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  1. Lo+Positivo 43, verano 2009
  2. Opinión

Mens sana in corpore sano

las más positivas. El ejercicio corporal está considerado uno de los factores que más contribuye a mantener la salud, pero en este mantenimiento de la salud a menudo se olvida la función primordial que cumple nuestra mente, incluyendo en ella nuestros pensamientos, emociones y sentimientos.

El cerebro es el órgano que pone en comunicación al resto del organismo para poder ejecutar las funciones que le permitan tener una vida activa. Por ejemplo, el cerebro controla el nervio vago que llega hasta el abdomen y le permite comunicarse con el resto del cuerpo. Entonces, está claro que ejercitar aquellas técnicas que mejoran la comunicación mente-cuerpo contribuirá a mantener el cerebro activo y en forma, lo que a su vez redundará en un mayor bienestar corporal.

Estrés y sistema inmunitario


Imagen: Mens sanaDiferentes estudios de laboratorio y en humanos han probado el impacto del estrés sobre el sistema inmunitario de maneras muy diferentes. El estrés es una respuesta natural del organismo ante situaciones de peligro percibido, en las que se produce una adaptación de diferentes sistemas para responder ante los estímulos externos, bien para luchar o para huir (respuesta de lucha o huida). Se produce un estado de alerta fisiológica, con aumento del ritmo cardíaco, de la presión sanguínea, función digestiva lenta, aumento de hormonas como la adrenalina y el cortisol, etc., lo que permite al individuo ponerse en disposición de responder a la agresión o huir.

El estrés también funciona en caso de agresiones internas, poniendo al sistema inmunitario en alerta. A corto plazo, sería un potenciador del sistema inmunitario, debido a que la respuesta innata del organismo favorecería su preparación para combatir los factores inductores del estrés (como puede ser en una infección). En cambio, en el estrés a largo plazo —el estrés crónico—, su acción prolongada contribuiría a la supresión inmunitaria, ya que, al mantener el sistema continuamente activo, acaba por perder su capacidad de dar una respuesta adecuada. Cuanto más dure el estrés, más se desviará el sistema inmunitario de los cambios adaptativos naturales, produciendo reacciones negativas, primero a nivel celular, y más tarde en toda la función inmunitaria; cuanto mayor sea el nivel de estrés, mayor será la supresión inmunitaria. Se cree que el cortisol, elevado en períodos de estrés, puede afectar la replicación viral del VIH y otras respuestas inmunitarias. Otros estudios indican que el estrés crónico, combinado con una alta actividad de glucocorticoides, puede producir una disminución en las poblaciones de linfocitos circulantes.

La meditación como tratamiento complementario


Estudios recientes han mostrado que la meditación regular puede disminuir la demanda de atención sanitaria, aumentar la longevidad y la calidad de vida, reducir el dolor y la ansiedad, o disminuir la hipertensión, entre otras alteraciones de la salud relacionadas con la acumulación de estrés en el organismo. En julio de 2008, un grupo de investigadores del Centro Cousins de Psiconeuroinmunología de la Universidad de Los Ángeles (EE UU) publicó los resultados de un estudio en el que se apuntaba que la meditación consciente retrasaba la pro­gresión del VIH, y proponía el programa de meditación como un tratamiento de grupo de bajo coste que podría constituir un importante tratamiento complementario para el VIH junto con la terapia antirretroviral.

También algunas de las afecciones que más afectan a las mujeres con VIH, como la depresión, el insomnio o incluso el virus del papiloma humano (VPH), podrían tener un aliado importante en esta práctica milenaria, que
contribuiría, en gran medida, a reducir el estrés a largo plazo y, con ello, la recuperación del sistema inmunitario a muchos niveles.

Con frecuencia, al hablar de ‘meditación’, suele venir a la mente la imagen de una persona con los ojos cerrados, sentada en la posición del loto, tratando de mantenerse al margen de cualquier distracción y buscando una iluminación que no siempre se sabe bien en qué consiste. Sin embargo, la meditación no es más que una manera de sentirte dentro de ti, no es más que concentración.

Concentrarse en el momento presente, estar completamente en lo que hacemos, sin planificar para un momento posterior o rememorar un momento anterior. En realidad, la meditación podría contribuir a inducir la respuesta de relajación —contraria a la respuesta al estrés—, a través de la cual el organismo recupera la normalidad de sus funciones.

Así que, no sólo se trata de practicar con el cuerpo, sino también con la mente… y el corazón.

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