Svetlana sólo habla ruso y es difícil encontrar a una intérprete disponible entre el frenesí de la conferencia. La conseguimos, pero nos concede únicamente quince minutos. Cuando por fin nos sentamos, los ojos y la expresión de Svetlana reflejan, a partes iguales, la desolación y la esperanza. Diez años en una prisión rusa y haber sido excarcelada por fallecimiento inminente es muy duro, sin duda. Participar ahora en varios talleres y charlas de la conferencia parece haberla reconciliado con la vida.

Svetlana Prosvirina [SP]: Me llamo Svetlana Prosvirina, soy rusa, de la ciudad de Kaliningrado, y vivo con VIH desde 1996.
LMP: De camino, nos has comentado que habías estado en la cárcel durante varios años.
SP: Soy usuaria de drogas desde hace veinte años y, efectivamente, pasé diez años en prisión sólo por ese motivo, consumir drogas.
LMP: ¿Cómo es la experiencia de vivir con VIH en la cárcel en Rusia?
SP: Al principio, cuando me infecté, no tenía ningún problema, pero después, pasé momentos muy duros. Cuando fui detenida y metida en la cárcel, unas 70 personas estuvimos encerradas en el mismo espacio durante varios años. El motivo era que, por aquel entonces, ninguna prisión rusa aceptaba mujeres con VIH. Esto fue en 1998.
La última vez que estuve en la cárcel ya no fue en condiciones especiales, sino en las habituales, con el resto de las reclusas; fue incluso peor. Teníamos que hacer lo mismo que las personas sanas, trabajos forzados como construir muros, cavar zanjas, cosas así. Y además, estaba el entrenamiento físico. Después de eso, mis recuentos de CD4 disminuyeron y me infecté de tuberculosis. Así, empezaron a tratarme esta enfermedad de forma agresiva, con unas dosis muy altas de fármacos, pero mi sistema inmunitario estaba tan deprimido que me puse realmente enferma. Mi madre me sacó de allí, porque no querían que me quedara en ese estado en la cárcel. Le dijeron a mi madre que se preparara para mi muerte.
LMP: ¿Durante ese tiempo te dieron tratamiento anti-VIH?
SP: No, en aquel momento no. No sólo no recibía tratamiento, sino que no me hicieron ninguna prueba de recuento de CD4, de carga viral... nada. Por eso, me estaba muriendo y nadie entendía lo que estaba pasando.
LMP: ¿Y cómo te encuentras ahora? ¿Estás recibiendo tratamiento?
SP: Sí, una vez fuera de prisión, inicié el tratamiento, en 2005, y lo sigo tomando desde entonces. Llegué a tener un recuento de CD4 de 4 células/mm3; ahora, mi nivel está en 543 células/mm3 gracias a la terapia.
LMP: Sobre Rusia hemos oído que no hay programas de reducción de daños; ¿es cierto? ¿Estás trabajando para conseguir esto?
SP: Presido una organización de personas que viven con VIH y tratamos de aprovechar todas las oportunidades para debatir los problemas que hay. Realizamos y apoyamos actividades tanto a nivel local como nacional. Todas las personas de mi organización trabajan en proyectos sobre reducción de daños. Y estamos convencidos de que si hubiéramos tenido estos programas antes, quizá hoy gozaríamos de una mejor salud.
LMP: ¿Es el VIH una enfermedad estigmatizadora en Rusia?
SP: Sí, mucho. Por poner un ejemplo personal: Hace unos meses, decidí tomar un taxi y le dije al conductor que me recogiera en el centro de tratamiento del VIH para llevarme a casa, pero se negó, aduciendo que tenía miedo de ir allí. Así que acudí a los tribunales con la acusación de discriminación y gané.
LMP: ¡Felicidades, me alegro por ello! Pero entonces, ¿crees que esta discriminación está sucediendo en todos los ámbitos de la sociedad?
SP: El problema también está en que las personas con VIH muestran un elevado nivel de autoestigma y tienen mucho miedo de acudir a la justicia y sacar a la luz estos problemas. Claro que este autoestigma se debe, de igual forma, al entorno discriminatorio; no sólo es que tengan miedo, es que saben que realmente pueden verse perjudicadas. Pero creo que las personas tienen que ir a los tribunales e iniciar estos procesos contra la discriminación.
LMP: ¿Existe alguna ley en Rusia que garantice que no puedas ser discriminado, al menos sobre el papel?
SP: Sí, aunque de hecho no funciona. Es muy difícil de demostrar, necesitas testigos, pruebas; es muy complicado.
LMP: Para terminar, ¿qué te ha traído a la conferencia y qué ideas o sentimientos te llevas de ella?
SP: He estado en varias sesiones, pero desgraciadamente no hablo bien inglés, por lo que intento ir a las sesiones en ruso. Me ha gustado mucho la marcha de protesta, me ha dado sensación de unidad. He sentido la energía dentro de mí, porque me hizo entender que no estoy sola. Por mi parte, he hecho una presentación sobre prisiones. He comprendido que Rusia está en una situación muy mala y creo que debemos trabajar mucho en nuestro país, pero ha sido una alegría ver cómo la comunidad internacional apoya a los rusos en nuestra lucha. Aquí se han reunido muchas personas, he tenido ocasión de sentirlas y me siento arropada.
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