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  1. Lo+Positivo 24, invierno 2002-2003
  2. Opinión

Ser quien soy

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Cómo contarles lo vivido en Argentina desde diciembre de 2001 hasta hace unos meses, lo que tuvimos que luchar, infructuosamente, para conseguir que las autoridades respeten la Ley Nacional de SIDA, lo impotente que te puedes sentir, en una democracia, frente a la violación de derechos básicos como el derecho a la salud.

Lo ridículo de tener que cortar el tránsito, con protestas, para explicarles a las autoridades del Ministerio de Salud que “sin tratamiento nos morimos”.

Se nos cuestiona por exigir tratamientos de calidad, generalmente importados del primer mundo, a pagar en dólares, cuando hay gente que no tiene qué comer.

Por otro lado, la “crisis” también estaba afectando mi economía, me habían bajado el sueldo y el horario de trabajo a la mitad. Si no me parecía bien, tenía la indemnización por despido a mi disposición.

Frente a tanta “cosa” mi pregunta era ¿cómo hago para vivir? Además de estar en peligro mi tratamiento, estaba en peligro mi manutención y mi salud mental.

Cuando hace 6 años tuve mi diagnóstico positivo me dije: «Bueno Marcelito, ahora ¿qué quieres?». Tenía claro que durante muchos años quise morirme porque no era feliz, pero ¿qué significa ser feliz? Ser feliz es aceptarme como soy, con todo lo bueno y todo lo malo, con todo lo lindo y con todo lo feo. Si contraje una infección que afecta a “las defensas” no era casualidad, me estaba defendiendo mal y me maltrataba bastante, además padecer una enfermedad “infecto-contagiosa” significa, por lo que significan etimológicamente esas palabras, tener enfermos los afectos y los vínculos.

¿Qué significa para mí, padecer una enfermedad que pone en riesgo la vida?

Significa ocuparme en tener calidad de vida, yo no quiero cantidad de años porque sí. Yo creo que el VIH no vino a mi vida a matarme, vino a darme una oportunidad para vivir mejor.

A mí la infección, me ayuda a creerme con el derecho y la obligación de hacerlo.

Para mí el cóctel es más que las pastillas, es no maltratarme, no maltratar y no dejar que me maltraten. Lo más difícil de todo es “ser” quien soy y la gran tarea ser coherente entre lo que pienso y lo que hago.

Imagínense que nuestra cultura no facilita la vida, me cuesta mucho querer vivir y lo que quiero, fundamentalmente, es salir de la queja y para salir de la queja hay que “hacer”, cuando uno hace se empodera, tiene “poder”. No hace falta infectarse para tener la valentía de superar los miedos, de ser quien uno es, y hacer lo que realmente se tiene ganas.

Indudablemente yo sé que no puedo cambiar el mundo, pero sí puedo intentar cambiar el mío, esta idea es la que me impulsó hacer las maletas dejando atrás mi piso, mi familia y mis amig@s. Debo confesar también que me ayudó mucho mi pareja que sin él, a mi lado, tampoco lo hubiese podido hacer.

Así es como llegamos aquí, con una mano atrás y otra delante. Es duro, muy duro ya que aquí lo único facilitado es el acceso a la medicación, luego es igual para tod@s: un país que no es el tuyo, el largo peregrinaje por todo el engranaje burocrático para ver la posibilidad de tener los papeles para poder trabajar y vivir legalmente.

Al no tener vínculos familiares con España, la “única” posibilidad era pedir un permiso de residencia temporal por circunstancias excepcionales, por razones humanitarias, pero estas razones hay que demostrarlas.

Fue muy difícil encontrar un/ abogad@ que quisiera hacer el escrito y gracias al “hacer” que comenté anteriormente pude bajar de internet la información que justificaba mi pedido, ya que con la Red Argentina de personas viviendo con VIH/SIDA, trabajamos mucho, especialmente a partir de abril de 2001 cuando la situación se volvió caótica, defendiendo nuestros derechos denunciando lo que estaba pasando.

Aquí estoy ahora, solo, ya que Mauro, mi pareja, debió regresar a Buenos Aires para que el dinero pueda “durar” más tiempo.

El 26 de septiembre presenté finalmente mi solicitud de permiso de residencia, queda ahora al Gobierno Español evaluar si en mi caso concurren razones humanitarias o no; parece que en éste nuevo mundo globalizado del siglo XXI para poder “vivir” hace falta pedir permiso.

Gracias a los nuevos ángeles de carne y hueso que me acompañan en esta nueva “locura”: Montse B., Ture y Vicens, a mi primo Ruben, Amigos contra el SIDA (Gran Canarias), Gais Positius, Creación Positiva, gTt y a los de siempre que están en Buenos Aires especialmente a mi “cielo”.

  

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