La obra de teatro Marat-Sade de Peter Weiss es una prueba de fuerza dialéctica entre el revolucionario francés que vive en una bañera por problemas de salud y el marqués encerrado en un sanatorio por loco. En una conocida escena, el personaje que interpreta a Marat intenta convencer a Sade sobre la superioridad moral de las revoluciones colectivas que den dignidad al pueblo por encima de los placeres mundanos. Sade, lúcido, le replica que ninguna revolución podrá triunfar si no consigue la liberación de los cuerpos, de sus más íntimos deseos y temores, por mucho que repugnen a la moral establecida, porque de lo contrario, las represiones que se infligen a sí mismos los revolucionarios surgirán cuando tomen el poder para establecer una nueva dominación, más terrible si cabe, sobre los ciudadanos.
Nuestro colega y amigo Gonzalo Mazuela relata en este número de LO+POSITIVO una experiencia personal muy desagradable de discriminación y de atentado a su dignidad: por vivir con VIH, fue expulsado del piso donde había alquilado una habitación por un sujeto que trabaja para la Fundació Pere Ardiaca, ligada al Partido de los Comunistas de Cataluña. En su página web, dicha Fundación describe su razón de ser como una contribución «al desarrollo de un proyecto emancipador para Cataluña [por lo que] trabajamos para desarrollar cuatro valores fundamentales: libertad, solidaridad, igualdad y fraternidad».
Las consideraciones ligadas a la ética de las personas que agredieron a Gonzalo quedan claras en su escrito. Lo que aquí nos interesa es preguntarnos cómo es posible que una Fundación que dice regirse por valores que expresan derechos humanos fundamentales pretende hacerlo empleando a sujetos que en su vida privada los pisotean impunemente.
¿Qué tipo de proyecto emancipador persigue la Fundació Pere Ardiaca? ¿Cuenta con una política que explique a sus trabajadores, socios, voluntarios y patronos qué es el VIH/SIDA, cómo se previene, cómo se trata y cuál es su impacto en Cataluña y en el mundo? ¿Realiza seminarios, cursos o charlas en los que se explique y debata la discriminación por VIH y sus perversas consecuencias sobre el modelo social y los graves perjuicios que supone para la persona que la afronta? ¿Qué tipo de cultura institucional, ética colectiva o moral política pone en práctica que permite a sus miembros legitimar el allanamiento de morada, la violación de la intimidad y la revelación de aspectos confidenciales sobre la propia salud? ¿Qué educación dan a quienes se acercan a ellos para formarse si éstos acaban expulsando de casa a un compañero por el simple hecho de vivir con VIH?
Como dice el Sade de Weiss, la revolución de los pueblos empieza por la transformación de las personas. Sin una incorporación en las prácticas cotidianas de los valores que se dice defender, cualquier propuesta política es un fraude.
Nuestro colega y amigo Gonzalo Mazuela relata en este número de LO+POSITIVO una experiencia personal muy desagradable de discriminación y de atentado a su dignidad: por vivir con VIH, fue expulsado del piso donde había alquilado una habitación por un sujeto que trabaja para la Fundació Pere Ardiaca, ligada al Partido de los Comunistas de Cataluña. En su página web, dicha Fundación describe su razón de ser como una contribución «al desarrollo de un proyecto emancipador para Cataluña [por lo que] trabajamos para desarrollar cuatro valores fundamentales: libertad, solidaridad, igualdad y fraternidad».
Las consideraciones ligadas a la ética de las personas que agredieron a Gonzalo quedan claras en su escrito. Lo que aquí nos interesa es preguntarnos cómo es posible que una Fundación que dice regirse por valores que expresan derechos humanos fundamentales pretende hacerlo empleando a sujetos que en su vida privada los pisotean impunemente.
¿Qué tipo de proyecto emancipador persigue la Fundació Pere Ardiaca? ¿Cuenta con una política que explique a sus trabajadores, socios, voluntarios y patronos qué es el VIH/SIDA, cómo se previene, cómo se trata y cuál es su impacto en Cataluña y en el mundo? ¿Realiza seminarios, cursos o charlas en los que se explique y debata la discriminación por VIH y sus perversas consecuencias sobre el modelo social y los graves perjuicios que supone para la persona que la afronta? ¿Qué tipo de cultura institucional, ética colectiva o moral política pone en práctica que permite a sus miembros legitimar el allanamiento de morada, la violación de la intimidad y la revelación de aspectos confidenciales sobre la propia salud? ¿Qué educación dan a quienes se acercan a ellos para formarse si éstos acaban expulsando de casa a un compañero por el simple hecho de vivir con VIH?
Como dice el Sade de Weiss, la revolución de los pueblos empieza por la transformación de las personas. Sin una incorporación en las prácticas cotidianas de los valores que se dice defender, cualquier propuesta política es un fraude.
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