en persona
Casi en los inicios de la andadura de LO+POSITIVO, tres mujeres seropositivas se ofrecieron a compartir sus experiencias en un reportaje titulado ‘La alegría de vivir’ (LO+POSITIVO 3, invierno 1997/98), con el que quisimos inaugurar una sección fija dedicada a temas específicos de mujer y VIH. En el año 1997, España poseía ya el récord en Europa de ser el país con mayor número de casos registrados de mujeres con diagnóstico de SIDA. LO+POSITIVO, desde sus inicios, abogó por una investigación en VIH que tuviera en cuenta las diferencias de género y por una mayor participación de las mujeres en los ensayos clínicos.
Tati, una de nuestras entrevistadas en LO+POSITIVO 3, no había experimentado hasta entonces las desventajas que implica ser mujer y ser seropositiva. Sin embargo, tras la publicación, el número se utilizó como prueba en un juicio por la guardia y custodia de su hija, que permanecía con su suegra desde su grave hospitalización. «El número de LO+POSITIVO se presentó a la jueza, y al parecer, no le hizo mucha gracia que yo apareciera dando la cara. Perdí la guardia y custodia de mi hija, pero bueno a ella no la he perdido. En la actualidad, la relación está bien. Tiene ya 18 años.» No obstante, Tati no se arrepiente de nada, sobre todo si su visibilidad pudo haber servido a otras mujeres.
Tati nos confesaba en 1997 que su vida de mujer sexualmente activa viviendo con el VIH apenas había comenzado. Hoy, cuando han pasado ya seis años, no considera prioritario el apartado de parejas, pero sí el hacer cosas que realmente le apetecen: «Mi camino está en hacer cosas que yo quiero hacer. Es como si fuera un nuevo renacer, pues estuve a punto de morirme. El apartado de parejas no es ahora prioritario para mí. En cambio, sí he acabado la carrera que empecé: arquitectura, y también el proyecto de fin de carrera, y ahora me busco la vida como arquitecta. Sobre todo, me dedico más a cuidarme a mí misma, a crecer como persona. Estoy en un camino de crecimiento personal: qué es lo quiero yo en la vida.» En este nuevo camino, Tati ha tenido que aprender y hacer frente a los avatares de la vida con decisión y proyectos: «Antes compartía piso con un chico seropositivo. Pensaba que tod@s l@s seropositiv@s eran buenas personas, sin embargo, con él no me entendía. Ahora tengo una página web con la que alquilo habitaciones para extranjer@s y me permite vivir. Me dieron también una pensión no contributiva que me la embargan para mi hija, de lo que me alegro mucho porque por lo menos así ella tiene algo.»
Desde que inició la terapia antirretroviral en 1996, Tati siguió con disciplina espartana la adhesión a su tratamiento lo que le permitió descender de 1.600.000 copias a una carga viral indetectable. En la actualidad, su estado inmunológico ha sufrido un pequeño resbalón como consecuencia de la interacción de los fármacos de la combinación que está tomando. Pero pese a ello, se sobrepone su optimismo y ganas de luchar y confía que en la próxima analítica las aguas vuelvan a su cauce.
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