opina
Hoy veo el mundo con una sonrisa nueva…
¿Por qué? Porque tengo la sensación de haber conseguido que mis derechos fueran reconocidos y eso, en los tiempos que corren, se está convirtiendo en un lujo.

Estamos habituad@s a no luchar contra los «grandes» (Estado, bancos…), la mayoría de las veces porque nos sentimos sin fuerza o capacidad, pero tenemos unos derechos y somos nosotr@s l@s que hemos de luchar por ellos. Habrá veces que no consigamos nuestro objetivo, pero al menos habremos conseguido que se molesten en hacernos caso. Siempre que pensemos que tenemos razón debemos intentarlo.
Pero, ¿por qué os digo todo esto? Os cuento.
Me remonto a 2002; ese año me detectaron una enfermedad congénita en el hígado, además, y paralelamente, me comunicaron mi estado serológico: era VIH+.
Deciden operarme del hígado. En esos momentos quise comprarme una casa, para lo cual me vi obligado a pedir una hipoteca a un banco. Durante los trámites de la misma me hicieron firmar múltiples documentos. Sin embargo, en ningún momento me hicieron consulta alguna sobre mi estado de salud, por lo tanto yo no mentí, simplemente omití información sobre mi estado serológico.
Sigo con el postoperatorio de la operación y me traslado a mi nueva casa.
El tiempo pasa, llegó 2003, y me dio un infarto cerebral, por el que me quedé prácticamente ciego. Paso por un Tribunal Médico y me conceden una Invalidez Absoluta Permanente.
Algun@s amig@s me aconsejaron que solicitase a la empresa aseguradora que me abonase la cantidad que me correspondía por el seguro de vida. Lo cual, a efectos prácticos, se traducía en la mitad de la hipoteca.
Me pareció que era una buena idea y se lo planteé a la compañía; ésta empezó a hacer gestiones y me pidió los partes médicos y entonces descubrieron que tenía VIH. Así que me contestaron en 15 días y me denegaron mi solicitud, argumentando que el infarto cerebral se había producido como consecuencia del VIH.
Esta respuesta me dejó abatido, ya que bajo mi criterio la aseguradora carecía de conocimientos para llegar a esa conclusión. Decidí ponerme en contacto con una abogada, la cual me sugirió que denunciara a la aseguradora, pues los argumentos que esta esgrimía no tenían ninguna base demostrable.
Me puse en contacto con mis médicos y me confirmaron que, efectivamente, ni ell@s mism@s sabían con certeza cuál era la causa del infarto cerebral; así que podía seguir adelante con la denuncia.
Fue pasando el tiempo y después de muchos avatares, con pérdida de expediente incluido, llegó 2006.
En mayo de 2006 tuvo lugar el juicio; la aseguradora estaba representada por un médico que se había informado concienzudamente sobre el VIH y sobre las infecciones oportunistas. Basó sus argumentos en la hipótesis de la existencia en mi cuerpo de un virus llamado virus JVC, ya que sus síntomas tienen una cierta similitud con el infarto cerebral y es un virus considerado oportunista en l@s enferm@s de VIH.
Esta hipótesis se descartó absolutamente.
Por mi parte, declaró el médico que me había diagnosticado el VIH y que había seguido el curso de mi enfermedad todos estos años, incluido el infarto, con lo cual estaba en conocimiento de datos suficientes.
Mí médico declaró que era imposible determinar si el VIH había originado el infarto.
En julio de 2006 el juez dictó sentencia a mi favor, pero la aseguradora recurrió. Sin embargo, en diciembre se dictó sentencia de nuevo y gané el recurso. El juez también dictaminó que cada parte se pagara sus costas judiciales.
En conclusión, finalmente he conseguido que la aseguradora me pagara lo que era mío por derecho.
Yo me siento feliz y contándoos esto pretendo animaros a defender lo que os pertenece, porque ¡¡¡ya vale!!! No queremos que se nos discrimine más por nuestro estado serológico en ningún ámbito.
¿Por qué? Porque tengo la sensación de haber conseguido que mis derechos fueran reconocidos y eso, en los tiempos que corren, se está convirtiendo en un lujo.

Estamos habituad@s a no luchar contra los «grandes» (Estado, bancos…), la mayoría de las veces porque nos sentimos sin fuerza o capacidad, pero tenemos unos derechos y somos nosotr@s l@s que hemos de luchar por ellos. Habrá veces que no consigamos nuestro objetivo, pero al menos habremos conseguido que se molesten en hacernos caso. Siempre que pensemos que tenemos razón debemos intentarlo.
Pero, ¿por qué os digo todo esto? Os cuento.
Me remonto a 2002; ese año me detectaron una enfermedad congénita en el hígado, además, y paralelamente, me comunicaron mi estado serológico: era VIH+.
Deciden operarme del hígado. En esos momentos quise comprarme una casa, para lo cual me vi obligado a pedir una hipoteca a un banco. Durante los trámites de la misma me hicieron firmar múltiples documentos. Sin embargo, en ningún momento me hicieron consulta alguna sobre mi estado de salud, por lo tanto yo no mentí, simplemente omití información sobre mi estado serológico.
Sigo con el postoperatorio de la operación y me traslado a mi nueva casa.
El tiempo pasa, llegó 2003, y me dio un infarto cerebral, por el que me quedé prácticamente ciego. Paso por un Tribunal Médico y me conceden una Invalidez Absoluta Permanente.
Algun@s amig@s me aconsejaron que solicitase a la empresa aseguradora que me abonase la cantidad que me correspondía por el seguro de vida. Lo cual, a efectos prácticos, se traducía en la mitad de la hipoteca.
Me pareció que era una buena idea y se lo planteé a la compañía; ésta empezó a hacer gestiones y me pidió los partes médicos y entonces descubrieron que tenía VIH. Así que me contestaron en 15 días y me denegaron mi solicitud, argumentando que el infarto cerebral se había producido como consecuencia del VIH.
Esta respuesta me dejó abatido, ya que bajo mi criterio la aseguradora carecía de conocimientos para llegar a esa conclusión. Decidí ponerme en contacto con una abogada, la cual me sugirió que denunciara a la aseguradora, pues los argumentos que esta esgrimía no tenían ninguna base demostrable.
Me puse en contacto con mis médicos y me confirmaron que, efectivamente, ni ell@s mism@s sabían con certeza cuál era la causa del infarto cerebral; así que podía seguir adelante con la denuncia.
Fue pasando el tiempo y después de muchos avatares, con pérdida de expediente incluido, llegó 2006.
En mayo de 2006 tuvo lugar el juicio; la aseguradora estaba representada por un médico que se había informado concienzudamente sobre el VIH y sobre las infecciones oportunistas. Basó sus argumentos en la hipótesis de la existencia en mi cuerpo de un virus llamado virus JVC, ya que sus síntomas tienen una cierta similitud con el infarto cerebral y es un virus considerado oportunista en l@s enferm@s de VIH.
Esta hipótesis se descartó absolutamente.
Por mi parte, declaró el médico que me había diagnosticado el VIH y que había seguido el curso de mi enfermedad todos estos años, incluido el infarto, con lo cual estaba en conocimiento de datos suficientes.
Mí médico declaró que era imposible determinar si el VIH había originado el infarto.
En julio de 2006 el juez dictó sentencia a mi favor, pero la aseguradora recurrió. Sin embargo, en diciembre se dictó sentencia de nuevo y gané el recurso. El juez también dictaminó que cada parte se pagara sus costas judiciales.
En conclusión, finalmente he conseguido que la aseguradora me pagara lo que era mío por derecho.
Yo me siento feliz y contándoos esto pretendo animaros a defender lo que os pertenece, porque ¡¡¡ya vale!!! No queremos que se nos discrimine más por nuestro estado serológico en ningún ámbito.
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