y mi carga viral es de 5.000 copias. Hago casi dos horas de deporte al día, me alimento bien y, por encima de todo, tengo la ilusión de salir pronto en libertad y saborearla al cien por cien.

Quisiera con mi testimonio transmitir la idea de que se puede vivir muchos años con esta enfermedad, con ilusión y cuidándose mucho. Desearía agradeceros todo el apoyo que estáis ofreciendo, con tanta información sobre el tema, y decir a todo el mundo que adelante, que ya se acabaron las barreras y que la vida es muy, muy bonita.

¡Ánimos y a mirar hacia el futuro!

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