al detalle
Ponte condón Nacho Vidal
Para empezar, a quienes no seáis forof@s de Crónicas Marcianas o productos similares os tengo que aclarar que Nacho es un actor porno nacido en Barcelona y criado en Valencia que ha saltado del gueto de su profesión al famoseo catódico nocturno gracias a: 1) sus atributos físicos, y 2) le han publicado un libro de memorias que se vende como rosquillas.
Hechas las presentaciones, ahora ya puedo confesaros mi secreto: en esos momentos de autoerotismo en los que la fantasía juega y se expande, a Nacho Vidal le tengo reservado un lugar preeminente desde que supe de su existencia y de sus imponentes, digamos, recursos. Mejor dicho, desde que lo vi en plena acción. Los motivos de tan oscura pasión me los reservo, porque hasta mi exhibicionismo tiene un límite. Sé que lo mío no es un óptimo modelo a seguir, pero qué queréis: hace años que decidí que las activistas no teníamos por qué llevar vidas ejemplares: para eso ya están las santas.
Ahora Nacho, mi Nacho, me ha puesto en un dilema moral para el que además de no tener tiempo, no sé cómo resolver.
Todo empezó cuando la industria estadounidense del entretenimiento para adultos, tal y como llaman allí al porno de toda la vida, decidió poner en cuarentena la subsección heterosexual. Como lo oís. A mí lo de cuarentena me sonó a galeras del siglo XVI inmovilizadas por un brote de peste bubónica, pero no: en realidad este término añejo se ha utilizado para describir el parón de rodajes de películas de porno entre machos y hembras motivado por la detección de varios casos de actores con VIH, empezando por el veterano Darren James. L@s californian@s magnates del Valle de San Fernando, enriquecid@ s a costa de nuestras ansias más inconfesables, no vieron mejor manera de afrontar el asunto que decir: ¡corten!
¿Que cómo supieron que hasta cinco actores de los varios centenares habían adquirido el VIH? Fácil: les hacen la prueba cada quince días, y el papelito oficial con el resultado se grapa justo al lado de la foto del/la interfect@. O sea, que es necesario ser “Mister Limpio” o “Miss Limpia” para que te dejen trabajar delante de la cámara.
¿Que por qué te obligan a estar “limpi@”? Fácil: la industria del sexo heterosexual tiene alergia al condón. No sólo no aparece prácticamente por ningún lado, sino que además las eyaculaciones en la boca (¿te acuerdas de la última vez que saboreaste semen?), afirman l@s jerifaltes del negocio, son condición sine qua non para el éxito del filme. De hecho, Christian Mann, de Video Team, asegura que cuando hace escasos años quiso imponer el uso de preservativo en las secuencias, casi se arruina. ¡Qué lástima me da!
Por eso mismo, cuando las autoridades sanitarias, en otro brote, pero esta vez de lucidez, tantearon que el látex fuera de uso mandatorio, las compañías, que manejan más de 10.000 millones de dólares al año, amenazaron con irse, y al asunto se le dio carpetazo. Eso es lo que vale hoy día la ley y el orden: estáis advertidas, queridas.
Hace poco, la moratoria se levantó y chicos y chicas han vuelto al tajo. “La comunidad está a salvo,” dicen que dijo Sharon Mitchell, una ex estrella porno que ahora se entretiene con la Fundación para la Salud de la Industria para Adultos de EE UU. Pero, ¿de qué comunidad está hablando? Ya me ha caído mal la Sharon ésta: ¡que no me la encuentre por la calle Serrano!
Pero quien me dejó boquiabierta y con la respiración contenida fue Nachito. Los medios corrieron –es un decir- a preguntarle qué opinaba de todo este asunto de pruebas obligatorias, asquito al preservativo y terminología propia de la Inquisición, y el muchacho se soltó con algunas perlas. En el diario La Vanguardia, por ejemplo, apareció el 24 de abril diciendo: “Han montado tanto revuelo para desviar la atención de la guerra de Irak. Cuando hubo otros contagios no paralizaron nada”. Y yo me pregunto: ¿no será al revés, querido Nacho, y eres tú el que trae a colación la guerra de Irak para esconder sus miserias? ¿No será que eres muy dotado para el sexo pero poco para la valentía de asumir que lo haces sin condón –tal como se puede comprobar en tus vídeos, por mucho que insistas en lo contrario- porque vende más?
Con todo el alboroto, de rebote me he enterado de que en Francia Canal Plus no admite películas donde se penetre a pelo. Ahora mi dilema es si utilizo esta excusa para exigir que nos pongamos por fin la parabólica en la comunidad o sigo con el placer vicario de visionar calientes contactos corporales sin barreras cuyos fluidos, al fin y al cabo, no van a traspasar la pantalla.
Estoy que no duermo: ¿qué me aconsejáis?
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