las más positivas
Las hormonas desempeñan un importante papel en el correcto funcionamiento de nuestro cuerpo, ya que de manera silenciosa e imperceptible (cuando trabajan de manera adecuada) ayudan a los órganos vitales a regular las reacciones químicas necesarias para que aquéllos cumplan con su tarea específica. También influyen en células, proteínas y tejidos de tal forma que colaboran en la regulación del crecimiento, el metabolismo, el impulso sexual o la fertilidad.
Podríamos decir que estos mensajeros químicos se encargan de mantener el delicado equilibrio químico que regula la biología humana. Las hormonas sexuales o esteroideas se encargan de regular diversos aspectos de nuestro crecimiento.
El sistema hormonal femenino tiene características diferentes del masculino debido principalmente al llamado ciclo hormonal del estrógeno y progesterona (producida en su totalidad en los ovarios así como la mayoría del estrógeno). Pero no debemos olvidar que la testosterona, otra hormona sexual considerada típicamente masculina, producida por las glándulas suprarrenales en su mayoría y en los ovarios en el caso de las mujeres, es de gran importancia en el equilibrio hormonal femenino. La acción conjunta de estas tres hormonas influye de manera importante en aspectos tan dispares como el mantenimiento de la libido, la conducta y la capacidad de concebir, así como el estado de ánimo y la composición corporal en general.
Es muy importante mantener el equilibrio entre estas tres hormonas, ya que los cambios que se produzcan en una de ellas tienen como resultado un cambio en los niveles de las otras y, como consecuencia, pueden producirse alteraciones como irregularidades menstruales, pérdida de peso, alteraciones del sueño, pérdida de densidad ósea, depresión, disminución de la libido, etc.
Muchas veces, las mujeres seropositivas atribuyen a la acción del VIH síntomas (como el cansancio o la aparición de problemas sexuales) que podrían ser debidos a desequilibrios hormonales, por lo que sería recomendable la realización de controles periódicos que ayudaran a descartar esa posibilidad. Podría resultar de gran ayuda la realización de un análisis hormonal de base como parte de la evaluación inicial durante o después del diagnóstico, ya que aportaría una información útil como punto de partida para detectar posibles cambios futuros.
Testosterona
Esta hormona es de vital importancia para mantener piel, huesos, órganos y músculos en buen estado y en caso de un déficit resultaría difícil conservar el deseo sexual, el buen estado de la musculatura y unos niveles adecuados de energía.
Se ha comprobado que el VIH puede reducir los niveles de testosterona en las mujeres, siendo más probable que éstos se encuentren reducidos en mujeres con bajo recuento de CD4, con síndrome de emaciación y en situación postmenopáusica, además de por la acción de algunos fármacos utilizados para tratar afecciones relacionadas con el VIH (como ganciclovir, acetato de megestrol, ketoconazol, entre otros).
Debido a que los niveles de testosterona son mucho menores en las mujeres, es muy probable que variaciones muy pequeñas produjeran la aparición de síntomas que en los hombres pasarían inadvertidos.
Para medir los niveles de testosterona pueden realizarse dos tipos de análisis: la testosterona total y la libre, teniendo en cuenta que aproximadamente el 98% de ella está unida a proteínas y es inactiva, mientras que el 2% restante circula libremente por el cuerpo (testosterona libre) y es la que está en disposición de ser utilizada de forma inmediata. Ésta última es la que se ve más afectada por la acción del VIH, por lo que es importante conocer la cantidad de testosterona libre y hallar la proporción entre ésta y la total.
Los niveles de testosterona pueden verse afectados por otros factores, como la cantidad de otras hormonas femeninas, por lo que si aparecen niveles bajos de testosterona conviene realizar un estudio hormonal completo para averiguar dónde radica el problema.
Uno de los inconvenientes con que nos encontramos en este campo es que sigue estando poco claro cuáles son los niveles adecuados de testosterona en mujeres, por lo que no existen directrices adecuadas que indiquen cuándo tus niveles pueden considerarse bajos. Esto va unido al hecho de que los valores hormonales femeninos varían además en función de la edad, con lo cual los que a los 30 años podrían ser unos valores adecuados resultan elevados en una mujer postmenopáusica.
En caso de que se detecte una deficiencia de testosterona, y mientras se llega a conclusiones más definidas, es necesario contrastar los datos analíticos con tu estado general (deseo sexual, nivel de energía, estado de ánimo, peso corporal) pues constituyen datos muy importantes para el diagnóstico.
El tratamiento habitual en caso de déficit de testosterona es la aportación externa de esta hormona y algunos estudios han demostrado su beneficio en mujeres VIH+ para acceder a una mejor calidad de vida. De todas formas, los datos son más abundantes en hombres y sería necesario un mejor conocimiento sobre la dosificación y los posibles efectos a largo plazo de su uso en mujeres con VIH.
Fuente: The Body (www.thebody.com/cria/women)
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