Controladores y variabilidad genética: A pesar de los últimos reveses sufridos en la investigación de vacunas contra el VIH, hay motivos para pensar que su futura obtención no es un mero deseo, sino que existen pruebas en seres humanos que invitan a pensar en ello.
Algunas personas son capaces de mantener controlado el desarrollo de la infección durante más tiempo de lo habitual sin necesidad de fármacos, y también hay otras que producen anticuerpos capaces de neutralizar diferentes cepas del VIH. Por otro lado, en experimentos realizados con monos fue posible conseguir inmunidad frente a la infección.
No obstante, aún no se ha conseguido un avance sustancial en este campo, en el que los últimos contratiempos han puesto de manifiesto la necesidad de volver a la ciencia básica. Conseguir una vacuna está resultando una tarea mucho más difícil de lo que se pensaba. Entre los retos a los que se enfrentan los expertos están la gran variabilidad que presenta el VIH, la falta de una comprensión clara respecto a qué respuestas inmunitarias son necesarias para prevenir que el virus se transmita (o conseguir que la infección progrese con más lentitud en caso de que se adquiera el virus), o la necesidad de contar con modelos animales con primates no humanos.
Es de sobra conocido el hecho de que la vacuna para la gripe que recibimos un año puede no protegernos frente a la cepa del virus de otro año. Esto es así debido a que el virus que provoca la gripe varía de un año a otro y es necesario adaptar la vacuna a la cepa que predomine cada temporada. En comparación, la variación genética del VIH en una única persona es más o menos igual a la variación genética anual del virus de la gripe a escala mundial. La enorme variación genética del VIH viene dada por su elevada velocidad de replicación del virus, que da lugar a que se produzcan copias del mismo con pequeños ‘errores’ o modificaciones (lo que se conoce como mutaciones) en la secuencia genética.
Así, se han desarrollado métodos de secuenciación genética que permiten buscar zonas vulnerables en el virus, como por ejemplo aquéllas que sean semejantes entre los distintos subtipos (lo que se conoce como regiones constantes), ya que si se puede desarrollar una vacuna que actúe sobre esas zonas, podría conseguirse una protección frente a diversos subtipos del VIH al mismo tiempo. Esta secuenciación genética también podría permitir diseñar los mejores inmunógenos (es decir, fragmentos del VIH que se introducen en las candidatas a vacunas con la esperanza de obtener una respuesta inmunitaria frente al virus).
A pesar de todo, aún no está del todo claro el impacto que esto puede tener en el desarrollo de vacunas. En este sentido se están analizando las secuencias genéticas de los virus presentes en muestras de personas infectadas durante el ensayo STEP (del que ya hablamos en el número anterior) para poder determinar si la variabilidad genética tuvo algo que ver con el fracaso de la candidata a vacuna MRKAd5.
La necesidad de realizar investigación básica en el campo de las vacunas contra el VIH se ve reflejada en el hecho de que se desconoce en gran medida, qué tipo de respuestas inmunitarias son necesarias para prevenir la transmisión del virus o de ralentizar el progreso de la infección en el caso de que finalmente se produzca.
Hasta este momento ninguna candidata a vacuna ha tenido éxito a la hora de inducir la generación de anticuerpos capaces de neutralizar el virus y se está estudiando el modo de conseguirlo. Para ello, es fundamental la información que pueda obtenerse de dos tipos de personas: las no progresoras (aquéllas capaces de controlar la infección sin necesidad del uso de fármacos) y las seronegativas expuestas (las que no se han infectado a pesar de haberse expuesto repetidas veces al virus). En este sentido, se están efectuando ensayos a gran escala con estas personas y se espera que sus hallazgos sirvan para comprender mejor los mecanismos subyacentes en la prevención y el control que realizan estas personas para poder aplicarlo al caso de las vacunas.
Los modelos con primates no humanos pueden ofrecernos también información muy útil que nos ayude a diseñar mejores vacunas contra el VIH. Por otro lado, es importante desarrollar modelos que se asemejen lo más posible al comportamiento del VIH en el ser humano, ya que nos permitirán determinar con rapidez si una candidata tiene potencial para seguir investigando en ella y así poder concentrar los esfuerzos en las más prometedoras antes de pasar a probarlas en humanos.
Referencias:
‘Cuestiones Básicas’. VAX Agosto 2008 y VAX Septiembre de 2008 .
No obstante, aún no se ha conseguido un avance sustancial en este campo, en el que los últimos contratiempos han puesto de manifiesto la necesidad de volver a la ciencia básica. Conseguir una vacuna está resultando una tarea mucho más difícil de lo que se pensaba. Entre los retos a los que se enfrentan los expertos están la gran variabilidad que presenta el VIH, la falta de una comprensión clara respecto a qué respuestas inmunitarias son necesarias para prevenir que el virus se transmita (o conseguir que la infección progrese con más lentitud en caso de que se adquiera el virus), o la necesidad de contar con modelos animales con primates no humanos.
Variabilidad genética del VIH
Es de sobra conocido el hecho de que la vacuna para la gripe que recibimos un año puede no protegernos frente a la cepa del virus de otro año. Esto es así debido a que el virus que provoca la gripe varía de un año a otro y es necesario adaptar la vacuna a la cepa que predomine cada temporada. En comparación, la variación genética del VIH en una única persona es más o menos igual a la variación genética anual del virus de la gripe a escala mundial. La enorme variación genética del VIH viene dada por su elevada velocidad de replicación del virus, que da lugar a que se produzcan copias del mismo con pequeños ‘errores’ o modificaciones (lo que se conoce como mutaciones) en la secuencia genética.
Así, se han desarrollado métodos de secuenciación genética que permiten buscar zonas vulnerables en el virus, como por ejemplo aquéllas que sean semejantes entre los distintos subtipos (lo que se conoce como regiones constantes), ya que si se puede desarrollar una vacuna que actúe sobre esas zonas, podría conseguirse una protección frente a diversos subtipos del VIH al mismo tiempo. Esta secuenciación genética también podría permitir diseñar los mejores inmunógenos (es decir, fragmentos del VIH que se introducen en las candidatas a vacunas con la esperanza de obtener una respuesta inmunitaria frente al virus).
A pesar de todo, aún no está del todo claro el impacto que esto puede tener en el desarrollo de vacunas. En este sentido se están analizando las secuencias genéticas de los virus presentes en muestras de personas infectadas durante el ensayo STEP (del que ya hablamos en el número anterior) para poder determinar si la variabilidad genética tuvo algo que ver con el fracaso de la candidata a vacuna MRKAd5.
Respuestas inmunitarias
La necesidad de realizar investigación básica en el campo de las vacunas contra el VIH se ve reflejada en el hecho de que se desconoce en gran medida, qué tipo de respuestas inmunitarias son necesarias para prevenir la transmisión del virus o de ralentizar el progreso de la infección en el caso de que finalmente se produzca.
Hasta este momento ninguna candidata a vacuna ha tenido éxito a la hora de inducir la generación de anticuerpos capaces de neutralizar el virus y se está estudiando el modo de conseguirlo. Para ello, es fundamental la información que pueda obtenerse de dos tipos de personas: las no progresoras (aquéllas capaces de controlar la infección sin necesidad del uso de fármacos) y las seronegativas expuestas (las que no se han infectado a pesar de haberse expuesto repetidas veces al virus). En este sentido, se están efectuando ensayos a gran escala con estas personas y se espera que sus hallazgos sirvan para comprender mejor los mecanismos subyacentes en la prevención y el control que realizan estas personas para poder aplicarlo al caso de las vacunas.
Modelos con primates
Los modelos con primates no humanos pueden ofrecernos también información muy útil que nos ayude a diseñar mejores vacunas contra el VIH. Por otro lado, es importante desarrollar modelos que se asemejen lo más posible al comportamiento del VIH en el ser humano, ya que nos permitirán determinar con rapidez si una candidata tiene potencial para seguir investigando en ella y así poder concentrar los esfuerzos en las más prometedoras antes de pasar a probarlas en humanos.
Referencias:
‘Cuestiones Básicas’. VAX Agosto 2008 y VAX Septiembre de 2008 .
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