en persona

José: La coordinadora es un albergue que ofrece alojamiento a las personas que viven con VIH/sida (PVVS) que llegan a Tegucigalpa en busca de atención médica. También ofrecemos un programa de acompañamiento en hospitales para aquellas personas que están solas, sin familiares o que no cuentan con ningún tipo de apoyo psicosocial y afectivo. En casos extremos, ya sea por pobreza o falta de movilidad, se les hace acompañamiento y cuidados en el hogar o en el albergue para cuidar de su higiene personal, comidas, etc.

Por otra parte, también servimos de puente entre estas personas y Médicos Sin Fronteras y otras instituciones o benefactores, en aquellos casos que requieren servicios que el hospital no tiene o no puede ofrecer, como tomografías u otras pruebas muy especializadas, para que aquéllos puedan facilitarles dichos servicios a las PVVS. También hacemos traslados y acompañamientos desde sus casas a los hospitales o los buscamos en las terminales de autobús o aeropuerto para acompañarles al hospital. Y estos proyectos los venimos realizando desde hace cuatro años.
No obstante, el apoyo financiero que recibimos es muy escaso y, normalmente, no podemos planificar demasiado, sino que tenemos que ajustarnos a lo que tenemos y tratar de resolver las necesidades de las personas que han desarrollado sida y están hospitalizadas.
LO+POSITIVO (LMP): ¿Existe algún tipo de Plan Nacional sobre el Sida, Programa o Secretaría Nacional del Ministerio de Salud que lidere las políticas en materia de VIH/sida en el país y que, además, subvencione las actividades comunitarias de las ONG?
José (J): Existe lo que se conoce como Plan Estratégico Nacional sobre VIH/Sida 2007-2012, en cuya elaboración hemos participado. Lamentablemente, es un plan muy ambicioso que se cumple muy poco. Y esto es así porque la atención integral no es sólo tomar pastillas y recibir atención médica, sino que va mucho más allá y sale del contexto hospitalario. Tiene que ver más con el aspecto sociocomunitario, y muchas comunidades están postergadas. Por ejemplo, hemos realizado seis visitas de campo a ciertas zonas rurales de Puerto Lempira, en el Departamento de Gracias a Dios, donde el acceso es difícil y más aún a esa comunidad. Pero, gracias al lobby que hemos ejercido y a una demanda que interpusimos ante la Fiscalía, se logró que las personas de la localidad recibieran atención médica. Además, tuvimos que pagar el traslado de estas personas para que tomaran su medicación y así demostrar que el tratamiento antirretroviral sí salva vidas. Es increíble que, hoy en día, siga habiendo comunidades sin acceso a medicación.
Otra de las grandes barreras a la que estas comunidades remotas se tienen que enfrentar es la idiomática, ya que mucha de la información se tiene que traducir a la lengua indígena misquito, entre otras (no obstante, la más extendida es esta lengua). Con ellos/as hemos comprobado que, cuando se quiere y hay voluntad, se pueden salvar vidas.
En estos últimos años, hemos tenido que saltarnos las normas de nuestra asociación para poder alargar el tiempo de permanencia de mujeres, niños y niñas y personas mayores que atendemos en la entidad para asegurarnos de que accedan a sus tratamientos, dado que estas personas han llegado en fase de sida, con muchas infecciones oportunistas, tuberculosis... Al acceder a sus terapias, se han recuperado. Si no hubiéramos realizado esta acción y no hubiéramos llegado a ese lugar para conocer la gran dimensión de la problemática, muchas de estas personas ya estarían muertas. Es increíble que todavía exista una gran desinformación con respecto al VIH; las familias sólo quieren saber quién está infectado para apartarlo de la comunidad.
LMP: ¿Qué está haciendo el gobierno al respecto?
J: Bueno, en el caso concreto de las comunidades Misquitas, el Gobierno central prácticamente ha quedado mal, puesto que no existe coordinación efectiva entre éste y el Gobierno regional. A pesar de que en la actualidad hay 16 personas en tratamiento, es necesario un albergue en el Hospital de Puerto Lempira para que éstas no sólo se puedan hacer las pruebas de seguimiento, sino para que también los profesionales sanitarios puedan observar su recuperación gracias a los tratamientos.
Otros fenómenos parecidos pasan en los Departamentos de Choluteca o Valle (fronterizos con Nicaragua y El Salvador), los más empobrecidos de Honduras. Esto ha hecho que se acreciente más la problemática de las PVVS. Peor aún es en el caso de niños y niñas y adolescentes, a los que normalmente tienen que traer hasta San Pedro y Tegucigalpa, donde se concentra la mayor atención a menores.
LMP: ¿Nos podrías indicar el número estimado de PVVS en Honduras?
J: Bueno, el número oficial, según la Secretaría de Salud Pública –desde 1985 a diciembre de 2007– era de más de 24 mil casos acumulados de VIH/sida; mientras que la incidencia está rondando el 2% de la población, por lo que tenemos una epidemia generalizada del 1,8% y la proporción de la infección es de dos mujeres por cada dos hombres. Se trata de una situación bastante alarmante, ya que la epidemia se ha extendido a los 18 Departamentos y, en la práctica, sólo se le ha brindado atención al corredor central del país, dejando postergados los Departamentos del oriente y occidente de Honduras. Es por ello que la atención básicamente se puede conseguir en las dos grandes ciudades donde se concentra el grueso de la población.
LMP: ¿Básicamente el acceso a la medicación sólo se puede conseguir en esas dos ciudades?
J: Bueno, en parte sí, pero también otras ciudades del corredor central están empezando a distribuir medicación. Sin embargo, los Departamentos que ya he mencionado son los que están más desatendidos.
LMP: ¿Qué tipo de medicación se dispensa en el país?
J: Prácticamente, la mayoría de la medicación que se proporciona es de marca, aunque no es la más reciente del mercado: zidovudina (AZT), efavirenz, lamivudina (3TC), etc.; Kaletra® se ha conseguido para algunos casos de resistencia, pero sólo a través de demandas al Estado. Sin embargo, somos conscientes de que las combinaciones de las que disponemos en la actualidad deben cambiar y ampliarse, ya que, debido a los efectos secundarios, muchas de las personas que están en tratamiento han tenido que cambiar de esquema.

LMP: ¿Existe alguna política nacional que haga frente al estigma y la discriminación en el país?
J: El problema es que el criterio último lo tiene el médico y el equipo multidisciplinar; ellos son los que deciden si se da o no un medicamento en ciertos casos.
Existe un protocolo de atención, y nosotros como activistas estamos siempre discutiendo con los profesionales sanitarios, porque aunque los pacientes tengan problemas con el alcohol, sean usuarios de drogas o personas en una situación extrema de riesgo, también tienen derechos. Hemos estado luchando para que el sea el propio Estado el que provea algún tipo de alternativas, cree programas de desintoxicación o centros de acogida para seguir su tratamiento, puesto que nosotros, como sociedad, no tenemos ni la capacidad ni los recursos para satisfacer las necesidades de rehabilitación de estas personas.
LMP: ¿Qué está haciendo la comunidad al respecto?
J: Bueno, siempre hemos estado denunciando estos hechos ante el Comisionado de los Derechos Humanos y la Fiscalía Nacional; aun así, se siguen vulnerando los derechos, lo que origina que la gente pierda la fe y las ganas de denunciar. Todavía hay muchas personas en lista de espera para recibir su tratamiento, por lo que podríamos decir que, en Honduras, no existe acceso universal a los antirretrovirales, tal como se está pidiendo en esta conferencia. Por eso, nuestra mayor lucha en este momento es que se amplíe a todas las zonas del país la medicación antirretroviral.
Por desgracia, en Honduras no existen campañas continuas y sostenidas sobre prevención, ni mucho menos sobre estigma y discriminación. Cada vez más personas con VIH son despedidas de sus trabajos, o no les dan trabajo, son rechazadas y marginadas por su familia y su entorno más próximo; asimismo, se están incrementando los casos de violencia en el hogar por VIH y género y, lo peor de todo, los asesinatos de compañeros y compañeras homosexuales y travestis, cuyas investigaciones y denuncias no prosperan en los tribunales de justicia.
LMP: ¿El sistema sanitario hondureño está en crisis?
J: Prácticamente, sí. La mayoría de las veces, los médicos están en huelga, las capacidades de respuesta a las necesidades de salud muchas veces no dan abasto y en Infectología el personal no está bien capacitado para atender adecuadamente esta área.
LMP: ¿Cómo es vivir con VIH en Honduras?
J: Bueno, es muy difícil porque, muchas veces, perdemos la familia, los amigos y también el interés por vivir, y más en una sociedad como la nuestra. Para mí, no ha sido fácil, aunque tengo la suerte de contar con el apoyo de mi familia, de mis amigos, de mi comunidad y conozco mis derechos. Sin embargo, para muchas PVVS no es así. Yo creo que debemos realizar más cambios en el país, pero también debemos generar más conocimientos para las PVVS, con el fin de que puedan defenderse y valerse por sí mismas. Por ejemplo, muchos de los nuevos casos de VIH no tienen ninguna información de lo que es vivir con el virus. Por otra parte, habría que ayudarles a reforzar actitudes como la autoestima y fomentar aptitudes como el liderazgo, el asociacionismo, establecer relaciones y comunidad, y facilitar el conocimiento de las leyes y los derechos fundamentales del ser humano y de los ciudadanos y ciudadanas.
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Buen día. Soy de México, tengo contacto con una persona la cual está sumamente angustiada y por lo tanto deprimida. Me comenta que él ha asistido a consulta y al parecer no le prestan la atención indicada. Necesita orientación tanto médica como psicológica URGENTE. ¿Tienen algún contacto telefónico para que él pudiese platicar con ustedes y así mismo explique su caso? Yo, en lo personal lo escucho muy mal. De antemano gracias por la atención al mensaje.
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