opina. Estimados amigos y amigas de LO+POSITIVO, mi nombre es José Francisco Sena. Soy de Valencia y tengo 32 años; creo que soy asintomático (es la primera vez que doy con este término), pero si esto quiere decir que no parece que tenga síntomas que denoten mi enfermedad, lo soy.

Es la primera vez que llega a mis manos una revista con tales pretensiones. Es asombrosa la dedicación, puedo decir vocación, de las personas que realizáis esta edición. Me gustan dos aspectos primordialmente: uno es que, con esta revista, creáis un círculo, una alianza entre personas que tienen el valor del humanismo/humanidad, ya sean portadores o no. Mostráis humildad, pues conocimientos, saber e información son poder, y la unión hace la fuerza. No sois egoístas, ya que, compartiendo, hacéis que, entre todos, el ser humano crezca y se expanda rompiendo muros y barreras.
El segundo aspecto que me agrada es la parte informativa, el modo, la estructura de la edición, pues, además de amena, es de registro y verbo variado. Teniendo en cuenta el proceso personal de los lectores, conseguís llegar a un amplio abanico de personas y sectores, y abarcáis una gran variedad de temas.
Soy portador del VIH desde 2003-2005; desde entonces, he pasado por varias fases. Hoy día, tengo carga viral indetectable y un elevado número de CD4.
Me eduqué en un colegio del Opus Dei. He llevado una vida bastante rebelde; adolecía sentirme encasillado, siempre me he sentido un espíritu libre. En mi época más infantil he vivido inmerso en una vida de fantasía, de magia, he experimentado y estrujado al máximo cada segundo de la vida. ¡Porque la vida es bella, creedme!
Siendo joven, rechazaba a las personas portadoras del VIH (“virus inmensamente humilde”), las marginaba, apartándolas y despreciándolas. Mediante una relación sexual, y sin que la chica me lo comunicase, contraje este humanizador e humilde virus. Al principio quería morirme, intenté incluso suicidarme, sentí rechazo y marginación, en mi mente se desató una tempestad. Pasé por varias fases de ocultación, autodestrucción, tristeza y dolor, y, poco a poco, como una flor que madura, este virus me dio sus frutos: llevo siete años practicando yoga y meditación, he ganado muchísimo en humanidad, soy más empático y asertivo. Resulta un tanto paradójico, pero este adorable bichito me ha aportado más cosas positivas que negativas. En la actualidad, estoy orgulloso de cómo soy, me considero muy profundo espiritualmente y, si un día me voy a la cama habiendo podido ayudar a alguien, gano en autoestima y amor.
Un gran abrazo cósmico a todos los compañeros y compañeras.
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José Francisco saludos! Te escribo desde Colombi a, al igual que tu, soy portador y he aprendido a ver la vida de otra forma. Qué bueno seria compartir contigo algunas experiencias. Muy buen artículo por cierto, gracias por dar ánimo.
Andrés C.
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