En su conjunto, las hierbas medicinales son, tal vez, la terapia complementaria más comúnmente utilizada por las personas con VIH.
Pero, ¿por qué son tan populares? ¿Qué pueden ofrecer estas terapias a las personas con VIH? ¿Cómo las personas con VIH aprenden de la terapia herbolaria (o fitoterapia) y seleccionan una hierba que contribuya a mejorar su salud? Aquí encontrarás información sobre diferentes hierbas, sus posibles beneficios y aspectos a tener en cuenta en caso de que vivas con VIH.
El uso de hierbas medicinales es una práctica que se ha llevado a cabo desde nuestros ancestros. Durante siglos, se ha ido poco a poco conociendo más sobre sus propiedades medicinales y beneficios a través de procesos de ensayo y error. Se han escrito infinidad de textos en los que se especifica cómo se puede preparar cada una de las hierbas y cómo pueden ser utilizadas en tratamiento.
El motivo por el que se toma cada una de estas hierbas puede variar en función de las diferentes culturas y contextos. No obstante, muchas personas se sienten atraídas por el uso de terapias herbolarias por diferentes razones; quizá la más importante sea que, como nuestros antepasados, creemos que éstas pueden contribuir a que tengamos una vida más sana.
En esta serie de artículos escribiremos sobre las hierbas medicinales de uso más frecuente en personas con VIH. Con esto no queremos hacer una recomendación de terapias, pero sí dar el punto de partida para que las personas con VIH aprendan sobre el tratamiento herbolario. Empezaremos, pues, con aquellas hierbas que podrían ayudar a disminuir los lípidos.
Son una serie de compuestos que tienen diferentes funciones en nuestro organismo, como por ejemplo, la reserva de energía. De forma coloquial se suele llamar a los lípidos “grasas”, y durante las analíticas estas grasas se suelen medir a través del colesterol y los triglicéridos.
El colesterol es una de las mediciones esenciales que realizan a las personas con VIH. Los lípidos sanguíneos sintetizados por el organismo o aportados por la alimentación son necesarios para la constitución y el funcionamiento celular. Las analíticas incluyen el análisis del colesterol y sus fracciones –las lipoproteínas– y los triglicéridos, cuyos resultados pueden verse alterados por la misma infección por VIH y por el uso de terapia antirretroviral (TARV).
Las fracciones del colesterol más habituales en las analíticas corresponden a lo que llamamos “colesterol bueno” (HDL) y “colesterol malo” (LDL). Unos valores altos del HDL parecen ser una buena señal, mientras que en el caso del colesterol LDL los valores deberían ser inferiores al valor de referencia. El colesterol, que es sintetizado por el organismo y especialmente por el hígado, es el principal lípido asociado con algunos tipos de enfermedades vasculares.
La guía práctica de hierbas terapéuticas de la Canadian AIDS Treatment Information Exchange (CATIE), de donde reproducimos la información, plantea que hay tres hierbas que podrían ayudar a mejorar los niveles de colesterol. Éstas son: el ajo, el guggul y el psyllium o psilio. Como se podrá apreciar, no sólo se han utilizado para regular los niveles de lípidos, sino que tienen, además, otras propiedades, por lo que no te extrañes si vuelves a leer sobre ellas a la hora de hablar de otros usos de las terapias herbolarias. Veamos con detalle cada una de ellas.
El ajo (Allium sativum) se ha utilizado en el mundo entero para tratar toda una variedad de infecciones. Las personas con VIH pueden usarlo en el manejo de enfermedades asociadas con el virus, entre las que se incluyen infecciones micóticas como aftas y parásitos como el cryptosporidium –parásito que provoca una infección del intestino delgado que se manifiesta en forma de diarrea, y que se considera una enfermedad oportunista definitoria de SIDA–. El ajo también podría ser activo frente al VIH y podría ayudar a estimular algunos componentes del sistema inmunológico. Algunos ensayos clínicos han revelado que el ajo disminuye el colesterol y los triglicéridos, pero otros estudios ponen en cuestión estos resultados.
El ajo, de forma natural o procesada, interacciona con los inhibidores de la proteasa (IP) y puede hacerlo también con otros fármacos prescritos. Esta interacción podría tener un impacto significativo en tu salud a través del aumento de otros efectos secundarios. Asimismo, puede debilitar la eficacia de un tratamiento antirretroviral, conduciendo a un fracaso terapéutico, a una resistencia a algún fármaco, con lo que se reducen las opciones de futuros tratamientos.
Si quieres utilizar el ajo como hierba medicinal es muy importante que lo consultes con tu médico, así como con tus proveedores de medicina naturista. Unos pocos dientes de ajo utilizados para cocinar y darle sabor a las comidas no suponen una interacción.
El ajo podría irritar el tracto digestivo y causar malestar, particularmente cuando se toma en altas dosis o con el estómago vacío. Hay una razón para creer que su uso podría ser peligroso en aquellas personas que tienen bajas las plaquetas, como las que tienen hemofilia, y para otras que experimentan hemorragias nasales o fuertes sangrados menstruales. La razón es que el empleo del ajo como terapia herbolaria podría deshacer coágulos de sangre e impedir el crecimiento de plaquetas en personas con ciertas enfermedades cardiacas.
El guggul (Commiphora mukul) es la resina de la espina de un arbusto de la India y de Arabia. Se usa en la medicina Ayurveda –un sistema holístico de medicina de la India basado en la constitución física y mental de cada persona– para aumentar los leucocitos (glóbulos blancos) y normalizar los niveles de lípidos, así como el apetito. El guggul también se utiliza para tratar problemas respiratorios y la hinchazón asociada con la artritis.
Los ensayos clínicos de gugulípido, un extracto estandarizado de la planta de guggul, han mostrado resultados desiguales en la reducción del colesterol y de los niveles de triglicéridos –en la India está aprobado como un fármaco para este propósito–. Pero ningún estudio ha evaluado el uso de gugulípido en personas con VIH. Se desconoce, asimismo, si el mismo podría tener alguna interacción con alguno de los fármacos antirretrovirales.
El guggul sin procesar puede causar exantema (rash) y malestar gastrointestinal, como diarrea o náuseas. El mismo efecto secundario ha sido observado en personas que utilizan el extracto estandarizado, pero parece que sucede con menor frecuencia. Se recomienda precaución a las personas con problemas de tiroides.
El psyllium o psilio es la semilla y la cáscara de una planta llamada Plantago isphagula. Se usa para tratar tanto la diarrea como el estreñimiento. El psyllium es el mayor componente de muchos laxantes como Metamucil® o las cápsulas de zaragatona. Absorbe el agua en los intestinos, haciendo que las heces se solidifiquen y sean más regulares. Las personas con VIH la utilizan muy a menudo para controlar la diarrea asociada con la utilización de fármacos antirretrovirales.
En un pequeño estudio se usaron barras de fibra de psyllium para tratar a personas con VIH que tenían diarrea como consecuencia de los efectos secundarios causados por el empleo de inhibidores de la proteasa. El resultado fue que el 93% de estas personas mejoró la diarrea utilizando el psyllium.
Dado que el psyllium es una fibra, podría ayudar a disminuir los niveles de colesterol. Pero no hay ningún estudio en el que se hayan observado los beneficios del empleo del psyllium en relación con los problemas de colesterol asociados con el uso de tratamientos para el VIH. No obstante, un estudio realizado en hombres con diabetes que no requerían insulina y con altos niveles de colesterol demostró que utilizando psyllium dos veces al día durante ocho semanas disminuían los niveles de colesterol.
El psyllium se puede comprar en forma de semillas, las cuales se toman con agua, y también en barritas.
Las personas que toman psyllium deben asegurarse de que beben mucha agua para prevenir que éste produzca algún bloqueo en los intestinos. El psyllium interfiere con la absorción de otras hierbas o medicamentos puesto que disminuye el tiempo en el que la comida atraviesa por el intestino. Por ello, se recomienda esperar una o dos horas después de tomar el psyllium antes de usar otro tratamiento.
Referencia: Adaptación al español de A Practical Guide to Herbal Therapies for People Living With HIV de Canadian AIDS Treatment Information Exchange (CATIE) disponible en www.catie.ca
El uso de hierbas medicinales es una práctica que se ha llevado a cabo desde nuestros ancestros. Durante siglos, se ha ido poco a poco conociendo más sobre sus propiedades medicinales y beneficios a través de procesos de ensayo y error. Se han escrito infinidad de textos en los que se especifica cómo se puede preparar cada una de las hierbas y cómo pueden ser utilizadas en tratamiento.
El motivo por el que se toma cada una de estas hierbas puede variar en función de las diferentes culturas y contextos. No obstante, muchas personas se sienten atraídas por el uso de terapias herbolarias por diferentes razones; quizá la más importante sea que, como nuestros antepasados, creemos que éstas pueden contribuir a que tengamos una vida más sana.
En esta serie de artículos escribiremos sobre las hierbas medicinales de uso más frecuente en personas con VIH. Con esto no queremos hacer una recomendación de terapias, pero sí dar el punto de partida para que las personas con VIH aprendan sobre el tratamiento herbolario. Empezaremos, pues, con aquellas hierbas que podrían ayudar a disminuir los lípidos.
¿Qué son los lípidos?
Son una serie de compuestos que tienen diferentes funciones en nuestro organismo, como por ejemplo, la reserva de energía. De forma coloquial se suele llamar a los lípidos “grasas”, y durante las analíticas estas grasas se suelen medir a través del colesterol y los triglicéridos.
El colesterol es una de las mediciones esenciales que realizan a las personas con VIH. Los lípidos sanguíneos sintetizados por el organismo o aportados por la alimentación son necesarios para la constitución y el funcionamiento celular. Las analíticas incluyen el análisis del colesterol y sus fracciones –las lipoproteínas– y los triglicéridos, cuyos resultados pueden verse alterados por la misma infección por VIH y por el uso de terapia antirretroviral (TARV).
Las fracciones del colesterol más habituales en las analíticas corresponden a lo que llamamos “colesterol bueno” (HDL) y “colesterol malo” (LDL). Unos valores altos del HDL parecen ser una buena señal, mientras que en el caso del colesterol LDL los valores deberían ser inferiores al valor de referencia. El colesterol, que es sintetizado por el organismo y especialmente por el hígado, es el principal lípido asociado con algunos tipos de enfermedades vasculares.
Herbolario
La guía práctica de hierbas terapéuticas de la Canadian AIDS Treatment Information Exchange (CATIE), de donde reproducimos la información, plantea que hay tres hierbas que podrían ayudar a mejorar los niveles de colesterol. Éstas son: el ajo, el guggul y el psyllium o psilio. Como se podrá apreciar, no sólo se han utilizado para regular los niveles de lípidos, sino que tienen, además, otras propiedades, por lo que no te extrañes si vuelves a leer sobre ellas a la hora de hablar de otros usos de las terapias herbolarias. Veamos con detalle cada una de ellas.
Ajo

El ajo, de forma natural o procesada, interacciona con los inhibidores de la proteasa (IP) y puede hacerlo también con otros fármacos prescritos. Esta interacción podría tener un impacto significativo en tu salud a través del aumento de otros efectos secundarios. Asimismo, puede debilitar la eficacia de un tratamiento antirretroviral, conduciendo a un fracaso terapéutico, a una resistencia a algún fármaco, con lo que se reducen las opciones de futuros tratamientos.
Si quieres utilizar el ajo como hierba medicinal es muy importante que lo consultes con tu médico, así como con tus proveedores de medicina naturista. Unos pocos dientes de ajo utilizados para cocinar y darle sabor a las comidas no suponen una interacción.
El ajo podría irritar el tracto digestivo y causar malestar, particularmente cuando se toma en altas dosis o con el estómago vacío. Hay una razón para creer que su uso podría ser peligroso en aquellas personas que tienen bajas las plaquetas, como las que tienen hemofilia, y para otras que experimentan hemorragias nasales o fuertes sangrados menstruales. La razón es que el empleo del ajo como terapia herbolaria podría deshacer coágulos de sangre e impedir el crecimiento de plaquetas en personas con ciertas enfermedades cardiacas.
Guggul
El guggul (Commiphora mukul) es la resina de la espina de un arbusto de la India y de Arabia. Se usa en la medicina Ayurveda –un sistema holístico de medicina de la India basado en la constitución física y mental de cada persona– para aumentar los leucocitos (glóbulos blancos) y normalizar los niveles de lípidos, así como el apetito. El guggul también se utiliza para tratar problemas respiratorios y la hinchazón asociada con la artritis.
Los ensayos clínicos de gugulípido, un extracto estandarizado de la planta de guggul, han mostrado resultados desiguales en la reducción del colesterol y de los niveles de triglicéridos –en la India está aprobado como un fármaco para este propósito–. Pero ningún estudio ha evaluado el uso de gugulípido en personas con VIH. Se desconoce, asimismo, si el mismo podría tener alguna interacción con alguno de los fármacos antirretrovirales.
El guggul sin procesar puede causar exantema (rash) y malestar gastrointestinal, como diarrea o náuseas. El mismo efecto secundario ha sido observado en personas que utilizan el extracto estandarizado, pero parece que sucede con menor frecuencia. Se recomienda precaución a las personas con problemas de tiroides.
Psyllium
El psyllium o psilio es la semilla y la cáscara de una planta llamada Plantago isphagula. Se usa para tratar tanto la diarrea como el estreñimiento. El psyllium es el mayor componente de muchos laxantes como Metamucil® o las cápsulas de zaragatona. Absorbe el agua en los intestinos, haciendo que las heces se solidifiquen y sean más regulares. Las personas con VIH la utilizan muy a menudo para controlar la diarrea asociada con la utilización de fármacos antirretrovirales.
En un pequeño estudio se usaron barras de fibra de psyllium para tratar a personas con VIH que tenían diarrea como consecuencia de los efectos secundarios causados por el empleo de inhibidores de la proteasa. El resultado fue que el 93% de estas personas mejoró la diarrea utilizando el psyllium.
Dado que el psyllium es una fibra, podría ayudar a disminuir los niveles de colesterol. Pero no hay ningún estudio en el que se hayan observado los beneficios del empleo del psyllium en relación con los problemas de colesterol asociados con el uso de tratamientos para el VIH. No obstante, un estudio realizado en hombres con diabetes que no requerían insulina y con altos niveles de colesterol demostró que utilizando psyllium dos veces al día durante ocho semanas disminuían los niveles de colesterol.
El psyllium se puede comprar en forma de semillas, las cuales se toman con agua, y también en barritas.
Las personas que toman psyllium deben asegurarse de que beben mucha agua para prevenir que éste produzca algún bloqueo en los intestinos. El psyllium interfiere con la absorción de otras hierbas o medicamentos puesto que disminuye el tiempo en el que la comida atraviesa por el intestino. Por ello, se recomienda esperar una o dos horas después de tomar el psyllium antes de usar otro tratamiento.
Referencia: Adaptación al español de A Practical Guide to Herbal Therapies for People Living With HIV de Canadian AIDS Treatment Information Exchange (CATIE) disponible en www.catie.ca
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