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  1. Lo+Positivo 44, otoño 2009
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Las mujeres con VIH siguen sin poder ejercer su derecho a la maternidad

Algunas ONG han incorporado el consejo sobre reproducción entre sus intervenciones de apoyo y acompañamiento de personas con VIH. LO+POSITIVO quería conocer un poco más a fondo qué tipo de dudas plantean las y los usuarios, qué información se les proporciona y qué recursos se les ofrece.

Para ello, nos citamos con Creación Positiva, una entidad que, desde su sede en Barcelona, facilita, entre otros servicios, información sobre derechos sexuales y reproductivos para mujeres y hombres con VIH. Sin embargo, la conversación va por otros derroteros y las entrevistadas, Montse Pineda y Mª Luisa García, nos ofrecen una reflexión sobre las dificultades en el acceso a la reproducción asistida como consecuencia de las desigualdades de género, el estigma asociado al VIH, y el nulo reconocimiento del derecho a la maternidad y la paternidad de las personas que viven con VIH.

LO+POSITIVO [LMP]: Las personas con VIH, ¿tienen dificultades para acceder a la  reproducción humana asistida?
Creación Positiva [CP]: El acceso a la reproducción asistida se enmarca dentro del reconocimiento y la promoción de los derechos de las mujeres y los hombres que viven con VIH. Hasta que no se garantice que unas y otros puedan ejercer de forma plena y real el derecho a la reproducción, nos seguiremos encontrando en una situación de desigualdad si se compara con la población general.

Imagen: Derecho a la maternidadLMP: Sin embargo, respecto a años atrás, ha habido un cambio notable, y ahora las personas con VIH pueden ser incluidas en los protocolos de reproducción asistida.
CP: Existen diferentes situaciones. Si bien es cierto que en algunas comunidades autónomas la sanidad pública comienza a cubrir las técnicas de reproducción asistida para parejas serodiscordantes en las que el hombre vive con VIH y la mujer no, los protocolos continúan excluyendo a las mujeres seropositivas. Esta realidad vulnera el derecho a la reproducción de un buen número de mujeres con VIH: mujeres seropositivas con parejas masculinas o femeninas, con o sin VIH, y mujeres seropositivas sin pareja que desean tener hijos/as.

LMP: ¿A qué puede ser debido?
CP: No es una cuestión de complejidad técnica, de seguridad, ni de coste económico de la intervención. La normativa no parece incluir ninguna limitación para que las técnicas de reproducción asistida puedan aplicarse a personas con VIH, por lo que, en un plano formal, tanto a hombres como a mujeres seropositivos se les reconoce el derecho a la reproducción. Ahora bien, la realidad es bien distinta, y si las personas con VIH en general se encuentran en una situación de desigualdad real, la mujeres seropositivas lo están todavía más si lo comparamos con los hombres seropositivos. La reproducción asistida en mujeres con VIH es menos costosa y más segura, en términos de transmisión horizontal, que el lavado de semen en hombres seropositivos.

Sin embargo, en la sanidad pública se ha dado preferencia a promover el acceso de los hombres a esta técnica reproductiva, es decir, a reconocer su derecho a la paternidad. ¿Y el derecho a la maternidad de las mujeres seropositivas? No se reconoce; es un derecho que no pueden ejercer plenamente y está supeditado a los derechos de terceras personas, ya sea a su pareja masculina o a los hijos que han de nacer. En definitiva, existe una desigualdad en el reconocimiento de los derechos. Hoy en día, en una pareja serodiscordante, el hecho de que el miembro con VIH sea el hombre o la mujer va a determinar que la pareja pueda ejercer o no su derecho a la reproducción, lo que coloca a la mujer seropositiva en un plano de renuncia y culpabilidad.

LMP: ¿Podríamos hablar de discriminación?
CP: No reconocer ni promover derechos fundamentales está asociado con todo un imaginario y una simbología cargados de estigma. A las mujeres con VIH que tienen deseos reproductivos todavía hoy se las prejuzga: ‘algo malo habrá hecho’, ‘no va a ser una buena madre’... Siempre van a estar bajo sospecha constante. Todo esto implica una vulneración de los derechos de las mujeres y una discriminación evidente.

Es crucial que los protocolos, directrices y normativas recojan sobre el papel los derechos reproductivos, pero no menos importante es que haya un reconocimiento real de éstos a través de acciones concretas encaminadas a promoverlos y garantizarlos. Las mujeres seropositivas piensan que no tienen la posibilidad de acceder a la reproducción porque asumen que no tienen ese derecho. Un ejemplo de esto lo podemos encontrar en los documentos sobre reproducción asistida en personas con VIH que elaboran tanto las autoridades sanitarias como las propias organizaciones de pacientes. En ellos, la información se plantea desde el punto de vista de la transmisión horizontal y vertical del VIH, y no desde un enfoque basado en los  derechos reproductivos de las personas seropositivas, cómo ejercerlos y de qué forma se garantizan.
Imagen: Destacado de texto
LMP: En cualquier caso, las personas con VIH disponen de otras opciones reproductivas que no son únicamente la reproducción asistida.
CP: Sí, en efecto, e incluso si tienes recursos económicos, puedes acceder a la reproducción asistida en la sanidad privada. Pero en nuestra opinión, ésa no es la cuestión. Las personas con VIH en general y las mujeres en particular deberían elegir la opción reproductiva que más les convenga entre diferentes posibilidades reales, cosa que, ahora mismo, no sucede. El panorama que nos encontramos en la actualidad es que, al final, se decantan por una opción determinada porque no tienen la posibilidad de acceder a otras, es decir, se ven abocadas a renunciar. En nuestra experiencia, la mayoría de las personas con VIH que han tenido un hijo/a por medio de la reproducción asistida no han podido hacerlo a través de la sanidad pública, pese a que lo hayan podido  intentar.

Cuando ves que no se te facilita el proceso, que te van poniendo trabas y dificultades, al final renuncias o te decantas por otra opción, en caso de poder acceder a ella. Las parejas serodiscordantes o las mujeres con VIH sin pareja que han logrado quedarse embarazadas, en muchos casos lo han conseguido desde la propia insistencia y búsqueda de opciones, recursos e información.

LMP: ¿Y cómo se podría mejorar el acceso?
CP: En primer lugar, sacando a la luz el problema, mostrando la desigualdad en el acceso a la reproducción asistida para las personas con VIH en general y las mujeres seropositivas en particular, y enfocando este debate no como una cuestión de acceso a las técnicas de reproducción, sino desde el punto de vista del reconocimiento y la promoción del derecho fundamental a la reproducción.

Por otro lado, se requiere mejorar el consejo reproductivo que se proporciona a las personas con VIH en todos los niveles de la  asistencia sanitaria: desde la atención primaria, pasando por los centros de atención ginecológica, de planificación familiar, de atención a la salud sexual y reproductiva y, por supuesto, las unidades de VIH de los centros hospitalarios. Todas las y los profesionales sanitarios que atienden a personas con VIH con deseos reproductivos deberían conocer cuáles son los derechos de estos pacientes para poder informarles de forma correcta sobre todas sus opciones reales y facilitarles el acceso, incluido todo el proceso previo a la reproducción, en concreto, las pruebas de fertilidad y la valoración de la infectividad.

LMP: Y por último, ¿cuál sería el papel de las asociaciones y de las plataformas que aglutinan a ONG de VIH?
CP: Probablemente, deberíamos cambiar nuestro discurso y plantear el debate desde un enfoque de derechos humanos, como te acabamos de decir. Es primordial que exista una voluntad comunitaria por cambiar la situación de desigualdad en que nos encontramos, sobre todo en lo concerniente a la exclusión de las mujeres con VIH a las técnicas de reproducción asistida. Éste no es, hoy, un tema prioritario de la agenda de reivindicaciones, a diferencia de lo que sí sucedió con los derechos reproductivos de los hombres seropositivos. La agenda política se ha centrado en la reivindicación del derecho a la paternidad del varón con VIH y ha descuidado el derecho a la maternidad de la mujer seropositiva. Quizá esto responda a que las propias organizaciones de la sociedad civil históricamente hemos sido herederas de un sistema patriarcal que ha relegado a un segundo plano los derechos de las mujeres.


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