una mujer positiva
Me llamo María tengo 43 años y comparto mi bichito con la vida hace 18 años. Este hecho me ha permitido durante todo este tiempo poder ver... procesar... depurar... mi oscuridad y mi luz, lo peor y lo mejor de mí. El virus y sus consecuencias negativas, tanto físicas como personales y sociales, me han dado la oportunidad de crecer y sacar mi esencia: lo mejor de mí. Porque el VIH te ofrece la oportunidad de tomar conciencia de ti y como deseas vivir, o de lo contrario te puedes dejas morir.
Creo, querid@ amig@, que sabes de lo que hablo, aunque no nos encontremos en la misma parte del camino.
Quiero desde mi esencia acercarme a ti y explicarte algo de mi pequeño y gran paso de aprendizaje recorrido en este camino. Pequeño y muy grande a la vez, porque he descubierto que lo más grande de nosotr@s está oculto (como un iceberg); que todos los seres humanos seamos maravillosos y grandes, depende de nosotr@s, de nuestra decisión de aceptarnos y amarnos tal como somos; y que frente a nuestra realidad, de la que no podemos eliminar nada porque es imposible, sí podemos transformar lo que no nos gusta de nosotr@s.
Depende de nosotr@s que el iceberg fluya hacia arriba, sacando toda tu esencia, dándonosla a nosotr@s mism@s primero, y a l@s demás después.
Creo que no existe el tiempo sin un camino, en el que cada un@ tiene su proceso.
Es en ese camino donde se encuentran las emociones y las herramientas que tod@s tenemos que trabajar.
El silencio, la escucha de nuestra voz interior, tomar conciencia, y una nueva visión de mí y hacia todo.
Todo esto lo descubrí a través de libros que devoraba durante años de todo tipo, diferentes autores, religiones, autoayuda... Tenían algo en común, el mensaje "la respuesta está dentro de ti".
Descubrí que no sabía amarme, lo descubrí gracias al virus. No sólo no sabía amarme, sino que además siempre había sido "una mendiga del amor", dando a cambio de que me diesen.
Descubrí que la transformación es posible, la destrucción no. Así que empecé a transformar algo que no podía destruir y que si no lo hacia, me destruiría a mí.
Transformé mi actitud hacia la enfermedad, la hice cómplice de mi vida; le decía cada noche: "Mira bichito la vida es muy hermosa. Hacemos un trato, tú no me comes en mucho tiempo y yo te permito disfrutar conmigo de mis juergas, amig@s, familiares, amantes...".
Pues bien, a mi bichito le gustó la idea; desde entonces hemos vivido juntos mis cosas y sus "cosas" convirtiéndonos en cómplices.
Transformé mi actitud hacia el amor. Necesitaba mucho amor, un amor que siempre estuviese pendiente de mí, que siempre me amase, escuchase, acariciase; que nunca me abandonase; que siempre dijese sí y me lo diese. Ese amor sólo me lo podía dar yo misma, "mi propio amor".
De dentro hacia dentro. Este amor fue maravilloso, empezó poco a poco, porque casi me daba hasta vergüenza amarme: mejoró mi alimentación, la autoestima y mi relación con l@s demás.
Sin darme cuenta, con el paso de los años, transformé la cualidad del amor, justo cuando aprendí a amarme a mí sobre todas las cosas; dejé de ser una mendiga del amor para convertirme poco a poco en una diosa del amor. Empecé a dar (sin esperar nada, lo que necesitaba ya me lo daba yo) y miraba qué sucedía... Era y es muy hermoso.
Durante muchos años vi en el camino, mucha oscuridad. Yo me creaba mi propia claridad, pero sabía que era ficticia no real, porque lo que yo creaba no estaba dentro de mí.
Aunque ahora veo la oscuridad, participo de un aprendizaje para llegar hasta aquí, a mi esencia, la que tod@s tenemos en lo más oculto. Querid@ amig@, quiero decirte que si tomas conciencia de tu ser, todo cambia desde dentro de ti hacia fuera, y ésa es una posibilidad que nos da el VIH.
¡Buen viaje compañer@!
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