lo más negativo
Es curioso, además de preocupante, ver cómo en algunos de los países que alcanzan un mayor nivel de progresismo, tolerancia y respeto hacia los derechos de los diferentes colectivos, empieza un proceso involutivo. Es el caso de Canadá, que durante años ha sido una de las sociedades más abiertas, respetuosas y tolerantes hacia el colectivo gay, lésbico, bisexual y transexual (GLBT), y cuya comunidad y políticas sociales han sido abanderadas y pioneras en materia de derechos civiles e individuales.
A principios de año, las asociaciones del colectivo GLBT canadienses denunciaron lo que han llamado “la vuelta al pasado” de su Ministerio de Sanidad. Su primer ministro, el conservador Stephen Harper, y su Gobierno, sin que la oposición tuviera conocimiento de esta política, decidieron de forma unilateral implementar medidas de rechazo a las donaciones de órganos provenientes de aquellos hombres gay que, según Harper, “hayan sido ‘sexualmente activos’ durante los últimos cinco años previos a la donación, incluso aunque sólo hayan tenido un contacto sexual”.
Para la comunidad, esta medida es un despropósito: aunque está dirigida a prevenir -de forma errónea- la transmisión del VIH, en realidad representa una clara política discriminatoria frente al colectivo de GLBT. Esta medida también incluye a los colectivos de usuari@s de drogas inyectables (UDI) y personas que ejercen la prostitución.
No es la primera vez que esto ocurre. Países como Andorra, Australia, EE UU o el Reino Unido tienen políticas similares relacionadas con la donación de sangre. Algo que, en pleno siglo XXI, se considera un despropósito y propio de un miedo irracional, que recuerda a viejas políticas de los años ochenta del siglo pasado, cuando no se disponía de los actuales protocolos de seguridad de cribado y verificación de la sangre, y más en países industrializados.
En su defensa, el Gobierno canadiense afirma: “Lo principal es garantizar la seguridad de los trasplantes.” En cambio, para los grupos de defensa de los derechos del colectivo GLBT, la medida no es más que “homófoba y reaccionaria” y no tiene ningún sentido, sobre todo teniendo en cuenta que medidas similares han sido abolidas en la mayoría de los países de la Unión Europea. Es el caso de España, cuyas restricciones fueron derogadas hace varios años. Actualmente, según explican fuentes de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), los criterios que se siguen para evaluar a un posible donante son estrictamente de tipo médico. Antes de efectuar la extracción de los órganos, se realiza una evaluación y una analítica completa para comprobar que la persona no padece una enfermedad infecciosa. Además, con el objetivo de descartar que la persona haya contraído recientemente alguna dolencia infecciosa que aún no sea detectable en los análisis (lo que se denomina “periodo ventana”), se sigue un protocolo para tratar de identificar posibles factores de riesgo, pero en ningún caso se valora su orientación sexual.
A finales de 2007, Francia permitía la donación de sangre de homosexuales.
Sin embargo, esta medida no ha sorprendido a las organizaciones canadienses, y recuerdan que Harper no destaca por su sensibilidad hacia los gay o el VIH (fue muy notoria su ausencia en la pasada Conferencia Internacional sobre el sida celebrada en Toronto en 2006).
Asimismo, Gary Levy, director del programa de trasplante multiorgánico de la University Health Network de Toronto, denunció que se estaba estigmatizando a todo un colectivo. En España, Rafael Matesanz, coordinador de la ONT, indica que esta reglamentación canadiense le sorprende “porque carece de base científica". Además, concluye el experto, "tener en cuenta los cinco años anteriores a la donación no tiene ningún sentido, porque el periodo ventana dura tan sólo unos meses".
Fuente: Elaboración propia.
Referencia: http://elmundosalud.elmundo.es

Para la comunidad, esta medida es un despropósito: aunque está dirigida a prevenir -de forma errónea- la transmisión del VIH, en realidad representa una clara política discriminatoria frente al colectivo de GLBT. Esta medida también incluye a los colectivos de usuari@s de drogas inyectables (UDI) y personas que ejercen la prostitución.
No es la primera vez que esto ocurre. Países como Andorra, Australia, EE UU o el Reino Unido tienen políticas similares relacionadas con la donación de sangre. Algo que, en pleno siglo XXI, se considera un despropósito y propio de un miedo irracional, que recuerda a viejas políticas de los años ochenta del siglo pasado, cuando no se disponía de los actuales protocolos de seguridad de cribado y verificación de la sangre, y más en países industrializados.
En su defensa, el Gobierno canadiense afirma: “Lo principal es garantizar la seguridad de los trasplantes.” En cambio, para los grupos de defensa de los derechos del colectivo GLBT, la medida no es más que “homófoba y reaccionaria” y no tiene ningún sentido, sobre todo teniendo en cuenta que medidas similares han sido abolidas en la mayoría de los países de la Unión Europea. Es el caso de España, cuyas restricciones fueron derogadas hace varios años. Actualmente, según explican fuentes de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), los criterios que se siguen para evaluar a un posible donante son estrictamente de tipo médico. Antes de efectuar la extracción de los órganos, se realiza una evaluación y una analítica completa para comprobar que la persona no padece una enfermedad infecciosa. Además, con el objetivo de descartar que la persona haya contraído recientemente alguna dolencia infecciosa que aún no sea detectable en los análisis (lo que se denomina “periodo ventana”), se sigue un protocolo para tratar de identificar posibles factores de riesgo, pero en ningún caso se valora su orientación sexual.
A finales de 2007, Francia permitía la donación de sangre de homosexuales.
Sin embargo, esta medida no ha sorprendido a las organizaciones canadienses, y recuerdan que Harper no destaca por su sensibilidad hacia los gay o el VIH (fue muy notoria su ausencia en la pasada Conferencia Internacional sobre el sida celebrada en Toronto en 2006).
Asimismo, Gary Levy, director del programa de trasplante multiorgánico de la University Health Network de Toronto, denunció que se estaba estigmatizando a todo un colectivo. En España, Rafael Matesanz, coordinador de la ONT, indica que esta reglamentación canadiense le sorprende “porque carece de base científica". Además, concluye el experto, "tener en cuenta los cinco años anteriores a la donación no tiene ningún sentido, porque el periodo ventana dura tan sólo unos meses".
Fuente: Elaboración propia.
Referencia: http://elmundosalud.elmundo.es
Comentar
Nota: No serán publicados los comentarios ofensivos, los que puedan resultar inapropiados para personas de otras confesiones religiosas ni los que contengan datos personales. gTt no se hace responsable de las opiniones publicadas.
No hay comentarios aún ¡Sé el primero en dejar uno!
Enviar un comentario nuevo