El pasado 24 de septiembre, se anunció que una vacuna contra el VIH había conseguido ser eficaz en la prevención de la infección. Se trata de un momento histórico, ya que, desde que en 1987 se hiciera el primer ensayo de vacunas contra el sida, en EE UU, es la primera vez que una investigación de este tipo demuestra eficacia en un ensayo en humanos.

El ensayo RV144
Este estudio se llevó a cabo en Tailandia y contó con más de 16.000 personas (aunque se examinaron más de 60.000 antes de elegir a este número). A la mitad de los participantes se les inyectó un placebo [sustancia inocua que no tiene ningún efecto terapéutico], y a la otra mitad, una combinación de dos vacunas. El objetivo era conseguir estimular las defensas celulares y de anticuerpos de los voluntarios para que pudieran evitar la infección o, en caso de que se produjera, que evolucionase con más lentitud. Ninguna de las dos vacunas era capaz de provocar la infección por VIH, ya que no contenían el virus completo, ni vivo ni muerto.Tras un período de tres años de seguimiento, se comprobó que el número de infecciones entre los voluntarios a los que se administraron las vacunas fue un 30% inferior al registrado entre quienes recibieron placebo.
La presentación de los resultados generó una comprensible euforia, tanto en el ámbito científico como del público general. Sin embargo, pasado el primer revuelo, empezaron a surgir las primeras voces críticas y los llamamientos a examinar los datos con más calma.
Preguntas abiertas
El primer jarro de agua fría provino del análisis más completo de los datos del estudio. Al someter los resultados a otros análisis estadísticos, las cifras de protección bajaron de algo más del 30% a un 25%. Y además, se perdió la significación estadística, lo que quiere decir que los resultados no son tan concluyentes como cabría esperar. A pesar de que esto invita a ser cauto respecto al potencial del régimen de vacunas, en el lado positivo también cabe señalar que todos los análisis apuntan en la misma dirección, es decir que, en mayor o menor medida, la intervención sí consiguió evitar infecciones.El hecho de perder significación estadística se debe al reducido número de casos de infección registrados durante el transcurso del ensayo. Esto impide determinar si la vacuna funcionó mejor en hombres o en mujeres, o en grupos de población concretos respecto a otros. Por este motivo, resulta también difícil averiguar otras cuestiones, como por qué el régimen de vacunación tuvo éxito en la prevención de la infección, pero no consiguió ralentizar su curso en las personas que se infectaron pese a estar vacunadas. Asimismo, la vacuna parece haber funcionado mejor en personas en situación de bajo riesgo de infección que en las de alto riesgo, aunque, de nuevo, los reducidos casos registrados no permiten analizar esta cuestión en profundidad.
Otro punto controvertido es el porcentaje de prevención observado. Ninguna vacuna de las que disponemos en el mercado contra otras enfermedades alcanza una eficacia del 100%, por lo que no es extraño que, en este caso, se lograra una protección parcial. El debate se plantearía en torno a qué valor de eficacia se considera adecuado para su implementación. Muchos investigadores consideran que este valor de corte no debería ser inferior al 50% para que el efecto de la vacuna sea relevante a nivel poblacional. En este sentido, los resultados de Tailandia serían modestos.
¿Qué va a pasar?
Como afirmaron algunos expertos, estos resultados han suscitado más incógnitas de las que han resuelto y aún hay mucho que debatir respecto a cómo proceder en adelante, por lo que la decisión de qué sucederá con esta vacuna aún está en el aire. Tampoco debe olvidarse que el ensayo RV144 se realizó en una zona del mundo que tiene unas cepas distintas a las presentes en África, donde se producen la mayoría de las infecciones y la vacuna sería más necesaria; por lo tanto, si se juzga oportuno seguir adelante con estas candidatas, probablemente sea necesario otro gran ensayo en dicho continente.
A pesar de las luces y sombras que estos resultados han proyectado, no cabe duda de que se pueden calificar como históricos, por cuanto suponen la primera confirmación en ensayos con humanos de que es posible aprovechar los puntos débiles del VIH y que, en definitiva, más que nunca, una vacuna contra el sida es posible.
Comentar
Nota: No serán publicados los comentarios ofensivos, los que puedan resultar inapropiados para personas de otras confesiones religiosas ni los que contengan datos personales. gTt no se hace responsable de las opiniones publicadas.
No hay comentarios aún ¡Sé el primero en dejar uno!
Enviar un comentario nuevo