Anna —nacida en Polonia y residente en Lituania— es dinámica, divertida y una amplia conocedora de la problemática en Europa del Este. Actualmente, es la presidenta del Grupo Europeo sobre Tratamientos del Sida (EATG, en sus siglas en inglés) y pertenece a diversas redes de mujeres que viven con VIH.

Anna Zakowicz [AZ]: Me llamo Anna Maria Zakowicz, vivo con VIH desde hace unos 17 años y soy usuaria de drogas. Soy seropositiva, pero también una mujer y una madre. Vivo en Lituania, una de las Repúblicas Bálticas que anteriormente pertenecían a la Unión Soviética. Trabajo en la universidad, en la Facultad de Administración Pública y Derecho, con varios futuros funcionarios públicos y abogados, y estoy implicada en temas de derechos humanos e instituciones europeas. Además, trabajo en dos organizaciones de ámbito local, una de las cuales —DEMETRA— es la única del país dedicada a las mujeres afectadas por el VIH. Formo parte, asimismo, de una red de personas con VIH en Lituania, y también presido el Grupo Europeo sobre Tratamientos del Sida (EATG).
LMP: ¿Qué te ha traído a Viena? ¿Has venido a hacer alguna presentación, encontrarte con colegas, realizar activismo...?
AZ: Creo que un poco de todo eso. Es importante para mí, porque uno de los temas centrales de la conferencia es Europa del Este y Asia Central, que es la región de la que procedo. Otro de los temas de la conferencia es el consumo de drogas; además, la Declaración de Viena trata sobre la legislación penal en relación con el uso de estas sustancias, algo que, como consumidora, también encuentro importante. Por otra parte, estoy organizando algunas sesiones con mujeres usuarias de drogas y sobre terapias de mantenimiento, aparte de sesiones relacionadas con derechos sexuales y planificación familiar para mujeres que consumen estas sustancias y trabajadoras sexuales, por ser éste un tema muy relevante en mi región.
Otra cuestión es que andamos cortos de financiación, por lo que debemos protestar, tenemos que conseguir unos precios más reducidos, hemos de lograr el acceso a fármacos seguros y de calidad... Si se examina la situación en Rusia y las ex repúblicas soviéticas, la cobertura es muy baja, ya que la mayoría de personas afectadas son usuarias de drogas y su consumo provoca que muchos médicos no les prescriban el tratamiento. Esto no sólo sucede en Rusia, es algo que también podemos ver en países europeos, como en las Repúblicas Bálticas. Los facultativos tienen prejuicios contra los pacientes con VIH que son usuarios activos de drogas, y no hay medios para ayudarlos. He venido, además, para encontrarme con amigos e irme de fiesta, pero hay tantas que no puedo asistir a todas —dice con una carcajada—.
LMP: Nos gustaría que perfilaras la situación de la epidemia de VIH en Lituania y, como líder europea, nos hicieras una pequeña exposición sobre cómo están los países de Europa del Este en los que se centra la conferencia.
AZ: Lituania es un país más bien pequeño, con una población de unos 3.500.000 habitantes, que tiene una prevalencia del VIH bastante baja. Sin embargo, no todos los afectados han sido diagnosticados, puesto que la política de realización de pruebas se centra, principalmente, en las mujeres embarazadas y éste no es el grupo de población más afectado por el virus. En la actualidad, nos enfrentamos a un déficit de fondos; de hecho, estamos luchando por abordar la situación de los usuarios de drogas, para conseguir que reciban la prueba y proporcionarles herramientas de reducción de daños... Existe el rumor de que se van a recortar los fondos de algunos de los programas de reducción de daños y de terapia de mantenimiento con metadona.
Tenemos unas 1.500 personas diagnosticadas de VIH, de las que el 80% son hombres y el resto, mujeres; en su mayoría son usuarios de drogas. Hay brotes de VIH en las prisiones. En cuanto a las mujeres, son usuarias de drogas, o tienen parejas que lo son, son trabajadoras sexuales o, simplemente, practican sexo a cambio de drogas...
Respecto a la cobertura de antirretrovirales, hay menos de 1.050 personas en tratamiento y aún seguimos las antiguas directrices de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de 2004, por lo que, para recibir fármacos, las personas todavía tienen que esperar hasta que su recuento de CD4 caiga por debajo de 250 células/mm3. No obstante, el presupuesto para el próximo año 2011 (o quizá para 2012, no estoy segura) incluye la previsión de iniciar la terapia con un recuento de CD4 de 350 células/mm3. En las Repúblicas Bálticas, la economía se ha visto muy afectada por la crisis; por otro lado, los préstamos concedidos por el Fondo Monetario Internacional exigen una reducción en el gasto sanitario y la educación. Esto ha sucedido en Lituania y Letonia, que han tenido que disminuir mucho su presupuesto; por ejemplo, este año no tenemos dinero para medir los niveles de CD4 y mucho menos para realizar pruebas virológicas. Los tests del VIH no son gratuitos [sólo los de confirmación lo son] y no tenemos dinero para las ONG, aunque sólo hay tres en el país y, por tanto, tampoco precisarían tantos recursos.
LMP: ¿Y cuál es la situación en Europa del Este?
AZ: La situación es muy diferente en cada país; Lituania, Ucrania, otras antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central… no obstante, estoy familiarizada con todas ellas.
Si nos centramos en Ucrania, durante años desarrolló un modelo muy bueno de atención sanitaria y de participación de la sociedad civil en el tema del VIH. Esta última ha estado muy implicada en los procesos de planificación. Existía un consejo del VIH que tenía mucha fuerza, por lo que hubo muchas personas involucradas desde el comienzo y durante la implementación y valoración de las políticas. Gracias a eso, consiguieron que se llevaran a cabo unos buenos programas de reducción de daños, servicios y terapias de mantenimiento con opiáceos. También se logró que muchos usuarios de drogas en el programa utilizaran metadona o buprenorfina, así como buenos programas en prisiones; se consiguió, además, la creación de una destacada clínica, que es una especie de Centro Nacional para el VIH/sida, etc. Pero este año, con la llegada al poder de un gobierno conservador, estamos asistiendo a muchos cambios que afectan a la comunidad del VIH. Empezaron con el arresto de un médico que proporcionaba metadona a sus pacientes, acusado de suministrarles drogas, y otro fue detenido durante 48 horas. Éstos fueron los primeros hechos. En segundo lugar, en Kiev existe una zona cercana al río, llamada Lavra, donde hay una especie de distrito eclesiástico que cuenta con varias iglesias y es fantástica (Ucrania es un país cristiano ortodoxo); el problema es que la clínica que he mencionado está cerca de las iglesias y creo que, por este motivo, quieren cerrarla y llevarla a otro lugar, a pesar de que fue renovada el año pasado. Esto tiene mucha repercusión sobre la calidad de los servicios. Además, creo que, de algún modo, provoca una agitación innecesaria, al hablar de terapia de sustitución y también sobre VIH en este contexto negativo. La sociedad civil en Ucrania es muy fuerte, porque tiene todas las redes ucranianas, pero también ECUO (Unión Centroeuropea y de Asia Central); o sea, que hay mucho movimiento en activismo y promoción, pero aún existen amenazas.
Después, tienes las Repúblicas Bálticas, de las que ya he hablado un poco. Hay un nuevo Consejo Asesor Comunitario (CAB, en sus siglas en ingles) en Estonia y nos gustaría formar un CAB báltico, ya que somos tres países muy pequeños; en conjunto, el número total de habitantes debe de ser de unos seis millones, por lo que, aunque es comprensible que cada país desee tener distintos sistemas y quiera ser independiente, creo realmente que deberían coordinarse y trabajar juntos, por ejemplo, para conseguir fármacos más baratos. Hace un año, las autoridades intentaron reunirse para debatir sobre esto, pero pienso que nosotros, como comunidad, tendríamos que presionar más.

Y por último está Rusia, que es un país inmenso. Si nos fijamos en las organizaciones, la mayoría tienen la sede en Moscú y San Petersburgo: por ejemplo, ITPC Rusia (siglas en inglés de Coalición Internacional en la Preparación para el Tratamiento) tiene su sede en San Petersburgo, hay un CAB ruso en esta última ciudad también, etc. Pero tienes un país enorme, que se extiende hasta oriente, donde se dan un montón de dificultades. Se producen problemas de desabastecimiento, y no estamos hablando del nivel de Rumanía, se trata de un problema de una dimensión extraordinaria.
Por otro lado, no todas las personas que tendrían que recibir tratamiento lo están recibiendo; también hay coinfecciones por tuberculosis, que constituye una importante amenaza en Rusia. En cuanto a las prisiones, este extenso país ha heredado el antiguo sistema penitenciario, donde un recluso no es tratado como una persona con derechos humanos. Las celdas son pequeñas y están abarrotadas de gente, que no recibe tratamiento ni acceso a la atención médica. Además, está la cuestión de la falta de terapias de mantenimiento con metadona, que es otro problema. Pero lo más importante es la falta de voluntad política, porque no es el Ministerio de Sanidad el que decide sobre el tratamiento con metadona sino el Ministerio del Interior. Por otra parte, el hecho de que ahora el nuevo director de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito [UNODC] sea un funcionario ruso no pienso que vaya a ser de mucha ayuda.
LMP: Entonces, la ideología tiene mucha influencia en Rusia y esto se traduce en la ausencia de estos programas de sustitución de opiáceos. Hay quien dice que sólo 5 ó 6 personas están impidiendo que todo el país adopte estas políticas. Creo que ya habéis tratado este tema, pero ¿hay alguna acción que EATG tenga prevista al respecto en Rusia?
AZ: Pienso que se trata de una cuestión muy compleja y debemos ser muy prudentes en lo que se refiere a los países de Europa del Este y Asia Central, porque se trata de un activismo completamente distinto y hay personas que pueden sufrir amenazas o ser encarceladas por estas acciones. Por ejemplo, en Uzbekistán, un país asiático con una fuerte estructura estatal, el psicólogo y activista Maxim Popov llevaba a cabo un programa sobre salud sexual y fue detenido. Su organización distribuía folletos acerca del uso de condones, sin imágenes, sólo con texto. Los activistas occidentales, de EE UU, empezaron a presionar para que se hiciera algo, pero los activistas de Uzbekistán les dijeron: “De acuerdo, sabemos que vosotros no trabajáis así, pero no podemos actuar como vosotros porque eso no ayudará a la persona, sino que la perjudicaría aún más, y si se enteran las autoridades de la prisión, su estancia podría ser más dura, o incluso peligrar su vida”.
En cuanto al sistema penitenciario, el tratamiento es poco humano en toda la zona. Cuando entras en prisión, de algún modo desapareces, es como si intentaran borrarte de los registros. Hemos de tener mucho cuidado con esto, pero debemos presionar a las distintas agencias, como en el caso del nuevo plan estratégico de la OMS, el cual intentamos que tuviera un contenido más político y que hablara del tratamiento de sustitución, la terapia de mantenimiento o con fármacos agonistas.
LMP: A raíz de tus palabras sobre estos países del Este, diríamos que existe una violación total y constante de los derechos humanos. El lema de la conferencia es “Derechos aquí y ahora”, y además, Julio Montaner, director de la Sociedad Internacional del Sida (IAS), ha repetido hasta la saciedad que el tratamiento anti-VIH es una cuestión de derechos humanos. ¿Cómo podemos trabajar de forma conjunta a nivel internacional para cambiar esto? ¿Qué pasos se deberían dar para acabar con esta falta de derechos?
AZ: Es una pregunta muy importante, pero realmente es muy difícil de responder. El mensaje que hay que enviar, una y otra vez, es que debemos presionar para que los políticos aborden el tema, porque ése es el nivel en el que podemos hacer más.
LMP: ¿Quizá incidir en la labor educativa en niños y jóvenes para que cuando crezcan se conviertan en ciudadanos?
AZ: Por supuesto. Y creo que la Iniciativa 2031 se centra en los jóvenes y la educación de los estudiantes. Creo que debemos actuar sobre las personas que van a ser servidores públicos, como los abogados, por ejemplo. Por la experiencia de mi trabajo en Lituania con los estudiantes, diría que la mitad de ellos son muy considerados y se preocupan por los derechos humanos, pero la otra mitad no son así. Y da un poco de miedo hablar con personas de 19 ó 20 años de edad y ver que son tan homófobas y que tienen tan poco respeto hacia los demás. Por este motivo, si no abordamos la educación, no cambiará nada.
LMP: Hablemos de poblaciones vulnerables, como mujeres, jóvenes... Tú has trabajado en derechos de la mujer, en derechos reproductivos, etc. ¿Qué queda por hacer aún en la región? ¿Cuáles son las principales acciones o intervenciones que estáis haciendo en relación con las mujeres?
AZ: Se trata de otra pregunta muy compleja; la verdad es que la situación es distinta en cada país. Se puede comprobar que, en esta región, la mujer no está en la agenda del VIH; se encuentra de algún modo oculta en otros grupos de mayor tamaño, a pesar de que, con mucha frecuencia, requiere otro enfoque. Y no hablo de movimientos feministas o cosas así, me refiero al abordaje de necesidades específicas. Por ejemplo, el número de organizaciones centradas en la mujer es muy pequeño. Así, en Lituania hay sólo una, pero es que en Rusia no existe ninguna que trabaje específicamente con la población femenina. No obstante, un punto positivo de estas conferencias es que permiten que nos podamos reunir algunas mujeres de la región e invitar a algunas de ellas a ser ponentes en nuestras sesiones. Hemos visto que existe un interés por formar un grupo de mujeres en Rusia. Esto es algo muy positivo, ya que en este país nadie habla realmente de derechos sexuales y reproductivos, debido a que muchas de las chicas son usuarias de drogas. Creo que ése es el problema de nuestro mundo, que no hablamos de sexualidad. Todo el mundo tiene sexo, da placer, pero no lo abordamos de un modo positivo. Cuando se piensa en usuarios de drogas, no existe un mensaje positivo. Espero que después de esta conferencia se produzca la creación de un grupo que aborde estos temas.
LMP: Sabemos que no es fácil vivir con VIH en ningún sitio, pero ¿cómo es vivir con el virus en estas regiones?
AZ: En mi caso me resulta duro, porque para mí compartir cosas con la gente me ayuda a enfrentarme a los obstáculos, a los problemas, pero hay muy pocas personas que admiten ser seropositivas y que quieran hablar y compartir sus sentimientos. Y hacerlo ayuda a superar las barreras, porque si no, puede que ni siquiera las identifiques. Por ejemplo, intenté crear un grupo de apoyo en Lituania, y nos reunimos durante un tiempo, pero sólo acudían unas pocas personas. Fue muy desalentador, ya que la gente no quería venir. Así que ahora nos reunimos con carácter informal, por teléfono... sin ninguna frecuencia regular. Es como tener un grupo de amigos que tienen algo en común.
Otra cosa que me resultó difícil fue cuando vine a Lituania, hace unos 4 ó 5 años. Hasta entonces, no prestaba demasiada atención a mi salud. Cuando me mudé tenía un buen recuento de CD4 y no me preocupaba por el sistema sanitario, sólo pensaba a qué país me iba y no importaba nada más; creía que todo iba a salir bien. Mi recuento de CD4 estaba en torno a 600 células/mm3 y, en un momento, incluso me olvidé de la infección, puesto que todo iba bien; ¿para qué preocuparse? Pero cuando llegué al país, únicamente había un sitio al que podía acudir para recibir ayuda en temas de VIH. Tras vivir unos dos años, empecé a sentirme un poco peor, mi recuento de CD4 estaba bajando un poco y tuve que esperar cerca de un año, haciéndome análisis cada 3 meses, hasta que mi nivel llegó a unas 300 células/mm3. Me sentía muy débil, contraje algunas enfermedades... hasta que mis CD4 bajaron de 250 y pude empezar el tratamiento. Tuve que esperar como un año, y lo peor es que mi médica no tomaba decisiones para mí. Porque si ves que el paciente no está yendo muy bien y se puede beneficiar de la terapia, no deberías tener que ceñirte de forma estricta a las directrices, ya que eres una médica y tú tomas las decisiones y el paciente debería ser lo más importante.
Pero mi médica no fue capaz de tomar la decisión y yo no pude obligarla; a veces, sentía que iba a la consulta a prescribirme cosas a mí misma... La cuestión es que no tenía opciones, sólo había una médica en una ciudad y ésta creía que era responsable económicamente y que no podía ir contra las directrices, o al menos ésa era la sensación que tenía yo: que mi médica era, de algún modo, responsable. Por fin, llegué a 249 células/mm3 y, por fortuna —dice con ironía—, mi carga viral era alta, lo que me permitió empezar a tomar el tratamiento. Luchar contra el sistema en los países del Este es muy difícil; muchos pacientes no tienen la información necesaria y no reciben un asesoramiento de calidad por parte de sus médicos, que pueden hacer lo que quieran contigo.
LMP: Para terminar, ¿cuáles son tus deseos en el ámbito del VIH y qué esperas llevarte a casa de la conferencia?
AZ: Mi primer deseo es que los países que aún no han firmado la Declaración de Viena la suscriban. También me gustaría que los donantes del Fondo Mundial para la Lucha contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria mantuvieran sus compromisos, sobre todo en Rusia, que es un país de ingresos medios-altos, donde no hay voluntad política y sabemos que el dinero de ese Fondo es de gran ayuda para llevar a cabo servicios, no sólo los estatales, sino también los que ofrecen las organizaciones que trabajan a pie de calle.
Respecto a la conferencia, soy miembro de la Comunidad Internacional de Mujeres que viven con VIH/sida (ICW, en sus siglas en inglés) y desearía que las redes de mujeres trabajaran de manera conjunta [como por ejemplo,
la nueva pequeña red europea de mujeres con VIH, de reciente creación]. También confío en la campaña iniciada por ICW Latina y Patricia Pérez “Más Paz, Menos Sida”. Estoy convencida de que, en comunidad, la paz y trabajar en colaboración nos ayudarán a reducir el VIH.
LMP: Una última cosa sobre la Declaración de Viena; ¿por qué la consideras importante y por qué la gente debería respaldarla?
AZ: Creo que es especialmente importante en el contexto de Europa del Este y Asia Central, donde tenemos muchas personas usuarias de drogas inyectables con VIH y ése es el principal medio de transmisión. Además, el consumo de drogas constituye una barrera para acceder a cualquier atención o tratamiento médicos de calidad, incluidos los del VIH. En muchos países, el hecho de portar una pequeña cantidad de droga puede hacer que termines en la cárcel, lo que no ayuda en absoluto, ya que pone la salud de la persona en peligro; las prisiones están sobresaturadas, hay mucha violencia dentro, violaciones y también consumo de drogas y problemas de salud. Por eso, estas políticas restrictivas no funcionan.
A escala mundial, creo que los grandes protagonistas, como Rusia, EE UU y Canadá, al decir no a la Declaración de Viena, nos envían el mensaje de que no estamos avanzando.
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