En general, cuando el VIH irrumpe en la vida de una persona, ésta se ve alterada en muchos aspectos. Aunque gracias a los fármacos se piense que estamos ante una enfermedad crónica y que sólo debemos preocuparnos por mantener unos niveles de CD4 altos y una carga viral indetectable, la realidad es que muchos de nosotros/as acabamos yendo a la consulta de un psiquiatra, ya sea por la no aceptación de la enfermedad, por la angustia que sufrimos debido a la necesidad de una buena adhesión a unos fármacos que deben tomarse de por vida, por el hecho de no saber cómo irá al día siguiente la visita con el internista (si volverán o no las cándidas, los temidos efectos secundarios, etc.), por cómo afecta a la relación con la pareja (“¿se lo digo o no se lo digo?”), por el rechazo social que lleva consigo...

Pregunta (P): ¿Podría resumirnos su trayectoria profesional?
Respuesta (R): Soy psiquiatra desde hace veinte años. Trabajo en el Hospital Germans Trias i Pujol desde entonces, como adjunto de Psiquiatría. Desde hace siete u ocho años, me dedico de forma parcial a la atención de personas seropositivas. Parte de la investigación que he podido realizar últimamente se ha orientado a evaluar los efectos psiquiátricos del interferón en personas con VIH coinfectadas por el virus de la hepatitis C (VHC) y en aquéllas monoinfectadas por el virus hepático. Además, soy profesor de Psiquiatría en la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
P: ¿Es cierto que sólo hay tres o cuatro psiquiatras dedicados al tratamiento de personas con VIH en España?
R: Sí, me consta que existen muy pocos psiquiatras que tratan de manera específica a personas con esta infección.
P: ¿Podría comentar los trastornos psiquiátricos más frecuentes que presentan los pacientes con VIH?
R: Fundamentalmente, se trata de trastornos depresivos derivados de aspectos emocionales asociados a la infección. Asimismo, hay algunas personas seropositivas que presentan un conjunto de problemas psiquiátricos relacionados con el uso de drogas inyectables que precisan atención psiquiátrica. En nuestro medio, ese fue el mecanismo de transmisión del virus en el 30-40% de los casos.
P: ¿Cree usted que hay diferencias desde el punto de vista psiquiátrico entre el paciente recién diagnosticado y el más veterano, como yo, con 17 años viviendo con el virus?
R: Las diferencias que se observan vienen condicionadas por los cambios importantes en la vida de los pacientes, ya sea por el diagnóstico de la infección, el inicio del tratamiento antirretroviral o por el desarrollo de síntomas. Estos factores desencadenan una reacción emocional. Sin embargo, con el tiempo, la persona experimenta un proceso de adaptación y, en muchos casos, tolera mejor estos cambios emocionales.
P: ¿Considera que las personas con VIH que padecen problemas psiquiátricos se enfrentan a dos estigmas? ¿Cuál de ellos es más poderoso?
R: En el aspecto emocional y desde el punto de vista crónico, el estigma ocasionado por la enfermedad mental es más poderoso que el provocado por el VIH. Las personas, pese a las consecuencias sociales que implica el hecho de ser seropositivo, son capaces de reubicar mejor el estigma que conlleva esta condición.
P: ¿Existe un perfil concreto de paciente psiquiátrico con VIH?
R: Se dan varios perfiles. Uno de ellos incluye a aquellas personas que adquirieron la infección a través del consumo de opiáceos. Se trata de un tipo de pacientes que podrían tener ya un trastorno previo de personalidad que les hubiera llevado al abuso de estas sustancias, además de los problemas derivados de la utilización continuada de este tipo de drogas. Aparte, existen otros grandes grupos de pacientes que se infectaron por vía sexual, ya fuera a través de relaciones homo o heterosexuales. En estos casos, el perfil de paciente no está tan claro.

R: Tanto los opiáceos como otras drogas pueden ocasionar importantes problemas emocionales por sí mismos, independientemente de la infección por VIH.
P: Para tratar a personas seropositivas, tendrá que ir actualizando sus conocimientos acerca de los antirretrovirales. ¿Es así?
R: Por supuesto. Uno de los principales problemas del psiquiatra cuando ha de tratar a pacientes con VIH son las posibles interacciones entre los fármacos antirretrovirales y los prescritos para tratar la enfermedad mental. Por ello, es importante para el especialista conocer las interacciones a fin de saber qué fármacos están contraindicados o qué ajustes de dosis deben hacerse.
P: ¿Existe algún antirretroviral particularmente problemático a la hora de combinarlo con tranquilizantes?
R: En general, el tratamiento antirretroviral no impide el uso de tranquilizantes; el problema suele ser que no pueden usarse las dosis habituales, porque las interacciones con los antirretrovirales aumentan o disminuyen sus concentraciones sanguíneas. De manera habitual, no nos encontramos con problemas graves que impidan el empleo de estos medicamentos en personas bajo tratamiento anti-VIH. Sin embargo, en los pacientes que toman efavirenz (Sustiva®, también en Atripla®) debe tenerse en cuenta que, entre sus posibles efectos secundarios, se encuentran problemas del sueño y depresión, lo que hace que los psiquiatras tengamos que actuar con precaución en estos casos.
P: ¿Cree usted que las personas con VIH vivimos nuestra enfermedad con demasiada ansiedad o frustración emocional debido al seguimiento médico (niveles de CD4, carga viral, etc.) y al tratamiento de la infección?
R: Sí, sin duda, aunque se trata de un hecho que también puede observarse en grupos de personas que tienen otras enfermedades crónicas, en las que igualmente son necesarias muchas visitas médicas para controlar su evolución y desarrollo. La principal diferencia que se advierte en las personas con VIH es el estigma social, que afecta al trabajo, las relaciones interpersonales, etc.
P: A lo largo de los años, han ido apareciendo fármacos para suprimir la carga viral en sangre y alcanzar unos buenos niveles de CD4 y, sobre todo, para mantenernos vivos. Sin embargo, pienso que se han dejado un poco de lado aspectos como la replicación viral en el cerebro. En la actualidad, se están realizando estudios para evaluar a las personas con VIH en relación con su estado cognitivo. ¿Qué podría explicarnos al respecto?
R: El virus puede afectar al sistema nervioso central (SNC). Cuando la infección no se controlaba lo suficientemente bien, las personas podían acabar padeciendo demencia a causa de dicha afectación. Hoy en día, gracias a las opciones terapéuticas existentes, estas demencias apenas existen, pero esto no quita que el virus esté ahí y pueda afectar al SNC. Aunque la acción del virus a nivel cerebral sea leve, es importante ajustar las pautas de tratamiento para utilizar aquellos antirretrovirales que puedan pasar, en mayor medida, al sistema nervioso central, atravesando la barrera que separa la circulación sanguínea del cerebro, e impidiendo el daño cerebral ocasionado por los virus presentes. Hoy, este es un aspecto al que ya prestan atención los médicos especialistas en VIH. En cambio, hace unos años, el principal objetivo era la supervivencia del paciente y no se consideraba si el fármaco era capaz o no de llegar al sistema nervioso central.
P: ¿Cree usted que existe alguna enfermedad psiquiátrica causada únicamente por el VIH?
R: En su momento, la demencia asociada al VIH. De manera directa, ninguna más.
P: Yo padecía un trastorno obsesivo desde los 8 años y, al recibir el diagnóstico de la infección por VIH, su intensidad se incrementó. ¿Qué explicación daría a este efecto?
R: El sentirse infectado ya forma parte de la clínica del trastorno obsesivo, por lo que, si la infección tiene lugar realmente, el problema se descontrola mucho más. Las ideas obsesivas respecto a la salud y al estado físico lo reactivaron.
P: ¿Cuáles son las frustraciones y los miedos que le transmiten sus pacientes con más frecuencia?
R: Uno de los temas que más preo-
cupa es el hecho de desvelar o no el estado serológico, si bien este tipo de conflictos son tratados, de manera básica, por los psicólogos. Tras la cronificación de la infección por VIH, hay que adaptarse a múltiples circunstancias (laborales, personales, etc.) que afectan a las preocupaciones y la calidad de vida de las personas.
P: ¿Qué consejo sobre salud mental daría a las personas con VIH que nos leen?
R: Pues un buen consejo sería algo tan simple como tener en cuenta la salud mental y no centrarse únicamente en el estado físico. No todas las personas con VIH lo hacen y muchas dan prioridad a los problemas físicos. Hay que tener en cuenta que pueden realizarse intervenciones a muchos niveles para mejorar la calidad de vida asociada al estado mental. Es importante solicitar estos recursos cuando sea necesario.
P: ¿Cómo afecta psicológicamente la lipodistrofia al paciente con VIH?
R: Es un aspecto más que contribuye a la afectación emocional de los pacientes porque es una alteración de la imagen corporal que puede permitir la visualización de la infección por parte de los demás, con las consecuencias relativas al estigma que ello conlleva. Supone un factor añadido más.
P: Los medios de comunicación también han hecho un flaco favor respecto a este tema, ya que uno camina por la calle y, si no tiene lipodistrofia, pasa inadvertido, pero si la padece, lo lleva grabado en la cara.
R: Volvemos a lo mismo, al problema social relacionado con el VIH. Por ejemplo, la imagen corporal de los pacientes que reciben quimioterapia también se ve alterada, pero no conlleva el estigma presente en las personas seropositivas.
P: En cuanto al estado emocional; ¿existen diferencias entre las personas con VIH españolas e inmigrantes?
R: He recibido pocos casos de inmigrantes no latinoamericanos; no sé si se debe a problemas de comunicación o de expresión emocional. Sí que he tenido casos de personas procedentes de América Latina, ya que, por el tema del idioma, pueden expresar mejor los sentimientos. La mayor parte de los pacientes que he atendido se han infectado por vía homosexual, no a través del uso de drogas inyectables, como la mayoría de las personas con VIH españolas que acuden a mi consulta. Los inmigrantes tienen, aparte de los problemas asociados con la infección, los propios de su condición, como los relacionados con la adaptación, los problemas económicos, el paro, etc. En otros grupos de población, estos problemas no son tan comunes.
P: En relación con el duelo; ¿tiene muchos pacientes que hayan perdido a su pareja o a sus hijos?
R: Cada vez hay menos fallecimientos, por lo que de forma paulatina descienden los cuadros de duelo, aunque es cierto que las personas que lo han pasado muchas veces siguen arrastrando una sintomatología relacionada con el mismo.
P: ¿Va a seguir atendiendo a personas con VIH? ¿Va a recibir ayuda de alguien próximamente? Su lista de espera es de más de un mes…
R: Yo voy a seguir, que venga alguien más es muy difícil, pero existe la posibilidad de ampliar horarios.
P: ¿Cuál es su balance desde que comenzó a tratar a personas con VIH?
R: El balance es positivo, puesto que se trata de un campo muy amplio e interesante en el que hay mucha necesidad de asistencia psiquiátrica. Por otra parte, sería de gran interés que el paciente valorara la atención psiquiátrica recibida en la unidad, su utilidad, si podría llevarse a cabo de otro modo, etc.
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