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  1. Lo+Positivo 39, primavera 2008
  2. En Persona

Mujeres y VIH: los retos continúan

El impacto del VIH en las mujeres ha sido, desde el inicio de la epidemia del SIDA, una historia de sinergias entre determinantes sociales, factores de vulnerabilidad y quebrantamiento de los derechos humanos.

Llevamos muchos años advirtiendo que la feminización de la epidemia es un hecho y no precisamente anecdótico; sin duda, esto supone poner el foco a una realidad que ha ido coexistiendo con la epidemia y que se basa en la desigualdad de poder en que vivimos los hombres y las mujeres.

La historia de las mujeres seropositivas, en concreto de este país y generalizable al resto del mundo, es una historia de desigualdad e inequidad; pero, al mismo tiempo, de resistencias. Una historia que se resume en que aquellos factores que hacen que las mujeres nos podamos infectar son los mismos que nos mantienen en situaciones de precariedad y nos dificultan la calidad de vida (y la supervivencia).

Seguimos observando cómo las mujeres llegan a las asociaciones con muchos problemas sociales, económicos, familiares y de salud. Pero el eje que sobresale de forma transversal, independientemente de la diversidad de las mujeres y que condiciona más la vida, es el impacto del estigma. Este hecho, en las mujeres seropositivas, se traduce en la disponibilidad de los recursos (personales, materiales, de cuidados, informativos) y oportunidades para su acceso, pero, sobre todo, en la soledad. Se puede tener una importante red de amigos y amigas, de recursos sociales, de familia, pero el aislamiento provocado, en muchas ocasiones, por la presión del estigma y la discriminación en las mujeres es insostenible y resquebraja su salud física, emocional y social.

Cuando hablamos de “temas sociales” es muy difícil abarcar la heterogeneidad del grupo que nos denominamos mujeres. Esta diversidad es muy rica y supone un análisis, a menudo sesgado por la complejidad de los conflictos y la creatividad que tenemos las mujeres para resolverlos.

Imagen: Mujer maravilla Creación PositivaMuchas mujeres seropositivas siguen hallándose en situaciones comprometidas de salud, a las cuales hay que añadir las dificultades reales de acceso a salarios dignos. Todo ello condiciona la salud de las mujeres, sobre todo porque, debido a los mandatos sociales de género, seguimos siendo el eje de la vida familiar y, por tanto, “las cuidadoras oficiales”. Por esas “órdenes invisibles” que nos explican cómo debemos comportarnos las mujeres y los hombres, la mujer sostiene las dinámicas familiares por encima de su propio cuidado, lo que conlleva que se reduzca el tiempo y la calidad de los cuidados, y que incluso pueda afectar a la adhesión a los tratamientos.

Hay mujeres que, por las pocas oportunidades que les ofreció en su momento el sistema laboral o por las situaciones personales o familiares, se vieron sometidas a realizar trabajos en la esfera sociolaboral más precaria, es decir, aquellos trabajos caracterizados por ser de media jornada, estar mal pagados y sometidos a sobreexplotación; o bien por ser ocupaciones situadas en los ámbitos invisibilizados y en los que no se cotiza. Malvivir, como el concepto indica, supone no poder cuidarse dignamente y conlleva tener muchas dificultades para poder desarrollarse y capacitarse. Aun así, la capacidad de resistencia que tenemos las mujeres nos permite explorar estrategias, con las pequeñas ayudas que nos ofrecen las administraciones, con el fin de sostener un proyecto de futuro y repensarnos en una nueva dimensión. Se trata de ser supervivientes, no tanto frente a la infección viral, sino ante todo lo que ha comportado una epidemia tan inmoral como ésta y que ha tenido una respuesta política, económica y social tan escasa y precaria para su dimensión en la humanidad.

El hecho observado por la evidencia científica de que las mujeres en general suframos más enfermedades crónicas y que el eje fundamental de esta afirmación tenga que ver con los determinantes de género, nos hace entender cómo muchas mujeres seropositivas se encuentran con “etiquetas biomédicas” que sobrecargan su salud. Etiquetas y situaciones de salud relacionadas con procesos de “dolor” y “fatiga” que no se pueden entender sólo como enfermedades asociadas, sino como afecciones producto de la sobrecarga que llevamos las mujeres. Las verbalizaciones que las mujeres seropositivas manifiestan, del tipo “ya no puedo más”, se diluyen en el tener que “soportar” todas las cargas para sostenerse y sostener el sistema familiar y social.

Otro aspecto que cabe resaltar es el de la mujer que no tiene cargas aparentes porque no convive con su familia, pero que soporta la carga de tener que ser constantemente una “mujer maravillosa”. En este modelo social donde las mujeres debemos estar disponibles para todo de manera permanente, las que son seropositivas se encuentran en un estado de tensión constante y, por tanto, de nuevo, con la dificultad de cuidarse desde la alegría y no desde el “tengo que hacer” (que equivale a una identidad aprobada socialmente).

Para acabar y como resumen de lo anterior, hay que señalar que se requiere un planteamineto de la epidemia en el que se tenga en cuenta la violencia de género contra las mujeres. Violencia que se traduce en la falta de estudios sobre la infección desde la perspectiva de género, en un sistema social que no tiene en cuenta las necesidades de las mujeres y que, al mismo tiempo, imposibilita su acceso a los medios de prevención; violencia en el contexto de las relaciones de pareja abusivas, en las que se imposibilita a las mujeres, bajo la amenaza o la coerción, acceder a medios sanitarios o recibir el tratamiento; o bien tener que vivir bajo la amenaza de que sea desvelado el estado serológico con la intención de hacer daño como en un juicio de custodia; y así un largo etcétera. Todas estas situaciones son la muestra de cómo la sociedad es desigual para las mujeres; así pues, se requiere un posicionamiento de toda la sociedad (incluidas las ONG de VIH/SIDA) para no tolerar más tanto sufrimiento.

Para acabar, queremos lanzar una preguntas: ¿Es moralmente sostenible la respuesta social que se está dando a esta epidemia?; ¿nuestras asociaciones están abordando las necesidades sociales diferentes que tienen las mujeres?; ¿en nuestras agendas políticas las mujeres se sitúan en lo políticamente correcto?; ¿qué estrategias estamos desarrollando para hacer visibles a las mujeres seropositivas?


(*) Creación Positiva (
www.creacionpositiva.net) es una asociación que trabaja en el campo del VIH/sida desde una perspectiva de género y que parte de la premisa de que el VIH afecta a mujeres y hombres de manera diferenciada. Tener en cuenta estas diferencias es tener en cuenta las necesidades específicas de cada persona afectada por la epidemia.

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