Las ONG que trabajamos en proyectos de prevención y apoyo a las personas con VIH de esta comunidad autónoma queremos lanzar la voz de alarma respecto a las ayudas en forma de subvenciones que percibimos de su Consejería de Sanidad.
Para que os hagáis una idea, se calcula que, en la Comunidad de Madrid, vive el mayor número de personas infectadas por VIH, aproximadamente unas 30.000 (aún no está operativo el registro de nuevos diagnósticos) y, desde el año 1981, se han registrado 18.330 casos de sida.

Según la propia Consejería de Sanidad, las ONG “desempeñamos un papel importante como agentes encargados de proporcionar información, educación y apoyo asistencial a sectores de población especialmente expuestos a esta infección y menos accesibles desde la red sociosanitaria”. Esta idea se recoge también en la misma convocatoria de subvenciones.
Pues bien, para demostrar lo importantes que somos, el presupuesto destinado a estas ayudas no ha aumentado desde 2007, al revés, ha disminuido en 2009, siendo la cantidad total este año de 266.000 euros para proyectos de prevención y 240.000 para proyectos de carácter asistencial (ayuda domiciliaria y recursos residenciales), a repartir entre todas las ONG, en torno a unas 30 en total. Si se compara con las cantidades destinadas en otras comunidades autónomas, teniendo en cuenta criterios de población, estimación de casos de nuevas infecciones, casos de sida, y otros, se verá que las comparaciones dejan en un pésimo lugar a la Comunidad de Madrid.
Para redundar en nuestro “importante papel”, nos encontramos durante la práctica totalidad del período de ejecución de los proyectos subvencionados (si es que finalmente se subvencionan) desconociendo la cantidad asignada y la fecha de cobro; si bien lo normal es que, cuando tenemos dicha información, el proyecto ya esté más que ejecutado.
En 2009, ambas convocatorias de subvenciones han sido publicadas en el mes de julio. Su objeto es la ayuda a proyectos que se han realizado desde octubre de 2008 a septiembre de 2009. Es decir, la convocatoria sale a escaso mes y medio —vacaciones mediante— de que acabe el plazo de ejecución. El plazo de resolución es de seis meses, lo que quiere decir que, en febrero de 2010, sabremos si recibimos ayudas y la cuantía para aquellos proyectos que hace seis meses finalizamos. Pero además, después de resolverse, ha de pasar por intervención, que si no se demora puede tardar, tranquilamente, otro mes, y por último a tesorería, desde donde realizan los pagos. Así que, a estas alturas, no sabemos ni siquiera si vamos recibir, ni cuánto, ni cuándo lo que ya hemos gastado. En el mejor de los escenarios, cobraríamos en mayo del próximo año, con suerte.
Dado que las asociaciones no tenemos mucho dinero, pues dependemos sobre todo de las ayudas públicas, hemos llegado al límite de nuestras posibilidades para poder dar continuidad a nuestro trabajo. Hasta un punto en el que, dentro de nuestro entorno asociativo, se ha tenido que reducir a mínimos el personal técnico de intervención, con la consiguiente disminución de las actividades e iniciativas que estamos llevando a cabo.
Pero, de todo esto, lo que más nos preocupa es la imposibilidad de poder atender como se merecen, con dignidad y profesionalidad, a todas las personas que nos lo solicitan, tanto directamente como derivadas de las instituciones públicas, desde la responsabilidad de querer realizar un trabajo serio e innovador y con resultados que se puedan reflejar en un beneficio para la sociedad, en general, y de las personas con VIH, en particular.
Sabemos que hay muchas cosas por hacer, tanto en educación, prevención, como en atención a las personas que están en un mayor riesgo de exclusión social por un deterioro físico o psíquico, situaciones de calle, discriminación social, sanitaria y laboral, soledad… Nos sentimos impotentes ante la imposibilidad manifiesta, por falta de medios económicos, de poder efectuar nuestra labor, que se debe desarrollar dentro de un ámbito de continuidad.
El Plan de Actuaciones frente al VIH 2005-2007 nunca ha sido renovado, ni adecuadamente evaluado. Y si existen algo así como unas líneas estratégicas, las asociaciones, desde luego, no hemos participado en su definición.
“Participación” es un concepto que parece no estar en la agenda de nuestros políticos. ¿Cómo podemos, entonces, contribuir a ese acceso a sectores de la población que no pueden o no quieren acceder a la red sociosanitaria? La Oficina Regional de Sida, creada en el marco del Plan de Actuaciones, y en la que estábamos representadas las ONG, no ha vuelto a reunirse desde 2008, por lo que la interlocución formal con la institución se ha visto interrumpida. En el trasfondo está el gravísimo asunto de la desaparición de la Dirección General de Salud Pública, de la que dependía la Oficina Regional.
El pasado año, las ONG nos reunimos con la directora general de Atención Primaria —de la que pasaron a depender las actuaciones en materia de VIH/sida—, quien nos aseguró, tanto a los presentes como más adelante, en una nota de prensa, que nada iba a cambiar con la desaparición de la Dirección General y que se mantendría el presupuesto destinado a las subvenciones. Pero los hechos son otros: las cosas sí han cambiado, considerablemente a peor, y el presupuesto se ha reducido; de 311.000 a 266.000: en torno a un 15%.
Tampoco existe en la red sanitaria una atención psicosocial que pueda ayudar a paliar o mitigar la problemática que conlleva saber que se tiene una enfermedad crónica, con una fuerte connotación social de culpabilidad y responsabilidad, que desde el conocimiento del diagnóstico hasta el cansancio psicológico que conlleva esta carga pueda ayudar a hacerlo más fácil.
Máxime teniendo en cuenta que la intervención psicológica tanto individual como grupal (grupos de autoayuda, autoapoyo, reciente diagnóstico, etc.) dentro de este colectivo conlleva unas necesidades muy específicas, derivadas de la estigmatización y discriminación, que históricamente han acompañado a las personas afectadas por VIH. Esto hace que la especialización en dicha intervención psicológica con este colectivo sea fundamental, ya que, además del conocimiento y dominio de técnicas psicológicas o de intervención social, se hace fundamental el manejo de información a nivel médico, biológico, farmacéutico y legal.
Por todos y todas es conocido que la actual crisis económica conlleva un recorte de gastos y presupuestos por parte de los organismos públicos y privados, pero como asociación que trabaja en defensa de los derechos y el bienestar de todas las personas afectadas por VIH, no podemos dejar de denunciar esta situación que, desgraciadamente, se ceba en los colectivos más desfavorecidos, reivindicando en este sentido, puesto que una política social preventiva supone un mayor ahorro a medio y largo plazo para toda la sociedad, sobre todo en el ámbito sociosanitario.

Según la propia Consejería de Sanidad, las ONG “desempeñamos un papel importante como agentes encargados de proporcionar información, educación y apoyo asistencial a sectores de población especialmente expuestos a esta infección y menos accesibles desde la red sociosanitaria”. Esta idea se recoge también en la misma convocatoria de subvenciones.
Pues bien, para demostrar lo importantes que somos, el presupuesto destinado a estas ayudas no ha aumentado desde 2007, al revés, ha disminuido en 2009, siendo la cantidad total este año de 266.000 euros para proyectos de prevención y 240.000 para proyectos de carácter asistencial (ayuda domiciliaria y recursos residenciales), a repartir entre todas las ONG, en torno a unas 30 en total. Si se compara con las cantidades destinadas en otras comunidades autónomas, teniendo en cuenta criterios de población, estimación de casos de nuevas infecciones, casos de sida, y otros, se verá que las comparaciones dejan en un pésimo lugar a la Comunidad de Madrid.
Para redundar en nuestro “importante papel”, nos encontramos durante la práctica totalidad del período de ejecución de los proyectos subvencionados (si es que finalmente se subvencionan) desconociendo la cantidad asignada y la fecha de cobro; si bien lo normal es que, cuando tenemos dicha información, el proyecto ya esté más que ejecutado.

Factor tiempo
En 2009, ambas convocatorias de subvenciones han sido publicadas en el mes de julio. Su objeto es la ayuda a proyectos que se han realizado desde octubre de 2008 a septiembre de 2009. Es decir, la convocatoria sale a escaso mes y medio —vacaciones mediante— de que acabe el plazo de ejecución. El plazo de resolución es de seis meses, lo que quiere decir que, en febrero de 2010, sabremos si recibimos ayudas y la cuantía para aquellos proyectos que hace seis meses finalizamos. Pero además, después de resolverse, ha de pasar por intervención, que si no se demora puede tardar, tranquilamente, otro mes, y por último a tesorería, desde donde realizan los pagos. Así que, a estas alturas, no sabemos ni siquiera si vamos recibir, ni cuánto, ni cuándo lo que ya hemos gastado. En el mejor de los escenarios, cobraríamos en mayo del próximo año, con suerte.
Dado que las asociaciones no tenemos mucho dinero, pues dependemos sobre todo de las ayudas públicas, hemos llegado al límite de nuestras posibilidades para poder dar continuidad a nuestro trabajo. Hasta un punto en el que, dentro de nuestro entorno asociativo, se ha tenido que reducir a mínimos el personal técnico de intervención, con la consiguiente disminución de las actividades e iniciativas que estamos llevando a cabo.
Pero, de todo esto, lo que más nos preocupa es la imposibilidad de poder atender como se merecen, con dignidad y profesionalidad, a todas las personas que nos lo solicitan, tanto directamente como derivadas de las instituciones públicas, desde la responsabilidad de querer realizar un trabajo serio e innovador y con resultados que se puedan reflejar en un beneficio para la sociedad, en general, y de las personas con VIH, en particular.
Plan de Actuaciones frente al VIH
Sabemos que hay muchas cosas por hacer, tanto en educación, prevención, como en atención a las personas que están en un mayor riesgo de exclusión social por un deterioro físico o psíquico, situaciones de calle, discriminación social, sanitaria y laboral, soledad… Nos sentimos impotentes ante la imposibilidad manifiesta, por falta de medios económicos, de poder efectuar nuestra labor, que se debe desarrollar dentro de un ámbito de continuidad.
El Plan de Actuaciones frente al VIH 2005-2007 nunca ha sido renovado, ni adecuadamente evaluado. Y si existen algo así como unas líneas estratégicas, las asociaciones, desde luego, no hemos participado en su definición.
“Participación” es un concepto que parece no estar en la agenda de nuestros políticos. ¿Cómo podemos, entonces, contribuir a ese acceso a sectores de la población que no pueden o no quieren acceder a la red sociosanitaria? La Oficina Regional de Sida, creada en el marco del Plan de Actuaciones, y en la que estábamos representadas las ONG, no ha vuelto a reunirse desde 2008, por lo que la interlocución formal con la institución se ha visto interrumpida. En el trasfondo está el gravísimo asunto de la desaparición de la Dirección General de Salud Pública, de la que dependía la Oficina Regional.
Cambios a peor
El pasado año, las ONG nos reunimos con la directora general de Atención Primaria —de la que pasaron a depender las actuaciones en materia de VIH/sida—, quien nos aseguró, tanto a los presentes como más adelante, en una nota de prensa, que nada iba a cambiar con la desaparición de la Dirección General y que se mantendría el presupuesto destinado a las subvenciones. Pero los hechos son otros: las cosas sí han cambiado, considerablemente a peor, y el presupuesto se ha reducido; de 311.000 a 266.000: en torno a un 15%.
Tampoco existe en la red sanitaria una atención psicosocial que pueda ayudar a paliar o mitigar la problemática que conlleva saber que se tiene una enfermedad crónica, con una fuerte connotación social de culpabilidad y responsabilidad, que desde el conocimiento del diagnóstico hasta el cansancio psicológico que conlleva esta carga pueda ayudar a hacerlo más fácil.
Máxime teniendo en cuenta que la intervención psicológica tanto individual como grupal (grupos de autoayuda, autoapoyo, reciente diagnóstico, etc.) dentro de este colectivo conlleva unas necesidades muy específicas, derivadas de la estigmatización y discriminación, que históricamente han acompañado a las personas afectadas por VIH. Esto hace que la especialización en dicha intervención psicológica con este colectivo sea fundamental, ya que, además del conocimiento y dominio de técnicas psicológicas o de intervención social, se hace fundamental el manejo de información a nivel médico, biológico, farmacéutico y legal.
Por todos y todas es conocido que la actual crisis económica conlleva un recorte de gastos y presupuestos por parte de los organismos públicos y privados, pero como asociación que trabaja en defensa de los derechos y el bienestar de todas las personas afectadas por VIH, no podemos dejar de denunciar esta situación que, desgraciadamente, se ceba en los colectivos más desfavorecidos, reivindicando en este sentido, puesto que una política social preventiva supone un mayor ahorro a medio y largo plazo para toda la sociedad, sobre todo en el ámbito sociosanitario.
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