al margen
El largo y tortuoso camino de la investigación en medicina complementaria y alternativa (MCA)
Vivimos en la era de la medicina basada en la evidencia. Para la biomedicina el patrón oro de la evidencia significa por lo general un ensayo doble ciego aleatorizado controlado con placebo. Así es como l@s investigadores determinan por ejemplo la capacidad de un fármaco en experimentación para reducir la carga viral en un período de tiempo determinado. Se comparan los compuestos o sustancias con el placebo en un marco en que ni el paciente ni el/la médic@ saben quién toma qué y se hace el esfuerzo de detectar y registrar cualquier factor que pudiera confundir o distorsionar el resultado.
L@s investigadores en el campo de la medicina complementaria y alternativa (MCA) afrontan una serie diferente de desafíos a la hora de mostrar evidencia para terapias que se basan en un complejo sistema integral de tratamiento. La medicina tradicional china es un ejemplo de un sistema integral como éste. Es más que la simple administración de remedios herbales de los que se podría investigar su seguridad y eficacia del mismo modo que otros compuestos, es decir, estandarizar y aislar sus principios activos. Lo que en sí mismo añade una pátina de complejidad al estudio de las hierbas comparado con el del los compuestos farmacéuticos. Pero la medicina tradicional china comprende también la acupuntura, que forma parte del tratamiento y depende de la habilidad del profesional que la realiza.
Las personas que viven con VIH/SIDA a menudo crean su propio ‘sistema integral’ de autocuidados y se esfuerzan por participar en la elección de su tratamiento de entre un abanico de productos y prácticas médicas ofrecidos por una miríada de proveedores de cuidados para la salud. ¿Cómo tomaremos decisiones informadas sobre qué funciona y qué no? ¿Se pueden diseñar estudios de investigación que prueben la eficacia de la MCA?
Un grupo de destacad@s investigadores y médic@s en MCA de Canadá, EE UU y Reino Unido se reunió en Vancouver, Canadá, el último otoño para adelantar la agenda para la investigación de un sistema integral. El grupo estaba compuesto por médic@s, naturopatas, médic@s de MCA, homeópatas, quiropráctic@s, bioestadístic@ s, profesionales de la bioética, miembros de la Junta de Productos Naturales para la Salud y un único defensor del consumidor cuya labor fue dirigir la discusión centrada en las necesidades de la personas (viviendo con VIH/SIDA en mi caso), que viven en el mundo real y crean su propio sistema integral u holístico de cuidados de salud diariamente. Las discusiones fueron fascinantes y subrayaron la necesidad de l@s investigadores en medicina complementaria de desarrollar un nuevo lenguaje riguroso que pueda proporcionar evidencia de su eficacia y que en última instancia cambie la forma de proveer atención sanitaria.
Los ensayos clínicos aleatorizados son una parte importante de la ecuación pero éstos se deben diseñar de tal modo que tengan en consideración la naturaleza holística de la medicina complementaria. En otras palabras, deben encontrar formas de calcular la calidad de vida así como la cantidad que son aceptables tanto para l@s pacientes como para la comunidad médica. El objetivo de la medicina convencional ha sido el diagnóstico y el tratamiento de las enfermedades basándose en el concepto del patógeno o germen. A menudo se utiliza el término ‘reduccionista’ para describir este enfoque porque reduce la causa a un elemento identificable. La MCA intenta también aliviar síntomas y facilitar el bienestar, pero tiende a involucrar a la persona en un proceso de autocuración que examina mente, cuerpo y espíritu. Cada vez más, un criterio holístico de la salud incluye el entorno psicológico y social en el que el individuo vive.
Un método de investigación riguroso debe, por consiguiente, tomar en consideración este punto de vista filosófico. Por ejemplo, algunas medicinas complementarias creen en la interconexión de todo, incluida la relación entre el individuo y el/la médic@. Algun@s médic@s pueden trabajar para que afloren conflictos subyacentes (rabia, problemas dietéticos, predisposición genética, por nombrar algunos) que pueden ser la causa de la enfermedad. Esto introduce un elemento de espiritualidad en el proceso de autocuración y convierte al/la médic@ en una parte responsable en el resultado. El desafío es, pues, conjugar el interés filosófico de todas las partes responsables con los estándares más altos del rigor metodológico con el fin de producir una evidencia que satisfaga a todas las partes.
El VIH plantea desafíos específicos para la investigación que se basa en los resultados. Desde la aparición de las terapias antirretrovirales de gran actividad hace tan sólo unos años, se nos ha permitido contemplar el VIH como una compleja afección crónica que puede tener un patrón de recaída y remisión. Much@s de nosotr@s hemos integrado intervenciones de MCA en nuestro tratamiento con la intención de curar a largo plazo en oposición a un simple remedio. Much@s veen la MCA como una forma de anticiparse al momento en que decidan utilizar productos farmacéuticos. Los cambios en nuestra salud tienden a ser graduales y sutiles. Por consiguiente, se deberían financiar investigaciones que permitiesen estudios de resultados a largo plazo.
Y lo que es más importante, se necesita examinar los resultados de modo distinto a los marcadores subrogados, como el simple recuento de células CD4 o la reducción de la carga viral, o mediciones de resultados (en inglés, end points) como la muerte. A l@s investigador@ s del encuentro de Vancouver no les faltaron sugerencias sobre cómo diseñar protocolos de investigación que respeten y valoren la experiencia individual, incluyan la relación médic@-paciente y respondan a cuestiones sobre la experiencia personal. Combinando métodos cualitativos y cuantitativos, no hay duda de que podemos ofrecer un cuadro más diáfano de ‘por qué’ y ‘para quién’ ciertos tratamientos funcionan, y no precisamente ‘qué’ funciona.
Pero no conviene esperar respuestas satisfactorias a cuestiones sobre tratamiento hasta que la comunidad científica se ponga de acuerdo en los componentes necesarios para una alta calidad investigadora que pueda atraer el apoyo de los gobiernos y la industria. El encuentro de Vancouver ha resultado ser un buen paso en lo que parece ser un largo camino hacia la definición de un nuevo lenguaje para la investigación en la MAC.
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